En la cultura pedagógica se introdujo el tema de la calidad de la educación en la década de los 80, cuando fueron convocados pensadores latinoamericanos y norteamericanos para discutir y profundizar el concepto desde la perspectiva de la educación.
En estos cerca de 30 años, a nombre de la calidad de la educación se nos ofertaron y nosotros “compramos” modelos educativos que fueron cambiando sin evaluarlos previamente, sin apreciar los resultados y sin que los responsables del ejercicio de la función pudiesen rendir cuentas. Una oferta de esta magnitud que implicaba cambios en el enfoque y concepción de la educación demandaba medidas profundas de reformas y no sólo metodologías y técnicas.
Quienes ejercen la autoridad educativa en este quinquenio del primer decenio del Siglo XXI siguen la misma senda y pasará el tiempo y no se alcanzarán las metas trazadas, los logros esperados pues existe una tozudez digna de antología de querer empezar de nuevo, siguiendo el complejo adánico. Expresar que se brinda calidad de la educación por las decisiones y medidas que se vienen tomando es caminar en una nube, pues lo que el discurso expresa no va en la línea de lo que debería ser una educación de calidad.
Inés Aguerrondo y Cecilia Braslavsky fueron quienes desde la perspectiva educativa trabajaron el tema y sus escritos nos indican por qué así nomás no se puede hablar de calidad de la educación, como para estar de moda. Es un concepto que ha costado irlo construyendo y descontaminarlo de las tendencias económicas que encierra y que el modelo neoliberal lo ha diseminado en reemplazo de lo que el docente y el padre de familia conoce como buena educación. Sin duda es necesario que se revisen estos escritos, pues son clásicos en la formación docente y en la cultura educativa..
Debe romperse el discurso complementario que por inercia se utiliza desde las altas esferas del sector, los medios de comunicación y quienes tienen que ver con la educación. Es necesario en su justo contenido y lo que implica utilizarlo en un proceso que demanda tiempos, política educativa coherente, perdurable, es decir sin interrupciones de gobiernos, fruto de consenso. Diríamos que en esta trayectoria nos hemos quedado en lo adjetivo, renunciando a lo sustantivo. ¿Por qué, si existen maestros en la alta dirección? ¿el afán burocrático los ha ganado? Si juzgamos por los resultados es una pena.
Por que no queremos que la situación educativa del país siga así han surgido iniciativas desde organizaciones no gubernamentales y ahora el Consejo Nacional de Educación. Pero ahí están, aportando en el tejido de una educación que responda a lo que los actores demandan y no a lo que los acreedores imponen. Ahí están los aportes de otras organizaciones no gubernamentales internacionales que contribuyen de manera persistente con el intercambio de documentos, de tendencias, enfoques y experiencias. Y a nivel planetario, con su representante regional, UNESCO persiste en promover líneas de acción, actividades, publicaciones que aportan a la reflexión educativa. ¿Por qué el sector educación no es permeable a todos estos aportes? ¿Por qué no se valoran los aportes y se profundiza en el discurso y los nuevos modelos pedagógicos?
En esta perspectiva tenemos un Proyecto Educativo Nacional que tiene la fortaleza por haber sido consultado a nivel nacional y además ser reconocido y aprobado políticamente por el actual gobierno. El gran problema que late preocupante es la no apropiación del contenido del Proyecto Educativo Nacional (PEN) y su aplicación y desarrollo. La apropiación exige mirar un horizonte que trascienda la temporalidad de los gobiernos que en lugar de dar continuidad caen en maniqueísmo, no de ahora solamente, sino desde los años 70 del siglo pasado en donde con medidas efectistas se deslegitimó todo lo planificado y realizado en los primeros años de la Reforma Educativa.
La Ley de Reforma Educativa fue reemplazada por una nueva Ley General de Educación que poco aportaría y menos complementaría a lo que se criticó a la Ley de Reforma Educativa. Muchos funcionarios y ciudadanos de entonces siguen vinculados al tema educativo y generando opinión sin autocriticarse, sin reconocer que poco hicieron en el momento por defender lo avanzado. La historia de la educación peruana queda con el encargo de evaluar esta etapa pues existen documentos oficiales y documentos especializados para hacerlo.
En estos tiempos que vivimos un proceso acelerado, en donde existen enclaves relevantes como la informática, la robótica, los nuevos procesos y materiales, el crecimiento de áreas de servicios, el cambio de viejas categorías profesionales, la educación oficial que se oferta no tiene el nivel ni calidad para responder con dinámica que demandan los tiempos a estos nuevos retos.
Sin duda todo invita a repensar y replantear la política educativa. Por ello un grupo de profesionales peruanos diseñaron y formularon el Proyecto Educativo Nacional de todos conocido y frente al cual las autoridades actuales dicen aplicarlo, pero por partes y a elección política de los objetivos y metas. Por ello resulta intrascendente e incoherente lo que se viene realizando. En este contexto llama la atención lo expresado por el Ministro de Educación en un programa de televisión cuando expresa que su portafolio está trabajando los seis objetivos del PEN. “Hemos incorporado estos seis objetivos estratégicos que plantea el Proyecto Educativo Nacional. Unos más que otros han sido abordados con más energía por este Gobierno. Tal vez el tema de los maestros bien formados, que es el objetivo número 3 de este PEN, ha sido el que más tiempo nos ha inquietado, y estoy seguro que es el que más resultados tendrá dentro de la formación y finalmente dentro de los logros de aprendizaje de los niños”, indicó. (TV Canal 7 – Megaproyectos del Perú 13/03/09). A confesión de partes relevo de pruebas, como dicen los abogados.
¿Acaso no tuvo el presente gobierno este PEN? ¿Por qué fragmentar un todo como el PEN y expresar luego que “los próximos gobiernos…”? ¿No es que falta voluntad política? ¿Sabe esto el Presidente de la República o forma parte de este libreto de “soplar la pluma”? Como lo expresamos en entregas anteriores es el Presidente quien da la pauta y el ministro es su fiel compañero y por lo tanto es el canal político que expresa sólo lo que los oídos presidenciales quieren escuchar, temiendo que en un arrebato regale a la audiencia con un exabrupto más de los que nos tiene acostumbrados.
Y parte de esta situación además se demuestra en estos días cuando se presentan los postulantes a los Institutos de Formación Docente que tienen que cumplir una serie de requisitos para ingresar a las instituciones, uno de ellos obtener en el examen de conocimientos la nota 14. ¿En qué se fundamenta? Hasta ahora estamos esperando la respuesta y vamos por el tercer año. Sin embargo quienes tienen que ver con la educación superior no universitaria y universitaria y tomar decisiones en pro de la calidad de la formación del futuro docente invocan a las universidades públicas y privadas que establezcan la nota mínima de 14 como exigencia para ingresar a sus facultades de educación a fin de avanzar en el mismo sentido que los institutos pedagógicos, para poder contar con docentes de calidad que contribuyan a la mejora permanente de la enseñanza pública. (ANDINA, 21 de marzo 2009, declaraciones del viceministro de gestión pedagógica). Sabemos que toda invocación cae en saco roto y que una autoridad de nivel ministerial no puede “invocar” sino expresar la necesidad de medir con la misma exigencia a quienes postulan a la carrera magisterial. Si no se vuelve cómplice de las inequidades que se vienen dando. No es haciendo una venia a la autonomía universitaria que mejorarán las cosas sino teniendo a la mano el documento legal que lo permita. ¿De quién es la responsabilidad de que las Facultades de Educación sean la tierra de nadie y se den el lujo de aprobar alumnos que no han sido aprobados en los institutos pedagógicos? ¿No es vox populi que el negocio de la educación es el más pingüe negocio y que bajo el manto de la autonomía de la educación se dan las licencias evaluativas más repugnantes? La política del agua tibia no es compatible con principios.
Por ello arroparse con el manto de la calidad educativa, como lo hacen nuestras autoridades no hace sino corroborar lo que la Dra. Aguerrondo expresa: “Nuestra educación no ha sabido cambiar para enfrentar los nuevos desafíos” (Aguerrondo, Inés La calidad de la educación, ejes para su definición y evaluación. Parámetros para la innovación). Ella expresa que la educación del siglo XXI supone innovaciones estructurales, es decir un salto de paradigma.
Las transformaciones globales del orden internacional y el avance del reordenamiento de las economías mundiales en torno al valor de la tecnología han puesto en el ojo de la mira a los sistemas educativos. En ellos recae la responsabilidad de generar y difundir el conocimiento en la sociedad y por lo tanto, se instituyen en la instancia decisiva que está a la base de la carrera tecnológica (es decir, de las posibilidades económicas futuras de la sociedad). (Ibidem). Es decir, “el crecimiento y la expansión educativa no presentan a la visión política sólo un problema de escuela (pongamos más profesores o maestros, más escuelas, más aulas), sino que plantea desafíos cualitativos que hacen volver a pensar hacia dónde ir y cómo debe organizarse y conducirse una escuela, un grupo de escuelas, un sistema educativo.”
La Dra. Braslavsky en año 2001 ya expresaba “El tema de la equidad en el contexto de la globalización y frente a los avances en la incorporación de progreso técnico en algunos sectores de la producción y su disminución en otros, así como de la aparente falta de voluntad política global de disminuir las desigualdades, es central en el nuevo contexto internacional. En lo que hace a la posibilidad de comprender y resolver las cuestiones de la equidad educativa, en particular, subsisten tres dificultades. La primera es que no abundan análisis comprehensivos de la multiplicidad de factores explicativos de los déficit en la equidad educativa de sistemas particulares, que den cuenta tanto de las condiciones de educabilidad que el entorno social impone al sistema educativo, como de las variables políticas intervinientes para operar sobre esa realidad, y de los factores propios de la esfera educativa, incluyendo entre estos a los propios programas desarrollados para combatir la inequidad. Los abordajes que se limitan a uno solo de estos factores, sin perjuicio de su valor, son necesariamente parciales. La segunda carencia consiste en que hay pocas evaluaciones sistemáticas de las políticas y proyectos específicos implementados. Por último, en muchos países parece haber poca conexión entre la información disponible actualmente y los equipos que definen políticas. En parte, esa desconexión puede explicarse por el hecho de que el bagaje de información estadística, que abarca cientos de variables, no ha sido reprocesado de forma tal de producir un recorte analítico que aporte al debate de cuáles políticas son necesarias hoy en día y cuáles son sus impactos previsibles.” (Congreso”Calidad, Equidad y Educación” PANORAMA INTERNACIONAL SOBRE CALIDAD Y EQUIDAD EN LA EDUCACIONDonosita, 28 y 29 de agosto de 2003)
Consideramos que el Proyecto Educativo Nacional sintoniza con estas reflexiones y otras que se vienen dando en el campo educativo. ¿No las conocen quienes tienen la responsabilidad de conducir la educación nacional? ¿Sus asesores?
El PEN es un todo, por lo tanto no puede justificarse que en su nombre las autoridades responsables de la educación nacional lo empiecen a desarrollar descuartizándolo. El discurso oficial dice que se aplica el PEN identificando a fortiori los objetivos tal o cual. Estamos dejando de hacer lo que en verdad debió ejecutarse hace tres años. ¿Rendirán cuenta de esta situación quienes alegremente hablan de la calidad de la educación sin conocer lo que verdaderamente ésta encierra?
Las nuevas ideas educativas requieren como el vino, no odres viejos sino odres nuevos. ¿Será posible algún día?
Etiquetas: buena educación, calidad de la educación, cultura pedgógica, Política educativa, Proyecto Educativo Nacional
Deja una respuesta