Sorprendió el último domingo la entrevista referida a escasos 10 días de cumplirse el plazo para que los docentes se inscriban para postular su ingreso a la Carrera Pública Magisterial (CPM).
Una entrevista muy de coyuntura en donde la CPM ha sido motivo para reiterar lo que todos los docentes saben, pero no confían. Donde se maltrata a docentes y se trata de hacerle ver que con la CPM ganarán más y que la Ley del Profesorado seguirá vigente en los puntos que no colisionen con la CPM. Asimismo, el enemigo no es la falta de profesionalidad y formación del docente en donde se esperaba una autocrítica a la formación docente que oferta el Estado, a través de los Institutos de Formación Docente (IFD) públicos y privados, sino todo lo contrario, lo es el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTEP) por distorsionar (sic) la naturaleza de la nueva norma y desinformar (sic) sobre despidos inminentes si no se aprueba la evaluación.
El diario pone como gorro de la entrevista, “ el ministro defiende a capa y espada la política de la meritocracia en el profesorado para elevar el nivel de la educación en el país” (Ibidem). Pero, ¿qué es la meritocracia? ¿qué entiende el Ministro por meritocracia? Pareciera que es la varita mágica que hará posible que la CPM sea atractiva para los docentes y con ello marca la diferencia a la alternativa chata de la Ley del profesorado que en lo que se refiere a aumentos los hace a todos por igual sin reparar en buenos y malos maestros.
Veamos qué significa esta palabra “mágica”: meritocracia viene del latín mereo que significa merecer, obtener. De acuerdo al caso de que se trate, la meritocracia es una definición muy amplia, en donde se accede, en el caso de los docentes a niveles laborales, no para acumular riqueza, sino por méritos que están ligados a su realización como profesionales y por los cuales se le reconoce un haber monetario establecido por ley. En el caso de los docentes los méritos están referidos al desarrollo de la inteligencia y de los conocimientos, a las capacidades intelectivas demostradas y ratificadas por el sistema escolar por el que ha desarrollado su formación.
Implantar la meritocracia significaría establecer un justo reconocimiento de los méritos de los docentes en base a una igualdad de oportunidades, por ello suena atractivo y novedoso hablar de ella en la incorporación a la carrera docente, pues se les reconocerá los méritos a quienes logren pasar la prueba. Está de moda casi en todos los campos del saber y desempeño profesional por todo lo que implica (revisar legislación, establecer nuevos escalafones, compatibilizar tiempo de servicios con remuneraciones, etc.), pero nada se dice que la meritocracia tiene que ver, también, con una modernización del Estado, para que realmente sea justa y equitativa, democrática y solidaria. Tal vez esta sea la gran falla en la presentación de la meritocracia que aparece como una “novedad” y enredada en una verborrea utilitarista antes que enriquecedora en su contenido.
Y esto es grave pues el concepto de meritocracia que empleamos aparece como muy ambiguo, pues no define con exactitud cuál es la noción de mérito a la que se alude. Por ello se la reduce en el mensaje que los docentes usan y entienden que está relacionada con la estructura ocupacional y es llenada no por criterios empleados, sino según ciertos criterios universales de logro, verificables mediante las calificaciones o credenciales educacionales. Y es aquí donde se tiene la confusión que nadie aclara, pero sí levantan el vocablo para presentarlo como parte del componente de la calidad educativa: tener un educador meritocrático es garantía de calidad. Esta es una falacia que esconde el ideal meritocrático, que es inalcanzable, pues se fundamenta en premisas neoliberales que responden a una economía separada de la sociedad, en donde el individuo, actor del sistema, es influenciado por el contexto social, actuando en función no sólo de la utilidad individual, sino por otras motivaciones. Pero la realidad nos lleva a otros escenarios en donde la actividad del individuo se encuentra dentro de redes sociales que la condicionan decididamente y por ello cuanto más moderna sea la sociedad, la meritocracia es menos relevante.
Vivimos hoy en una sociedad que va rigiéndose por nuevos paradigmas que son el resultado de procesos que empiezan en el paso de una economía industrial a una informal y de servicios, con la que convivimos y en donde las relaciones entre personas se valora y por ello vemos que –a no ser los economistas- poco se habla del valor agregado, que ha sido reemplazado por la atención al cliente, todo en un mundo en donde se desempeñan la comercialización y el marketing. Inclusive hoy se habla de que el eje central de la propiedad ha sido sustituido en la economía postindustrial por el eje del conocimiento y se habla del reemplazo de la inteligencia funcional o racional por la inteligencia emocional: la capacidad de comprender el entorno, de generar confianzas, de asociarse y de adaptarse al cambio, entre otras.
Si el Ministro de Educación cree que con la meritocracia mejorará la educación del país, no se da cuenta que con ella está estableciendo una mayor desigualdad al no reconocer que todos los docentes tienen derechos adquiridos ante la Nación por sus años de estudios, por su formación. Que ésta haya sido deficiente, que tenga muchos reparos, que no tenga el nivel que hoy se exige ¿es culpa de ellos o de quienes dirigieron la política educativa del sector? ¿Para los docentes no existe solidaridad? Se les exige y se les obliga a cumplir unas reglas que no les fueron consultadas. Y se les trata de “dorar la píldora” con la novedad de la meritocracia como un amuleto para estar en el sancta santorum de la calidad educativa.
Volviendo a la entrevista en mención donde la más alta autoridad de Educación del país no dice nada nuevo ni de nivel de política educativa; no dice por ejemplo cuáles han sido los problemas resueltos que quedaron pendientes en la mesa de diálogo que tiene el sector con el SUTEP. ¿Qué carácter tiene esta mesa de diálogo? ¿De conciliación?, ¿de solución de problemas?, ¿de qué problemas?, ¿cuáles son los temas pendientes?, ¿quiénes representan al sector en la mesa de diálogo y en qué períodos? Utilizar la mesa de diálogo como un cajón de sastre en donde no se tiene un inventario de lo que se guarda y menos dar cuenta, es una manera de tenerla como un pretexto para ilusionar incautos. Pero, sin duda entrar en estos temas menudos perturban la percepción de la política del sector, pero sería bueno un informe para apreciar quién es quien en el desempeño de sus encargos y no se recurra al sanbenito de que de todos los males de la educación tiene la culpa el Sindicato. ¿Maniqueísmos a estas alturas del nuevo siglo?
Otro de los datos que el ministro refrenda pues sus viceministros y funcionarios ya los dijeron, pero quedan pendientes de respuesta son aquellos referidos a la idoneidad de la prueba que constituyó la línea de base para establecer la capacitación docente. Se dice que se han capacitado 100 mil docentes, que en el año 2007 se les evaluó y las universidades que los capacitaron, los examinaron al inicio y al final. Aún se siguen esperando los instrumentos aplicados y sus resultados. Decir que “más del 50% tuvo 14 de nota y más del 50% aprobó la evaluación, que sólo desaprobó el 30% y que hay un 20% duro que no mejorará.” (Op.Cit.), es hablar de resultados que él solo y su entorno conoce. ¿Por qué no darlos a conocer? ¿Alguien en el Ministerio de Educación está haciendo un trabajo de investigación sobre estos resultados?
Esperábamos otro contenido en la entrevista que se le hace al Ministro. Esperábamos que hubiese un llamado a los docentes que tras el duro bregar de la jornada laboral deben dedicar sus horas de descanso a prepararse casi a ciegas para la prueba en donde la valla sigue siendo la nota 14 (sin fundamentación científica hasta hoy y tercamente mantenida por quien tiene la capacidad de decidir y esclarecer) y de acuerdo a la Matriz de Especificaciones de la Prueba Nacional escrita de la Primera Etapa: Evaluación Nacional Obligatoria (publicada recién esta semana), en donde se le informa además al docente postulante que la prueba está compuesta por 100 preguntas y se discurre en consideraciones generales y especificaciones de la prueba nacional ya fueron publicados en el diario oficial y que los docentes se agenciaron la fotocopia pues el diario era muy caro. ¿Cuánto hubiera costado publicar una separata sencilla en los diarios de mayor circulación nacional en el momento oportuno? ¿Cuánto se ha gastado en los spots y demás avisos?
La meritocracia que se oferta al docente que postule e ingrese a la CPM quiere formar una elite basada en el mérito que es fruto de su propio esfuerzo, de sus habilidades y de su talento (es decir, los cargos deben ser ocupados por los individuos mejor calificados); y por ello de manera egoísta no tiene deuda ni obligación alguna hacia una comunidad a la que pertenece, a ella los liga una relación meramente funcional, no afectiva, de compromiso, de identidad, de solidaridad. ¿Eso es lo que ofrecemos a los maestros peruanos a contrapelo de lo que deben formar? ¿Y los valores nacionales, la identidad, el compromiso con la comunidad, la solidaridad, la equidad, el reconocimiento de la diversidad, dónde queda? No se trata como parece ser que sólo los docentes mejor calificados con estudios y certificados son los más eficaces obviando la práctica profesional, central en la formación del docente. Aquí está la diferencia que trata de imponer un modelo empresarial en donde se realiza la formación de la persona humana y no el rendimiento, eficacia y eficiencia de una empresa.
Ofensiva y soberbia es la respuesta que da el ministro a la periodista cuando le pregunta ¿No hay manera de convencer al SUTEP? Responde el ministro: “No creo, porque perderían su bastión; la meritocracia es la destrucción del Sutep. Este es popular en la medida que dice: inteligentes y mediocres, trabajadores y flojos, todos ganan igual.” Si este es el concepto que tiene la primea autoridad educativa del país del Sindicato y de los docentes que a él pertenecen ¿qué lección está dando a la comunidad educativa, a la sociedad? Con ofensas y con soberbia no se puede construir alianzas. ¿Opinará igual el Presidente de la República, hijo de una maestra?
El concepto que tiene el ministro del Sindicato lo consideramos errado. No se trata de “un bastión” de la dirigencia del SUTEP en el poder, como trata de conceptuar al Sindicato. Ser bastión significa ser un reducto fortificado que se proyecta hacia el exterior. Sería bueno recordarle que el sindicato es en esencia una asociación libre para integrar a los trabajadores en defensa y promoción de sus intereses sociales, económicos y profesionales. Los sindicatos tienen como objetivo orientar sus acciones al logro que respondan a las necesidades de quienes forman parte de él. El eje central del objetivo es la dignificación de las condiciones de vida de sus afiliados. Por ello, velan por un salario justo, mejores condiciones de trabajo, empleo estable para toda persona, el mejoramiento de reivindicaciones sociales y económicas y la permanente democratización de la sociedad. En este sentido, si hubiese querido hacer una crítica al gremio que hubiera ido a lo sustantivo del mismo y al cuál de una manera u otra el propio sector ha contribuido a su distorsión con medias medidas y medios acuerdos y por hacer crónica una mesa de trabajo en donde se habla de una agenda que nadie conoce pero sí de la que se echa mano cada vez que las contradicciones se agudizan.
El concepto de lo popular que tiene el ministro es de lo más peyorativo pues referirse que en SUTEP confluyen “inteligentes y mediocres, trabajadores y flojos, todos ganan igual”, es ponerse por encima de acuerdos, normas y leyes acogidas por sus antecesores y por él mismo. ¿Por qué caer en estas consideraciones de desprecio, cuando de todas partes se habla de diálogo? Si la primera autoridad en educación se expresa así de los docentes por estar sindicalizados, buen mensajero tiene el gobierno actual que desdice lo poco realizado desde la primera evaluación censal. ¿Estas expresiones tienen que ver con el concepto de meritocracia que se trata de instituir? ¿No será el modelo educativo el que da bandazos pues no tiene un sustento claro y que los responsables circunstanciales del mismo no saben de qué se trata?
(23.05.09)
Etiquetas: calidad de la educación, Carrera Pública Magisterial, desigualdad, docentes, Meritocracia, Ministerio de Educación, popular, SUTEP
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