Enrique Gervilla Castillo
Facultad de Ciencias de la Educación
[1] Publicado en: Revista de Educación, 340. Mayo-agosto 2006, pp. 1039-1063.
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Resumen
«Todos los hombres desean por naturaleza el saber». Con estas palabras inició Aristóteles su Metafísica afirmando la intrínseca tendencia de todo ser humano hacia la sabiduría, pues el hambre o deseo de saber fue y es una necesidad de los humanos para dominar más y mejor la naturaleza, asegurar su supervivencia, organizar la sociedad y ser más él mismo. Hoy, 25 siglos después, nos preguntamos si tal afirmación es una realidad vigente en nuestros colegios y universidades. La situación actual, a tenor de las investigaciones consultadas manifiesta que para muchos alumnos el saber académico ha perdido su sabor, al no dar respuesta adecuada a sus necesidades y aspiraciones. En consecuencia, pues, para el aprendizaje, hemos de servirnos de múltiples controles e imposiciones.Ante tal situación, los educadores hemos de ofrecer posibilidades de recuperar la pasión por la sabiduría.
Introducción
«Todos los hombres desean por naturaleza el saber. Así lo indica el amor a los sentidos». Con estas palabras, cuatro siglos antes de A. C.,Aristóteles inició su Metafísica (980, a, p. 21) manifestando, la tendencia innata e intrínseca de todo ser humano hacia la sabiduría. Los espacios y momentos de la adquisición del saber fueron y son múltiples. En las siguientes páginas nos referimos a la enseñanza-aprendizaje que hoy se imparte en nuestras instituciones educativas. Nos preguntamos si el saber o la sabiduría[1] que ofrecen nuestras escuelas y universidades es un saber que corresponde a esta tendencia intrínseca de la naturaleza humana y, en consecuencia, es un saber sabroso, apetecido y hasta apasionado; o por el contrario, es una sabiduría insípida y, en consecuencia, impositiva.
Tomando como punto de partida esta afirmación aristotélica y observando la situación actual, el contenido del presente artículo se centra en las siguientes cuestiones e interrogantes:
Si el saber académico actual es un saber deseado, por dar respuesta adecuada a los temas vitales de la persona en su ser y en su hacer; o por el contrario, es un saber en buena parte estéril, insípido e impositivo. Para ello acudiremos a los datos que nos ofrecen algunas investigaciones sobre el tema
- Si el ser humano siempre ha deseado con agrado la sabiduría como elemento intrínseco y fundamental de su vida. Para ello, nos remontaremos al significado etimológico de «sabiduría» y a la concepción del saber en la antigüedad.
- Si es posible, en las actuales circunstancias, recuperar el amor a la sabiduría, el buen sabor del saber. En síntesis: lo que es, lo que fue, y lo que puede ser la sabiduría en la construcción humana.
[1] Los términos conocer y saber se usan en español indistintamente con mucha frecuencia. En ocasiones, sin embargo, uno y otro se diferencian. Así el conocimiento directo e inmediato es expresado mediante conocer, y el conocimiento indirecto y mediato suele expresarse mediante saber (Ferrater, 1994, p. 656).
Etiquetas: filosofía, saber académico., sabiduría
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