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LA ESCUELA Y LA EDUCACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS (Notas sobre la formación de los adolescentes)

16 septiembre 2013

Emilio TENTI FANFANI (febrero de 2001) Publicado por: IIPE-BUENOS AIRES SEDE REGIONAL DEL INSTITUTO INTERNACIONAL DE PLANEAMIENTO DE LA EDUCACIÓN BUENOS AIRES , (FEBRERO DE 2001)

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En una sociedad que vive profundos procesos de transformación social y cultural que ponen en crisis todos los ámbitos de vida de los individuos, ¿qué puede y debe hacer la escuela de hoy?

En un colegio italiano, un chico de 17 años asesina con una navaja suiza a su ex novia de 16 en el mismo espacio del establecimiento escolar. Este hecho puede suceder en cualquier institución educativa de muchos países. La violencia en la sociedad es también violencia en la escuela. Pero cuando implica a jóvenes menores de edad el hecho conmociona a la opinión pública.

Frente al acontecimiento hay dos posturas radicalmente opuestas. Una es el silencio. La que expresa muy bien la vicedirectora del establecimiento italiano (y muchos otros comentaristas con ella) cuando dice lapidariamente: “frente a tal tragedia, no hay nada que podamos decir”. Sin embargo, muchos son los que opinan, interpretan, explican, en síntesis, construyen el hecho.

El sentido común se inclina a buscar culpables. La culpa la tiene el chico asesino? Sus padres? y las autoridades y profesores del colegio que frecuentaban, no tienen alguna responsabilidad en el asunto?. El tema de la culpa lleva a preguntas equivocadas. Tratándose de menores, más que condenar es preciso buscar explicaciones, interpretaciones. Como hecho individual que compromete a personas concretas y únicas es probable que el hecho no tenga explicación. Una acción de tal gravedad nunca podrá ser develada en su verdad completa. Siempre estará rodeada de ese fondo de misterio que rodea a tantas cosas importantes de la vida de los seres humanos.

Pero la violencia juvenil entre pares es también un hecho social. No sólo ocurre una vez, sino que ha ocurrido muchas veces en el pasado y probablemente volverá a ocurrir en el futuro. Como fenómeno social que se expresa en porcentajes y frecuencias tiene una lógica, es decir, no es una realidad completamente arbitraria. El análisis social puede encontrar asociaciones, regularidades, factores asociados, circunstancias típicas, etc. Por eso resultan interesantes otro tipo de preguntas, tales como las que se hace Umberto Galimberti en el diario italiano La Repubblica, del día 13 de febrero del 2001. Su argumento se centra en una crítica del silencio como actitud típica de los docentes del establecimiento donde ocurrió el hecho. Será posible que los profesores que comparten cada día del año escolar alrededor de cuatro horas con los chicos no lleguen a conocerlos más que como alumnos de sus respectivas materias (alumno de matemáticas o de química, etc.), sin siquiera intuir qué es lo que tienen o no tienen en su cabeza y en su corazón? Vale la pena reproducir textualmente el razonamiento de Galimberti:

“Los profesores entran a clase. Pero realmente los miran a la cara a estos muchachos?

¿Los miran uno por uno? ¿Los llaman por su nombre , solo por su apellido, cuando les toman examen?

Saben que la generación de jóvenes con los que cada día trabajan tienen de una fragilidad emotiva impresionante, no por culpa de sus profesores, sino por culpa de las muy rápidas transformaciones económicas, sociales y tecnológicas a la que están sometidos? Saben que la emoción, si no encuentra el vehículo de la palabra recurre al gesto: gesto truculento de amor y gesto truculento de violencia?

Pero quién le debía enseñar a estos muchachos a hablar, a utilizar esa abundante literatura que está a su disposición, donde la cosa más importante es cómo una emoción encuentra la forma de palabra, de poesía y de sublimación del amor y del dolor? (….) A esa edad la literatura o es educación de las emociones, o más vale dejarla de lado y colocar a todos los estudiantes frente a una computadora para hacerlos eficientes en esta práctica visual y manual.

Queremos darnos cuenta que las emociones explotan en la adolescencia cuando los hijos frenan si no cierran la comunicación en la familia y la única salida comunicativa se encuentra en el ambiente escolar, el cual debe trabajar sobre estas emociones? Más aún, esta es su primera tarea, porque sin emociones no se crea ningún interés y sin interés no hay voluntad de aplicación.

Si la escuela expulsa de su ámbito la educación de los sentimientos, la emoción, cuando no se practica de un modo trágico (….) está a la deriva sin contenidos donde aplicarse, oscilando indecisa entre pulsiones de revuelta y tentaciones de abandono, recalando en lugares tales como el mundo de la discoteca, del alcohol y la droga, aunque sean éstos ejemplos extremos.

Todos saben que no hay aprendizaje sin gratificación emotiva y el descuido de la emotividad es el riesgo máximo que hoy corre un estudiante que va a la escuela. Y no es un riesgo menor porque si es verdad que la escuela es la experiencia más elevada donde se ofrecen los modelos de siglos de cultura, si estos modelos sólo se aprenden como contenidos de la mente sin convertirse en esbozos formativos del corazón, el corazón comenzará a transitar sin horizonte en ese nada inquieto, cuando no trágico, que ni siquiera el fragor de la música juvenil logra siquiera disfrazar.

Cuando hablo de corazón hablo de aquello que en la edad evolutiva irrumpe en la vida con esa fuerza desordenada y generativa sin la cual difícilmente los adolescentes encontrarían el coraje de proseguir la empresa. El saber transmitido en la escuela no debe comprimir esta fuerza, sino que debe ponerse a su servicio para consentirle una expresión más articulada en términos de escenarios, proyectos, inversiones, intereses. Finalmente lo que queda es la vida, y el saber es el mejor instrumento para expresarla.

No le pido a los docentes de hacerse cargo de la existencia de los jóvenes. No pueden, deberían haber tenido otra formación. Le pido sólo que reflexionen en ese breve fragmento de Freud, que en 1910 escribía: ‘la escuela secundaria debe hacer algo más que evitar de impulsar a los jóvenes al suicidio; ella debe crear en ellos el placer de vivir. Me parece incontestable que la escuela no haga esto y que en muchos aspectos se quede por debajo de su propia tarea, que es la de ofrecer un sustituto de la familia y de suscitar el interés por la vida que se desarrolla en el exterior, en el mundo”. (Humberto Galimberti, Le emozioni dei giovani e il silenzio degli adulti. En: La Repubblica, 13 febbraio 2001).

Existen dos figuras docentes típicas, que todos conocemos. Una es la (a veces “el”) maestra de nuestra vieja primaria; la otra es el profesor de la secundaria. La primera tiene una relación que tiende a la totalización, tanto en relación con la cultura y el saber, como con el niño. No se ocupa de enseñar una disciplina, ni siquiera se ocupa sólo de conocimiento. La maestra enseña todas las cosas de la vida. No sólo se dirige a la mente del niño, sino también y al mismo tiempo a su corazón. Difunde conocimientos acerca de las cosas de la naturaleza y la sociedad en que vivimos, pero también enseña criterios para distinguir lo que está bien de lo que está mal, lo que es bello de lo que es feo. Por otra parte, su interlocutor es el niño y no sólo el alumno (“niño que frecuenta la escuela”).

Es muy probable que conozca a “sus” niños en el conjunto de relaciones y ámbitos de vida que lo definen como agente social, y no sólo como aprendiz. Conoce su nombre y su apellido, su familia, cuantos hermanos tiene, cómo y donde vive. Está en condiciones de conocer también sus inclinaciones, sus gustos, sus cualidades afectivas, morales, sus inclinaciones, sus proyectos e incluso algunas de sus fantasías. A su vez, el niño tiene una relación total con su maestra. Ella es percibida como una emanación de la familia y le adjudica sin mayores conflictos una autoridad, condición tan necesaria para el éxito de cualquier empresa pedagógica. El niño, por lo general confía y quiere a su maestra, la mayoría de las veces sabe que puede contar con ella, que puede hablar con ella de cosas extracurriculares, es decir, de situaciones y problemas que vive incluso fuera de la escuela. La maestra es alguien con quien los niños pueden contar, como sus padres, hermanos y otros miembros de su entorno familiar.

El profesor de secundaria es un profesional especializado. Por lo general sus
condiciones de trabajo no se concentra en un solo establecimiento. Su relación con el saber es parcial, fragmentada, disciplinaria en el sentido tradicional del término. El profesor de matemáticas “maneja” sus contenidos curriculares, pero no tiene porqué saber ni siquiera la historia social de las matemáticas. El adolescente que tiene en frente durante el tiempo que dura su clase (no la jornada) es simplemente un alumno que por lo general identifica con un apellido. No sabe mucho de él, es raro que conozca a su entorno familiar significativo. Sólo tiene contacto con él cuando existen problemas graves de conducta o bien de rendimiento escolar. Su visión del alumno es extremadamente parcial. La misma no se corrige o enriquece mediante la interacción con sus colegas, que probablemente tengan acceso a otras facetas de los mismos alumnos. El profesor de química no sabe y no tiene porqué saber que esa chica que tiene tantas dificultades con el aprendizaje de su materia es una apasionada de la literatura. Y viceversa.

¿Quién se ocupa del adolescente en la escuela secundaria? En muchas instituciones existió la figura del tutor, es decir, de un adulto cuya tarea consiste precisamente en acompañar el aprendizaje y la experiencia escolar de los adolescentes en cuanto personas totales. Esa figura ha casi desaparecido de la mayoría de los establecimientos educativos públicos argentinos. Salvo raras excepciones (por ejemplo en el tercer ciclo de la EGB de la provincia de Santa Fe) se considera que un docente que no enseña no sirve para nada. Es un lujo que no nos podemos permitir en condiciones de severa crisis fiscal. Si faltan profesores de áreas básicas, si los salarios son tan bajos, gastar en pagar horas docentes para la función de tutoría parece un despropósito, un despilfarro. Lo primero es lo primero. Hay que invertir los puntos presupuestarios en funciones directamente docentes. La función de acompañamiento, de guía y orientación cognitiva, afectiva, emotiva de los adolescentes, la función de articulación (entre docentes, entre institución y familia, entre institución y la comunidad) son superfluas e improductivas. No interesan a nadie, ni a la administración ni al sindicato (que propicia la multiplicación de los puestos y el aumento de los salarios). ¿Quién se ocupa de los adolescentes que ni siquiera tienen una familia estructurada y en condiciones de sostenerlos en el difícil tránsito de la adolescencia a la juventud y la vida adulta, de la heteronomía a la autonomía?

La escuela no puede todo, pero la escuela de hoy, en general, no está a la altura de sus posibilidades y responsabilidades potenciales. Más aun en una sociedad que vive profundos procesos de transformación social y cultural que ponen en crisis todos los ámbitos de vida de los individuos, desde la familia y el barrio, hasta la escuela y el empleo. Quién se hace cargo de las tareas de reproducción biológica y cultural de una población donde la familia es diversa y menos dotadas en términos de recursos y capacidades, el barrio una realidad cada vez más anónima y anómica, la cultura, al igual que un mercado, ofrece valores, estilos, gustos, sentidos tan diversos como contradictorios, el trabajo no integra como una vez, los sistemas públicos de prestación social están en crisis y los individuos quedan cada vez más librados a su propia iniciativa y recursos para hacer frente a los problemas de subsistencia y a todos los riesgos que comporta la experiencia vital (la salud y la enfermedad, la seguridad, la vejez, los accidentes, el desempleo, las incapacidades temporarias o permanentes, etc.)?

Mientras algunos siguen insistiendo en mercantilizar la producción misma de la existencia social incluyendo los servicios tan necesarios, básicos, vitales, estratégicos y universales como la seguridad, la justicia, la salud y la educación, los síntomas de este individualismo negativo se multiplican día a día. La integración de la sociedad es cada vez más el resultado azaroso y casi milagroso más que un objetivo socialmente y conscientemente perseguido. La formación de las subjetividades en este contexto se vuelve extremadamente compleja. Ciertos grupos (por lo general grupos dominantes y/o con una fuerte identidad e integración) tienen capacidad de diseñar y controlar sus propios sistemas de subjetivación y por lo tanto de reproducirse como grupo. Otros (por lo general los grupos socialmente dominados) viven la experiencia de la desintegración en todos los niveles y experimentan dificultades crecientes para mantenerse integrados al conjunto social. Muchos de ellos se han desarticulado del conjunto social: no aportan nada al conjunto y tampoco reciben nada. “Sobran” y además tienden a adquirir una existencia más aritmética que real. Como grupo existen solamente en las estadísticas, pero tienen cada vez menos posibilidades de hacer oír su voz, de articular sus fuerzas, de constituirse en un actor colectivo capaz de participar con cierta eficacia en las arenas donde se juegan los principales juegos sociales que tienen por objeto definir reglas y orientar recursos. Cada vez son mas y cada vez cuentan menos. Cómo transcurre el proceso de socialización en estas condiciones? Qué sucede cuando las estructuras (familiares, laborales, barriales, etc.) que organizaban la vida cotidiana de los individuos se transforman bruscamente? Cuáles son sus impactos sobre sus propias identidades, sobre el sentido de la vida, el uso del tiempo y el espacio?.

La experiencia convierte al pasado en una especie de paraíso perdido, donde se tiende a exagerar los elementos positivos, mientras que el futuro se convierte en un no lugar, o el lugar del miedo y la inseguridad? Cómo se reorganiza la vida cotidiana del desempleado? Cómo emplea su tiempo quien ya no tiene horarios que cumplir, cosas para hacer, plazos que cumplir? Qué sucede con la subjetividad de quien pierde los lazos sociales que lo vinculaban a una familia? Qué sucede con los niños y adolescentes que de alguna manera “pierden” a sus padres por razones materiales (muerte, ausencia, sobreocupación, etc.). Quiénes son sus referentes inmediatos? En quién confía? A quienes puede pedir consejo? A quienes recurre en caso de conflicto o necesidad? Con quienes comparte temores y esperanzas, sueños, ambiciones y proyectos? El grupo de pares basta para garantizar el desarrollo afectivo, moral y cognitivo de los adolescentes? Qué significan “los amigos” en esa edad y en determinados niveles sociales? La escuela y el colegio, qué función cumplen en contextos de aislamiento y desintegración social? De dónde extraen los jóvenes los esquemas de orientación que les permitan escoger entre las múltiples y contradictorias opciones que le ofrece el mercado de los modelos de vida y comportamiento (gustos, consumos, sistemas éticos, estéticos, etc.)? Cómo orientarse en este laberinto cultural en que caracteriza a las grandes urbes de occidente? Cómo elegir la tribu en la que uno quiere vivir? En este contexto donde predomina la lógica del mercado incluso en el campo de la producción y difusión de sentidos del mundo, quién verdaderamente “elige” su modo de vida y su identidad?. Acaso los chicos “deciden” qué grupo
(“tribu”) frecuentar o ¿qué consumos musicales realizar? Quizás detrás de la desinstitucionalización de la sociedad no nos espera ni la autonomía, ni la libertad, ni la subjetivación, sino el determinismo más ciego y arbitrario de las cosas sociales. Es probable que en estas condiciones los individuos no sean más libres, sino que en el mejor de los casos se convierten en objeto de conquista del márketing permanentemente a la caza de consumidores, no sólo de productos materiales, sino también de ideas, de sentidos, de representaciones, e incluso de identidades del más diverso tipo, desde deportivas hasta religiosas.

Estas y otras preguntas deberían constituir temas de reflexión de todos aquellos que de una u otra forma tienen responsabilidades específicas en la formación de las nuevas generaciones

NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES PANAMERICANOS: por sus derechos, por el respeto, por su participación

23 septiembre 2009

El 21 de noviembre de 1989 se aprobó en las Naciones Unidas: la Convención por los Derechos del Niño, norma jurídica a la que se han acogido 191 países desde su aprobación en la asamblea de la ONU el 20 de Noviembre de 1989.

La realización en Lima entre el 21 y 25 de septiembre de XX Congreso Panamericano del Niño, Niña y Adolescentes, es propicia para este recuerdo. Sin embargo es bueno que la comunidad hoy se entere que hubo esfuerzos anteriores a la Convención que se vinieron dando como recordaremos a continuación.

El XX Congreso Panamericano del niño, niña y adolescente tiene una historia añeja que se remonta al inicio del siglo pasado, cuando en Europa se empezaron a realizar congresos internacionales para tratar temas que tenían que ver con la niñez. Esta iniciativa se extendió luego a América y en el año 1910 en la ciudad de Buenos Aires, bajo los auspicios de la Sociedad Científica Argentina se aprobó realizar el Congreso Americano del Niño. Hacia fines de 1915, en Buenos Aires, en conmemoración del centenario de la Independencia Argentina se convocó al Primer Congreso Panamericano del Niño. El temario de entonces trató sobre derecho, higiene, psicología, educación, asistencia a la madre y al niño, sociología y legislación industrial.

Montevideo, Uruguay en 1919 fue la capital donde se realizó el Segundo Congreso Panamericano del Niño. Se aprobó el proyecto para la creación d una Oficina Internacional Americana de Protección a la infancia. El tercer Congreso Panamericano tuvo lugar en Río de Janeiro, Brasil en 1922 reiterándose entonces la importancia de la fundación de la oficina. En Santiago en el año 1924 fue nombrada una Comisión que tuvo el encargo de negociar con el Consejo Nacional de Administración del Uruguay la creación de la Oficina Internacional Americana del Niño, hoy denominado Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes.

Fue en Cuba en el año 1927 donde se realizó el quinto Congreso, donde el punto central fue la inauguración del Instituto Internacional Americano de Protección a la Infancia…

La secuencia cronológica de los Congresos siguientes puede resumirse así: 1930 – realizado en el Perú; 1935 México; 1942 USA; 1948 Venezuela; 1949, el 22 de abril el instituto Internacional Americano de Protección a la Infancia se incorpora formalmente a la OEA, manteniendo su sede original en la ciudad de Montevideo, Uruguay; 1955 Panamá; 1959 Colombia; 1963 Argentina; 1968 Ecuador; 1973 Chile; 1977 Uruguay; 1984 USA; 1993 Costa Rica; 2004 México.

A pesar de todas las incomprensiones, de las crisis hemisféricas y de las coyunturas de los países en estos 90 años transcurridos se ha afirmado la institucionalidad trabajando de manera conjunta en la mejoría de las condiciones y de la calidad de vida de los niños, niñas y adolescentes de nuestra América. En todo este tiempo las temáticas, enfoques conceptuales relacionados con el trabajo con la niñez y adolescencia han ido modificándose en función de las transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas de la región, así como los avances en materia de acuerdos internacionales referidos a los derechos humanos y las demandas de los Estados miembros en el ámbito de las políticas públicas con relación a la infancia, marcándose un hito fundamental promoviendo primero y luego la firma de la Convención de los Derechos del Niño y la aprobación por los países a nivel mundial.

El 25 y 26 de agosto pasado, previo al XX congreso se realizó en Buenos Aires organizado por la OEA Departamento de Asuntos Internacionales y el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN), el Foro con la Sociedad Civil. Dicho Foro ofreció un espacio para el diálogo y el intercambio de ideas entre las organizaciones civiles que desarrollan programas a favor de la niñez y monitorean la puesta en marcha de las políticas de los Estados Miembros y en algunos casos que trabajan con ellos en pro del bienestar de la niñez en las Américas.(Telam,24 de agosto) Los temas tratados en este foro han sido: la conmemoración del 82º Aniversario de la fundación del IIN, los 60 años de su integración como Organismo Especializado de la OEA y los 20 años de la Convención sobre los Derechos del Niño; las políticas públicas en los sistemas de protección integral, incluyendo los sistemas locales; la participación infantil-adolescente en la construcción de la ciudadanía y la incidencia en las políticas públicas; y el desarrollo de la cooperación internacional, regional y bilateral en las políticas públicas.

Las Recomendaciones de este Foro con la Sociedad Civil son muy importantes. Es por ello conveniente resaltar aquellas que sin duda enriquecerán una propuesta que permita hacer realidad aquello que preocupa a las instituciones y organizaciones, que ven a estos acuerdos como un saludo a la bandera. Glosaremos aquellas que nos parecen importantes políticamente pues aportarán a la construcción de una sociedad solidaria, equitativa, inclusiva.

En relación a Políticas Públicas en los Sistemas de Protección Integral, incluyendo los Sistemas locales Se considera que existe en la Región, una preocupación presente en varias cumbres y foros, pero hasta la fecha existe una falta de implementación de políticas públicas que garanticen plenamente los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes.

Otra de las recomendaciones guarda relación con las políticas públicas en los sistemas de protección integral, incluyendo los sistemas locales. Sobre el tema expresa que los Estados diseñen y ejecuten políticas integrales que garanticen todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, y culturales de todos los niños, niñas, y adolescentes, considerando la interdependencia de los mismos y la consecuente integralidad que deben tener las acciones dirigidas a su cumplimiento. Para ello los derechos del niño, niña y adolescente deben ser tratados de manera transversal en las políticas de los Estados y en aquellas originadas en instancias supranacionales de la Región. Los planes de desarrollo de los países, las estrategias de lucha contra la pobreza, las estrategias y planes regionales entre otros, deben considerar estos derechos y las decisiones deben ser incluyentes respetando la diversidad socio cultural y las particularidades relacionadas con el desarrollo infantil: primera infancia, infancia y adolescentes.

Recomienda además, la instalación y desarrollo de Sistemas de Protección Integral descentralizados y organizados en los distintos niveles de gobierno, incluyendo a los sistemas locales, estructurados de modo interinstitucional e intersectorial. Esto implica la elaboración de leyes y reglamentos que institucionalicen sus acciones y diferencien el rol de los garantes, corresponsales y sujetos de derechos. Asimismo se recomienda abandonar las prácticas basadas en la situación irregular y construir nuevas prácticas que respeten los derechos de los niños, niñas y adolescentes, contando con recursos humanos competentes y recursos económicos adecuados, que garanticen la calidad y eviten la precarización de los servicios prestados. Además deberá garantizarse la inversión pública extendida a los niveles locales y cuando los recursos propios no alcancen realizar búsquedas de cooperación internacional. El canje de deuda por inversión en niñez, es un recurso importante a ser considerado por los Estados.

Asimismo se recomienda que los Estados permitan crear los espacios necesarios y mecanismos para que la sociedad civil participe mediante las organizaciones de niños, niñas y adolescentes en el proceso de definición, ejecución, monitoreo y evaluación de las políticas de niñez y adolescencia, reconociendo las acciones de incidencia y exigibilidad de la sociedad civil como aportes significativos para el efectivo cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Estos espacios de participación deben ser permanentes y deben institucionalizarse. También se debe contar con sistemas integrales que recojan, sistematicen y difundan información sobre la niñez, la adolescencia y sus derechos.

Finalmente se recomienda en este acápite que los Estados tengan en consideración las recomendaciones formuladas en el Estudio Mundial sobre violencia contra los niños, niñas, y adolescentes, adoptando las medidas necesarias para prohibir toda forma de violencia legalizada contra niños, niñas y adolescentes, propiciando la prevención y fortaleciendo los compromisos en cuanto a la formulación de planes de acción nacional relativos a la violencia contra los niños, niña y adolescentes.

Otra recomendación es la relativa a la participación infantil-adolescente en la construcción de la ciudadanía y la incidencia en las políticas públicas. Si bien se ha convocado a los niños, niñas y adolescentes para consultarles su opinión sobe los temas a verse en el Congreso y si bien existen organizaciones nacionales con más de 30 años de trayectoria y organizaciones de redes de niños, niñas y adolescentes a nivel regional, el desarrollo de los procesos de participación es dispar y discontinuo. Los Estados acogen la iniciativa en discursos pero no facilitan la promoción y garantías para que este principio se haga realidad. Por ello tanto las convocatorias como la participación siguen siendo formales.

Por todo ello se recomienda: “(1) Fortalecer la participación de los niños, niñas y adolescentes como un derecho y difundirla como tal para el conocimiento de la ciudadanía y en especial de los propios niños, niñas y adolescentes a quienes se debe garantizar información al respecto. (2) Reconocer la importancia del ejercer la participación para el aprendizaje de la democracia, la construcción de ciudadanía y de una cultura de la paz. (3) Impulsar y garantizar la participación como práctica permanente de las relaciones intergeneracionales del adulto con los niños y niñas, especialmente en los ámbitos de la familia y la escuela, a través de acciones que propicien relaciones familiares más democráticas y el aprendizaje de nuevas pautas de crianza. Las políticas educativas, deben incluir la preparación de los docentes para promover y sostener, prácticas participativas en la escuela y en modalidades no formales. (4) Incluir la participación de niños, niñas y adolescentes en las propuestas de políticas y planes de niñez y adolescencia de los Estados, incorporando a los propios niños, niñas y adolescentes en la formulación, implementación, monitoreo y evaluación de las políticas públicas. Los Estados deben promover y apoyar, identificar y reconocer los espacios de participación generados. (5) Garantizar el goce y ejercicio de los derechos que engloban el principio de la participación para todos los niños, niñas, y adolescentes sin discriminación de ninguna índole, brindando oportunidades a los grupos de niñez y adolescencia históricamente excluidos en los procesos de participación, tales como los pueblos originarios, las minorías étnicas, las niñas y los niños con discapacidad, los afrodescendientes, los niños y niñas institucionalizados, los niños y niñas en conflicto con la ley, los niños y niñas viviendo con VIH – SIDA, entre otros. Para lo cual se deben reconocer y valorar las distintas experiencias de participación y formas de expresión de los niños, niñas y adolescentes. (6) Diseñar estrategias, metodologías y pedagogías para garantizar la participación de niños y niñas en todos los ciclos de desarrollo: primera infancia, infancia y adolescencia. Estas deben comprender que el ejercicio de los derechos que engloba el principio de participación, conlleva una diversidad de expresiones y representaciones de los niños, niñas y adolescentes, como también respetar las formas de participación, ancestrales, propias de la diversidad cultural de nuestros pueblos. (7) Se deben formar recursos humanos que puedan propiciar, acompañar y fortalecer los procesos de participación infantil. Es fundamental recurrir a la experiencia acumulada por la sociedad civil en el acompañamiento de estos procesos. (8) Se debe tomar como referencia la Observación General Nº 12 del Comité de los Derechos del Niño, sobre el derecho a la opinión, expresado en el artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño, para impulsar este aspecto de la participación, tanto a nivel individual como en relación a los colectivos de niños, niñas, y adolescentes.”(FORO CON LA SOCIEDAD CIVIL. PREVIO AL CONGRESO PANAMERICANO DEL NIÑO, LA NIÑA Y ADOLESCENTES. Hotel Las Nacionaes – Buenos Aires – Argentina, 25 y 26 de agosto de 2009)

Hasta aquí la historia, el recuerdo y las propuestas del antes y para el Congreso Pero como país anfitrión, además de las atenciones protocolares ¿cómo nos hemos preparado? ¿qué presentamos? ¿qué aportamos a los importantes temas que se debatirán?

En la revisión de los diarios de agosto y lo que va de septiembre se dio cuenta que en Lima y en el interior del país niñas, niños y adolescentes se reunieron para trabajar propuestas de solución a los temas que les preocupan, como parte de la Movilización Nacional por el Derecho a la participación que convoca la CONADENNA. Se da cuenta, además del XIII Encuentro Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes para analizar y elaborar propuestas a partir del tema “La opinión de las niñas, los niños y adolescentes sobre la situación de sus derechos a 20 años de la Convención sobre los Derechos del Niño, con énfasis en la Participación”. Asistieron representantes de todas las regiones del país.

El 10 de septiembre la delegación de Niñas, Niños y Adolescentes expusieron sus propuestas ante el presidente Alan García. Previamente recorrieron las calles de Lima en la denominada “Caravana por los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes”.La Ministra de la Mujer Nidia Vilchez expresó que los niños entregaron conclusiones relacionadas sobre la erradicación del maltrato infantil, la trata, el trabajo infantil.

Consideramos que estos trabajos van a ser debatidos en el I Foro Panamericano de Niños, Niñas y Adolescentes en cuatro talleres:1) ejercicio de los derechos de niña, niños y adolescentes en la región. Balance, retos y desafíos; 2) opinar sobre la participación en la región basados en el informe de la situación de cada país sobre participación de niños, niñas y adolescentes; 3) análisis de la situación de los sistemas de protección a nivel regional que garanticen la participación y los demás derechos en la vida cotidiana y en la esfera pública; 4) análisis de la participación de los adolescentes en la construcción e implementación de las políticas públicas a la luz de los avances de la Convención por los Derechos del Niño.
Frente a todo esto una preocupación, las declaraciones recogidas por el diario El Comercio en una entrevista que se le hizo el 8 de septiembre. El señor Cebrián Plácido, secretario ejecutivo de CONADENNA expresó lo siguiente, antes las preguntas: ¿En el Perú se respetan los derechos del niño y del adolescente? Existen diversos planes y políticas pro niño y adolescente, pero no se implementan por un tema de presupuesto o priorización. ¿Cómo se seleccionó a los participantes en el encuentro nacional? Los integrantes del colectivo de Conadenna los eligieron en base a congresos locales en las diferentes regiones. ¿Qué metodología se aplica en la cita? Una metodología lúdica. ¿Las conclusiones no caerán en saco roto? No, porque los integrantes del Estado que son parte de Conadenna se deberán encargar de que, ahora sí, sean tomadas en cuenta.
Evidente que el niño, la niña y el adolescente de las clases populares son los que más sufren la indiferencia del Estado, de los adultos y de instituciones que se dicen especializadas.
Los medios de comunicación se han esmerado estos días en publicar noticias nefastas, sin ningún respeto por los niños, las niñas y adolescentes.”7,300 denuncias de maltrato a menores recibió el MINNDES” (El Peruano, 10 de Septiembre). “17.5% de adolescentes son embarazadas cada año” (El Peruano, 14 de septiembre). “Albergues acogen a diario a cinco niños” (El Peruano, 14 de septiembre). “Menores de edad trabajan 20 horas al día sin remuneración” (CPN Radio.13.09.09) ¿No existirá una noticia más positiva en donde el niño, la niña y el adolescente sea protagonista? ¿Tan escasos son los resultados de nuestro sistema educativo? Creemos que el niño, la niña y el adolescente aún es “invisible” como persona, como protagonista para el país. Sólo cuentan aquellos que concursan en eventos que el sistema permite promover, claro pero al costo de las tandas comerciales, de la promoción de avisos.
Para terminar algo preocupante según dijo el Jefe de Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo consideró que el Perú es un país con alta desigualdad en desarrollo humano. Pese a haberse mejorado la situación respecto a épocas pasadas se debe mejorar la calidad de los servicios de salud y educación… “Hay que dar voz a ciertos grupos. Las medias urbanas tienden a estar más representadas” afirmó el representante. (RPP. 11 de septiembre)
El Presidente de la República en la visita que le hicieron los niños, niñas y adolescentes, no tuvo mejor mensaje que el siguiente “…más allá de hablar de derechos, deben plantearse desde ahora obligaciones y deberes para ser ciudadanos responsables. El primer deber de un niño es saber que la libertad se consigue con mayor conocimiento; el primer deber es estudiar más”, insistió. Les mencionó que el Gobierno quiere hacer una transformación educativa exigiendo más capacitación a los profesores y a los niños, porque considera que un país no funciona si niños y profesores trabajan al menor esfuerzo y se satisfacen con calificaciones de 11 para pasar el año.”. Ni una referencia a las conclusiones que le alcanzaron. Palabras para los invitados, para la radio y la TV, pero nada sustantivo, nada de compromiso, ningún respeto por los derechos por los que nuestros niños, niñas y adolescentes vienen luchando y con ellos instituciones y personas dedicadas a este trabajo no visible pero sí político y comprometido. Todos merecen el respeto y reconocimiento. ¿Cuál es el mensaje que damos como país anfitrión? Una pena, a pesar de la alegría que emanan niños, niñas y adolescentes panamericanos en estos días. No marchitemos la esperanza.
(19.09.09)