Tres palabras que en este nuevo año, primero de la gestión educativa de este gobierno, deberían marcar el ritmo de la política a seguir y aplicar.
1.- Dialogar es hablar entre pares. Lo contrario es enfrentarse. La relación entre el estado y los docentes casi siempre ha sido de enfrentamiento al punto que una institución reconocida por ley –el sindicato- ha sido satanizada. La relación difícilmente se ha dado entre pares, sino entre quien tiene la autoridad y el dependiente. Es hora de cambiar esta relación por otra más amigable que lleve democráticamente a una concertación que permita alcanzar los objetivos de la educación nacional.
Un paso para establecer este dialogar entre pares es la directiva para el año escolar 2,012 publicada en diciembre. Sin duda marca la ruta a seguir y los objetivos a alcanzar en el presente año. No es una propuesta, es una norma administrativa para una buena gestión del año escolar. Sin embargo, es necesario estar atentos a las reacciones que surgirán para saber encausar las respuestas de manera transparente sin herir susceptibilidades.
Los anuncios realizados por la Ministra de Educación, sin duda requieren más difusión, de manera sistematizada, en lenguaje menos académico. Hablar por ejemplo de matrices, indicadores y demás términos técnicos, para el común de los padres de familia es poco comprensivo. Habrá que encontrar los equivalentes pedagógicos para no enmarcarlos en prototipos que tienen un significado en su glosario de origen y que utilizados en educación tendrían otro sentido. No tratar de “marear” a los padres de familia y docentes con vocabularios rebuscados cuando el proceso pedagógico es el mismo y se requiere mejorarlo enriqueciéndolo con enfoques interdisciplinarios. Hablar claro y con propiedad pedagógica enriquece.
Sin duda habrá muchas preguntas que se harán en las distintas reparticiones educativas y que un eficiente y eficaz modo de comunicarlas se requiere. ¿Están nuestros funcionarios preparados para ello? Habrá entonces que hacer un llamado para que se empiece a dar un mejor trato al usuario que acude a las dependencias educativas en busca de información. Este trato podría iniciarse por no ser discriminativo. Sabemos que se discrimina en las instituciones del estado por procedencia, por idioma, por color de piel, por idioma y otros signos exteriores y no se hace nada porque ello cambie. Y en esto debe también hacerse docencia de práctica desde la inclusión.
Pero ello demanda un repensar la organización de las instituciones estatales relacionadas con educación. Las directivas y normas serán eficaces y eficientes cuando se desarrollen en instituciones que no sólo comuniquen sino que acojan a quienes se acercan a consultar, a presentar un reclamo, a hacer a alguna denuncia. Niveles y jerarquía son para la organización interna de la institución, pero para proporcionar el servicio la relación debe ser horizontal.
En este sentido ¿no cabría diseñar una directiva concreta y directa sobre el tema de comunicación a la comunidad? Muchos reclamos, muchas denuncias llegan hasta la primera instancia que es el Ministerio porque no son atendidas en los niveles e instancias que les competen. Es un cambio que debería promoverse para hacer sentir que el Estado (tantas veces reclamado) esté presente, porque cada funcionario lo representa en el cargo que desempeña.
Creo que hay que distinguir entre dialogar y comunicar
2. Escuchar no es una capacidad muy desarrollada en los distintos niveles de la estructura jerárquica estatal. Todo lo contrario. Quien desempeña un cargo se cree dueño de todas las prerrogativas que su función detenta. Y no es así. ¿Alguien les ha dicho algo? No. Es sinónimo de autoridad. Pero ¿qué es la autoridad en educación? No recurriremos a la epistemología ni a la filosofía para decir a qué nos referimos. Autoridad es sinónimo de jerarquía, de quien está en un nivel superior y quien dirige y ordena a los miembros de una comunidad y a los docentes. En educación la personaliza el maestro en el aula, el director en la institución educativa, en las Unidades de Gestión Educativa el director y los funcionarios de nivel y así hasta llegar al Ministro.
Todos ellos tienen formas y maneras de entender la autoridad. Unos se ciñen a normas legales, otros a determinados elementos que conforman su desempeño profesional y a la responsabilidad asumida, otro al sentido común. Casi nadie incorpora el elemento de respeto y de servicio al ejercer la autoridad. Creen y piensan que ejercer la autoridad es hacer cumplir lo pensado por el superior y dar cuenta de lo que realizado. No existe el otro en esta relación interpersonal.
La palabra autoridad evoca a menudo poder, obligación y prohibición. Las representaciones de la autoridad en materia educativa son más bien negativas,
salvo para los partidarios de su restablecimiento “a la antigua”, que son muchos. En las oficinas de educación se hace uso y abuso de este concepto. El maestro, los padres de familia, no son tratados amablemente, no se les escucha para conocer sus inquietudes y luego explicarles claramente lo que consultan.
Debería desarrollarse la capacidad de escuchar al otro. Siempre tendrá algo que decir, que expresar, que sugerir. Administrar la capacidad de escucha en la función pública es importante para hacer sentir al otro importante, reconocido.
3. Reconocer significa aceptar, valorar, respetar al otro. ¿Quién es el otro en educación? ¿Sabemos reconocer y respetar al otro en nuestro diálogo cotidiano como educadores y como funcionarios?
Difícil responder. Pero es importante insistir en esta nueva gestión, que es necesario respetar a quienes nos piden una cita, una reunión. La bruma de papeles y las demandas burocráticas no pueden enturbiar la relación que debe haber entre las personas.
Es difícil reconocer y aceptar al interlocutor. Cada uno quiere “brillar” con el mejor estilo de hacer sentir que es más que el resto, sin pensar que el reconocimiento del otro debe promoverse, cultivarse, compartirse.
El maestro requiere de un reconocimiento especial que no significa un diploma, un certificado, sino ser reconocido como persona, como ciudadano que aporta a la sociedad, que tiene la responsabilidad de formar y educar a nuestros hijos.
El trato al docente debe cambiar. Si se quiere que exista transformación en educación, el cambio debe empezar desde los funcionarios y también desde los maestros. Todos se deben a la comunidad y prestan un servicio. ¿Cómo hacerlo? Ahí el reto y el dilema.
4. La formación que hemos recibido no permite que valoremos en su justo sentido estas tres palabras elegidas para renovar nuestra reflexión. Un servidor del estado, un maestro o funcionario no puede ignorarlas y menos utilizarlas como un recurso individual para obtener beneficios particulares.
Este verano, de vacaciones y gestiones administrativas para los docentes, que recurren a lugares públicos oficiales a realizar consultas, preguntas, a buscar esclarecimiento, sería conveniente que cada oficina estatal de educación cuente con el espacio suficiente para atender las preocupaciones de los docentes. Crear ambientes para que se aborden temas y problemas que permitan reflexionar y encontrar alternativas que puedan servirles para su desarrollo profesional.
¿Será posible? Si se quiere un cambio verdadero, es necesario aprender a hacer gestos, intentar maneras diferentes de comunicarse con aquellos a quienes siempre se les tuvo como un número de contrato, o como un número en el escalafón.
La vida del maestro, más allá de los problemas sociales y laborales, discurre desde su inicio en la profesión, en medio de exigencias, demandas y tensiones. Conseguir que se le escuche, que se le atienda es difícil, se le considera una pérdida de tiempo. Y sin embargo tienen derechos que debemos respetar. Eso no se debe olvidar. Que el año escolar que se inicia sea propicio por el bien de los educandos y de la comunidad. Hagamos el esfuerzo para demostrar que el cambio es posible, que los intereses individuales y mezquinos, no enturbien la apuesta por lograr una verdadera transformación educativa en el país. Que el deseo del poeta se concrete “Queda decretado que el hombre no precisará nunca más dudar del hombre. Que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire, como el aire confía en el campo azul del cielo. Parágrafo: El hombre confiará en el hombre como un niño confía en otro niño. (LOS ESTATUTOS DEL HOMBRE.Thiago de Mello 4) ¿Es mucho pedir? (07.01.12)
Etiquetas: DIALOGAR, directiva educacion 2012, ESCUCHAR, metas, objetivos, RELFEXIONAR
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