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PAPEL SOCIOCOGNITIVO DE LA ESCRITURA (i)

11 abril 2014

Lucía Obando Velásquez

Profesora Asistente Universidad Pedagógica Nacional – Colombia

INTRODUCCIÓN

El Propósito de esta sencilla reflexión es presentar, en primer lugar, algunas ideas acerca del papel que la escritura ha desempeñado en el desarrollo de la humanidad, especialmente, el que está cumplido como elemento estructurador de la identidad y de la actividad práctica, como transmisor de los saberes culturales y como mediador de conocimiento. En segundo lugar, se abordará la ubicación de la escritura en el ámbito de la ciencia cognitiva y el reconocimiento de ésta como proceso.

 La escritura surge y se desarrolla como una actividad consciente y como resultado de la estructuración de una serie de operaciones mentales en las que los procesos psicológicos superiores se ven implicados. Además, la aparición de la imprenta en primer lugar, trajo consigo una serie de cambios de tipo perceptual y cognitivo, pues la manera como ésta sitúa las palabras en el espacio, exige una manera distinta de percepción visual, lo que ha permitido que se considere más fácil leer textos impresos que los manuscritos; en segundo lugar, propició la lectura silenciosa y a la vez a la más rápida, quizá porque la información visual, propia del texto escrito, presentada con unos caracteres más homogéneos, exige menos fatiga al ojo durante la percepción y facilita su lectura. Y, en tercer lugar, trajo consigo la consolidación de la lectura como práctica social, puesto que leer permite la apropiación de los saberes que se difunden en los textos y que circulan en la sociedad, cumpliendo funciones específicas y permitiendo el acceso a las ideas y formas de pensar de otros. Es decir, la alfabetización tiene raíces sociales y culturales muy profundas y puede ser entendida como el desarrollo de las competencias para hablar, escribir, leer y pensar de manera crítica y productiva.

 De la misma manera que la conciencia humana es un fenómeno complejo, lo es también la escritura como una de las competencias comunicativas propias de los sujetos, pues de alguna manera ésta es una forma de expresión de la conciencia humana.

 Para Vigotsky y Luna escribir es un proceso que emerge como una parte íntegra de la conciencia humana, es nuestra capacidad de comunicarnos, de intercambiar conceptos e ideas y funcionar en el contexto social de nuestras vidas. Así, la escritura refleja nuestra conciencia social. Sin ella nuestros desempeños se hacen precarios, nuestra participación en la vida social se limita y nuestro potencial como sujetos sociales y cognoscentes no logra su proyección y actualización.

 Las palabras como unidades lingüísticas básicas, implican no solamente un significado, entendido como “el sistema de relaciones que se ha formado objetivamente en el proceso histórico” (Luria, 1979: 49), sino que son unidades fundamentales de la conciencia que reflejan el mundo externo.

 El proceso de escritura no es un simple comportamiento mecánico que permite relacionar símbolos impresos con sonidos y con significados literales asociados; es un proceso de mayor complejidad que vincula con la realidad del mundo y las necesidades sociales del individuo.

 

2. SENTIDO DE LA LENGUA ESCRITA

2.1 Estructura la identidad

 La identidad personal hace referencia a la representación del sujeto, involucra un nombre, una nacionalidad, una procedencia social y étnica. En la vida cotidiana se incorporan un conjunto de acciones verbalizantes sobre la percepción de lo que uno es, lo que significa para los demás y lo que pretende ser.

 Las sociedades siempre han buscado un nombre para cada uno de sus miembros y con él evidencian, socialmente, la importancia que tiene poseer nombre propio, puesto que una vez que nace la criatura y aún antes de que esto suceda, sus padres eligen un nombre que, por lo general, refleja las relaciones afectivas, la memoria cultural, la preservación de la genealogía familiar y hasta el sentido de pertenencia.

 Las sociedades han institucionalizado estos registros y han tratado de universalizar los datos y el tipo de documentos que deben circular en las comunidades como manifestación de la identidad de sus sujetos.

 Además del nombre, todo ser humano pertenece a una nacionalidad que se registra en el código lecto-escrito propio de cada comunidad. Con los documentos expedidos (por ejemplo la cédula de ciudadanía y pasaporte) se le identifica y se le reconoce en el concierto mundial de las naciones y en su propio país.

 El lenguaje, tanto oral como escrito, es una construcción social y por ello es necesario que se permita la expresión del mismo para alcanzar no sólo la identidad, sino un desempeño responsable y autónomo que facilite una toma de decisiones y una participación activa, consciente y decidida como corresponde a todo ser social, a todo ciudadano, pues no podemos perder de vista que a los analfabetos de América Latina se les negaba, hace algunos años, el derecho a votar, lo cual ponía en evidencia la forzada correlación que se ha tratado de encontrar entre analfabetismo, democracia y desarrollo.

 2.2 Estructura la actividad práctica

Los seres humanos comienzan a dominar el entorno social gracias al lenguaje; cuando la capacidad lingüística avanza, éste se convierte en orientador de la acción de los miembros de las comunidades. Gracias al lenguaje, se estructuran las actividades sociales. Es por ello que encontramos diversos usos de éste en la casa, la calle, la escuela, los gremios, las asociaciones y las diferentes instituciones; al igual que usos distintos de acuerdo con el sexo, la edad o los estratos y los status sociales.

 Del estudio de esas formas diversas de comunicación, en el ámbito social, se ocupa la sociolingüística, que como ciencia interdisciplinaria estudia las mutuas relaciones entre estructura social y estructura lingüística, pues como lo plantea Hymes (1966) estos dos sistemas poseen una estructura análoga.

 En el marco de cada una de las diferentes organizaciones sociales antes mencionadas, las actividades humanas son controladas por el “uso regulador de la escritura”. Se han instaurado diversas formas de control social (de control de las acciones humanas) a través del empleo de escritos que funcionan como órdenes, prohibiciones y mandatos. Prueba de ello son los escritos que encontramos con frecuencia y que funcionan como órdenes: “Prohibido el acceso a particulares”, “No pase sin ser invitado, “No fume”, etc.

 Además, se encuentran también los estatutos, las normas y las leyes que exigen el cumplimiento de las disposiciones. Este tipo de discurso escrito tiene una finalidad reguladora y muchas veces es coercitivo.

 En las instituciones educativas, por ejemplo, las tareas que se asignan tienen, por lo general, un efecto regulador y se imponen más como castigo que como actividad que permita desarrollar conocimiento despertar una actividad que permita desarrollar conocimiento, despertar una actividad investigativa o incentivar hacia el empleo del tiempo libre- Otra forma de control se ejerce a través de las calificaciones, del observador del alumno, del reglamento, de los horarios, etc.

 Las diversas formas de control, a las que nos hemos referido, aparecen escritas y se imponen sin tener en cuenta el grupo social al que van dirigidas; no se involucran el escucha, y la argumentación frente a la validez de las normas y la búsqueda de construcción colectiva antes de que ellas aparezcan escritas. Unos pocos se ocupan de escribirlas y la gran mayoría debe acatarlas.

 Por otra parte, debemos señalar que la escritura da poder, puesto que quien escribe tiene la posibilidad de acceder a una gran cantidad de información que le es negada al ágrafo. No podemos olvidar que a través de la historia de la humanidad los letrados han ejercido cierto poder y que a ellos se les encomendaban ciertas tareas. Por ejemplo en la Edad Media los monjes, los sacerdotes y los escribientes eran los encargados de guardar e interpretar los códigos y las religiones. Esto les dio poder sobre el pueblo. En muchas oportunidades ese acceso a la información escrita se utilizó para manipular.

APRENDER SOBRE OTROS MAESTROS Y OTRAS PRÁCTICAS

5 mayo 2013

Martha Vargas de Avella / Coordinadora Regional / Proyecto Materiales Educativos CAB/GTZ
En: MATERIALES EDUCATIVOS CONCEPTOS EN CONSTRUCCIÓN / LOS MATERIALES EDUCATIVOS, HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO

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El saber se nutre en el trabajo colectivo, en el compartir con el colega, cuya experiencia vivida resulta tan importante como la acumulada por los pedagogos que a lo largo de la historia de la educación han construido el acervo teórico que hoy nos permite desentrañar el valor de la pedagogía como el saber fundante sobre el cual se construyen los conocimientos de alumnos, maestros y comunidades.
La vida y obra de los grandes pedagogos revela el reconocimiento que las comunidades humanas dan a la educación como el factor fundamental para alcanzar sus metas, ideales y aspiraciones. Aprender de esos aportes que desde la teoría y la práctica permanecen vigentes y aprender también de aquellos cuyo pensamiento se ha cuestionado, significa aprender sobre los orígenes y la historia de la pedagogía.
Los pedagogos consagrados, fueron los protagonistas del quehacer educativo en su momento histórico. De la reflexión sobre sus prácticas surgen los conceptos que han permitido la evolución histórica de la educación. En esas historias, la de la educación y la de la pedagogía, se debe escudriñar para encontrar las causas de los fracasos de la sociedad en sus intentos por permanecer, pero también para encontrar los aciertos de las sociedades en sus propósitos de avanzar para circular las concepciones filosóficas y políticas que conviene mantener, afianzar o transformar.
Es necesario aprender de los maestros en ejercicio, de los colegas cuya práctica revela un predominio de la pedagogía para dar sentido a a la formación de los alumnos. Se debe aprender de los jóvenes profesores, portadores de las ideas y conceptos más actualizados, dotados de un espíritu de renovación y con convicciones claras sobre su papel de formadores. También de los viejos maestros con ideas renovadas, dotadas de una experiencia de vida que los convierte en testigos de los cambios, las transformaciones, los obstáculos y los logros en la tarea de formar, quienes poseen la lucidez que se deriva del contacto con muchas generaciones de jóvenes, de niños y niñas.
Los maestros y maestras deben aprender sobre sí y sobre sus colegas. Las asociaciones en grupos de estudio surgen del interés por el saber, por el indagar, por el construir juntos, da lugar a nuevos grupos que, bien sea por afinidad en la formación, o bien por interés en la práctica compartida, son el comienzo de comunidades estudiosas, interesadas por la investigación y que producen avances teóricos y científicos que enriquecen la educación.
Esto implica que el aprender de los educadores se debe dar en intercambios colectivos, en grupos de análisis y debate, de diálogo entre pares que confrontan sus experiencias y constituyen una verdadera masa crítica, con la capacidad de discernir y de optar con criterio autónomo, desde una racionalidad analítica, por los cambios necesarios. En estas interacciones, los educadores superan la racionalidad instrumental porque se descubren como agentes de cambio y no como instrumento de los cambios que otros deciden.

EL AULA COMO ESPACIO PARA CONSTRUIR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN: APORTE DE LOS MATERIALES EDUCATIVOS

30 abril 2013

Martha Vargas de Avella / Coordinadora Regional / Proyecto Materiales Educativos CAB/GTZ
En el libro: MATERIALES EDUCATIVOS / CONCEPTOS EN CONSTRUCCIÓN / LOS MATERIALES EDUCATIVOS, HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO

La calidad se ha convertido en un término de utilización común en la educación actual. Sus compresiones son variadas como también sus formas de abordarlas. Es un concepto que se incorporó a la educación desde el ámbito de la gestión empresarial; es decir, la calidad en un principio fue entendida como producto o servicio para satisfacer las necesidades de quien la demanda.

Desde esta perspectiva, la calidad educativa es un producto cuya eficiencia se comprueba a través de índices de matrícula, retención, promoción de estudiantes, años de escolaridad y monto de los presupuestos dedicados por los sistemas sociales a la educación.

Esta comprensión de la calidad, vigente hasta 1989, condujo a una concentración de las acciones políticas en factores como el incremento de la cobertura y la capacidad de retención de los sistemas. La evaluación y la valoración de los sistemas educativos se centró en las variaciones de estos indicadores y en efecto, a nivel universal, hubo modificaciones positivas tanto en cobertura como en tención, pero no se produjo ningún mejoramiento en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Con la Declaración Mundial sobre Educación para Todos en 1990. Se cambia la concepción de la calidad y se incorporan nuevas dimensiones a su conceptualización.

“Que el incremento de las posibilidades de educación se traduzca en un desarrollo genuino del individuo o de la sociedad, depende en definitiva de que los individuos aprendan verdaderamente como resultado de esas posibilidades, esto es, que adquieran conocimientos útiles, capacidad de raciocinio, aptitudes y valores.” (Jomtien, 1990)

Esta manera de ver la calidad de la educación satisface a quienes la consideran en cambio, como actividad social y como proceso de construcción humana mas que como producto o servicio. La educación es de calidad si por sus resultados se mejora la calidad de vida de las personas, si los estudiantes alcanzan los desempeños socialmente esperados y por su influencia, se cumplen los propósitos de equidad y bienestar social de los pueblos.

El término calidad de la educación por su amplia difusión, se ha desdibujado y aparece en el ambiente educativo con tantos matices y significados que apreciarla o medirla depende de quién realice la estimación. Es decir, está sometida a la apreciación subjetiva de los propios individuos.

Para el Proyecto Materiales Educativos se optó para una comprensión de la calidad de la educación como “gestión basada en la escuela”, identificando unas condiciones que resultaran acordes con los proceso de Reforma Educativa que se adelantan en los países participantes en el Proyecto.

Las condiciones planteadas fueron las siguientes:

• Responsabilidad de la gestión a cargo del propio centro educativo. Esto significa asumir que es la escuela quien gestiona el proyecto educativo bajo su responsabilidad y que son las autoridades escolares, los docentes, padres de familia y alumnos quienes por consenso avanzan hacia el logro de las metas que las escuelas se proponen lograr. Este es un sentido de búsqueda de la autonomía de la escuela para cumplir sus compromisos con la sociedad.

• Autonomía en la decisión. El logro gradual de niveles de autonomía, permite que la escuela se convierta en un ambiente democrático y colaborativo, dentro del cual, las decisiones que afectan a todos los actores, deben ser tomadas por ellos mismos.

• Modelo de dirección, fundamentado en la participación equilibrada de las diferentes instancias que actúan en la vida escolar y que se refleja en las aulas, porque ellas son el espacio donde ocurre la formación de los ciudadanos; en consecuencia, el objetivo fundamental de la dirección participativa es crear el clima y posibilitar los recursos que incentivan la colaboración.

• Un nuevo sentido del control, entendido fundamentalmente como mecanismo que asegura el avance hacia las metas de calidad que se han establecido por consenso, de manera que es posible, replantear, adecuar, corregir, operar sobre los factores y variables que dificultan el logro del proyecto educativo escolar.

Esta conceptualización significa que las responsabilidades en la calidad de la educación no están por fuera del aula, no son decisiones externas a la escuela. El desarrollo de los proyectos educativos no opera como una imposición de los Ministerio de Educación; se toman en cuenta y respetan los lineamientos trazados en la política educativa, en los currículos vigentes, pero la responsabilidad de su materialización en acciones formativas es de la escuela y no de la escuela en abstracto, sino de ella, inmersa en una realidad histórica y cultural que es conocida por los educadores; realidad que se transforma en las aulas, en el ejercicio cotidiano de la pedagogía.

La revalorización del trabajo de aula por parte de los maestros y maestras del Proyecto Materiales Educativos, ha logrado que el concepto de “calidad de la educación” adquiera un nuevo sentido. El aula como espacio de interacción permanente, del diálogo, la búsqueda y la construcción personal y colectiva es el sitio para lograr calidad de la educación.

Este concepto teórico se construye de manera práctica en las aulas del Proyecto se verifica, en la medida en que los niños y las niñas después de seis meses de iniciada la experiencia, no sólo mejoraron sus resultados académicos, sino, además, empezaron a expresar su cariño por la escuela. En los tres países, al iniciar el nuevo año escolar no se registró deserción en las escuelas piloto. Los alumnos estaban deseosos de regresar a las aulas para utilizar sus materiales educativos y disfrutar esta nueva forma de aprender.

Las transformación educativas ocurren en las aulas y son posibles, si los educadores comprenden acciones conscientes hacia propósitos definidos pero a la vez flexibles, que den lugar a acontecimientos inesperados fruto de la creatividad, la participación, la dinámica de los niños y las niñas y de la incorporación de los materiales educativos ya que su adecuada utilización da lugar a situaciones de aprendizaje nuevas, muchas veces no planificadas.

En las escuelas del Proyecto los acontecimientos cotidianos en las aulas pasaban desapercibidas por los maestros y maestras. La rutina diaria impedía escuchar atentamente los comentarios, las preguntas e inquietudes de los alumnos; el movimiento y la propia risa de los niños y niñas eran reprimidos por considerarse perturbadores. En la medida en que comenzaron a transformarse las aulas, todos estos factores se canalizaron a favor de los aprendizajes congnoscitivos, del desarrollo de habilidades y destrezas procedimentales y actitudes y valores.

La circulación libre y respetuosa de los alumnos, el manejo del espacio, fueron motivos de reflexión por parte de las niñas y los niños. El tomar conciencia sobre la importancia de no perturbar al compañero, de moverse cuidadosamente, de reconocer el aula como un espacio que se comparte, fueron aprendizajes actitudinales. “El movimiento es un factor indispensable para la construcción de la conciencia.” Esta frase de Montessori expresa la importancia que tiene en la formación de los alumnos el desarrollo gradual de la noción de espacio, de disponibilidad y manejo del mismo; el desplazamiento y el movimiento corporal que le permiten al alumno construir los conceptos de equilibrio y orden, de respeto por el lugar de compañeros, hasta que, poco a poco descubre las formas de controlar los ritmos de desplazamiento de un sitio a otro sin perturbar a los demás.

El aula es sin lugar a dudas, el espacio para el crecimiento integral de las niñas y los niños y no un sitio cerrado donde los alumnos están tristes, se aburren e inmovilizan. Ella es, como concepto más amplio, el lugar donde ocurren las interacciones entre los sujetos, en torno al conocimiento como objeto de aprendizaje. El aula, sea ella pequeña o un amplio espacio, es el sitio dentro del cual se aprende. Se aprende intersubjetivamente y del ambiente.

Este espacio para crecer y para aprender es pues, el lugar del desarrollo humano, de la cooperación y del encuentro. El aula en síntesis, es el lugar de la pedagogía y en consecuencia del mejoramiento de la calidad de la educación. La construcción que tome en cuenta de los diferentes factores que inciden sobre la formación del niño, ocurre fundamentalmente en las aulas y las transformación de las aulas es el comienzo de la transformación de la escuela. Todos los lugares de la institución tienden a modificarse, por modestos y pequeños que sean. El Proyecto Materiales Educativos cuenta con un caso ejemplar de esta transformación.

La escuela de Villa Callapa, en La Paz, era la más pequeñas y deteriorada de las escuelas del Proyecto. La idea de transformarla desde la actividad que se desarrollaba en las aulas, ocurrió poco a poco. Primero con la incorporación de los materiales educativos y la necesidad de organizarlos en rincones de aprendizaje, al alcance de los niños y las niñas. El pequeño patio de recreo, las baterías de baños, la oficina del director, se fueron incorporando como un aula más, en el sentido de que las interacciones que ocurren en cada espacio, son oportunidades de aprendizaje para los niños y las niñas.

Seis meses más tarde, la misma modesta escuela, se había transformado en un ambiente decoroso, con nuevo concepto de convivencia y responsabilidad, en donde los aprendizajes de los niños y las niñas se han incrementado, como lo demostró la investigación de seguimiento del Proyecto; los maestros y maestras, el director, los padres de familia y los alumnos, han realizado reparaciones, adecuaciones del local y dotaciones para convertir a la escuela desde sus aulas, en un lugar para aprender.

Las escuelas en este proyecto de transformación logran establecer muchos vínculos; cuando en ellas ocurren cambios importantes en la dinámica de la cultura escolar y en los aprendizajes de los alumnos, las comunidades empiezan a interesarse y no sólo los padres de familia, sino las autoridades locales y también las organizaciones de la sociedad civil, se convierten en aliadas de los cambios. Este fue el caso de Villa Callapa.

Los alumnos y las alumnas aprenden cuando su participación en el aprendizaje es activa, cuando pueden establecer amplias redes de significado en relación con el mundo físico y social que les rodea. Esa participación debe ser facilitada por los educadores, orientando los procesos hacia las posibilidades de construcción personal, a partir de los conocimientos que ya poseen los alumnos para que éstos sirvan de fundamento de los nuevos aprendizajes. Los maestros y maestras deben diseñar actividades que estimulen a sus alumnos a observar, analizar, opinar, formular hipótesis, buscar soluciones, a descubrir el conocimiento por sí mismos.

La tarea de convertir el aprendizaje en un verdadero acto de conocimiento, es un reto para los educadores porque su trabajo consiste en organizar sus aulas de clase como ambientes para que los estudiantes aprendan a aprender y aprendan a pensar. Por ello, se deben crear ambientes adecuados para que los niños y las niñas: observen, clasifiquen, jerarquicen, descubran por sí mismos; en esta tarea, los materiales educativos como apoyo didáctico juegan un importante papel.

A partir de las experiencias realizadas en el Proyecto Materiales Educativos, ha sido posible dilucidar la importancia de lo que ocurre en las aulas. Los maestros y maestras han materializado el concepto de calidad de la educación que antes era una declaración teórica y ambigua y lo han logrado de manera práctica, a partir de la reflexión iniciada en torno a los materiales impresos y no impresos utilizados como herramientas de conocimiento. El rol del profesor en este contexto, consiste en proporcionar el apoyo, la guía necesaria para que el alumno, por su propio esfuerzo, asuma la responsabilidad de aprender.

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Existen corrientes teóricas que consideran la calidad de educación desde diferentes perspectivas. Entre las más reconocidas, están “el modelo de escuelas eficaces” que partió de investigaciones sobre los factores que hacen que unas escuelas sean más preferidas que otras por los ciudadanos. Algunos de estos indicadores son: Visión de lo que se desea, planificación participativa de proyectos, liderazgo pedagógico reconocible, clima que facilita el aprendizaje, énfasis en el dominio de capacidades básicas, participación de los padres de familia, resultados académicos, entre otros.
Otra corriente que teoriza la calidad, es la atribuida a Herman (1994) “educación basada en resultados”, dentro de la cual, toda la actividad educativa está concebida para obtener resultados positivos. Todos los alumnos puede aprender, si la escuela está centrada en lograr los mejroes resultados. Otro modelo es el desarrollado por Capezio (1993) se denomina TQM – Calidad Total en la gestión. Se fundamenta en dos axiomas complementarios:1º Calidad es la satisfacción del cliente y, 2º el concepto de calidad no tiene límites.