Martha Vargas de Avella
Coordinadora Regional
Proyecto Materiales Educativos CAB/GTZ
MATERIALES EDUCATIVOS, MATERIALES PEDAGÓGICOS, MATERIALES DIDÁCTICOS.
Para esclarecer las diferentes denominaciones que reciben los materiales en sus aplicaciones a las actividades del aula de clase, es necesario precisar el alcance de los conceptos educación, pedagogía y didáctica.
La educación como actividad social, es el proceso mediante el cual la sociedad de manera intencional o no, promueve el desarrollo de sus asociados. La educación, desde esta perspectiva, es un hecho cultural, que se adecúa a las condiciones históricas de un momento dado, para transmitir y preservar los intereses y valores que la sociedad se propone.
En los diferentes momentos de la historia, las comunidades humanas se han propuesto modelos de hombre y de sociedad para los cuales adaptan sistemas de educación, encargados de transmitir la información y desarrollar las habilidades y destrezas necesarias para cumplir con esos ideales de hombre y de sociedad propuestos.
La educación es una acción continua, consciente o inconsciente, muchas veces intuitiva, de la cual es responsable la sociedad en su conjunto. Ella, es competencia de la familia, de la iglesia, de los medios de comunicación, los grupos y organizaciones y todas las manifestaciones sociales presentes en la vida de los pueblos.
Esta práctica social, se sistematiza y ordena en un espacio creado por las sociedades, para que los sujetos, durante una etapa de su vida, de manera específica e intencional, adquieran los saberes necesarios para integrarse posteriormente, en su vida adulta, como miembros eficientes de la sociedad. Ese espacio es la escuela.
La escuela al ser responsable de esta función educativa en un espacio y tiempo determinados, debe precisar su visión sobre la educación del sujeto y responsabilizarse de sus resultados. Es decir, debe reflexionar sobre su horizonte de sentido y sobre su misión.
Esta reflexión sobre el sentido de la educación, constituye la pedagogía, considerada hoy como una disciplina científica, que es a la vez teórica y práctica.
La pedagogía exige una conciencia reflexiva, que implica el dominio de un saber sistematizado, para comprender la naturaleza del quehacer educativo, su historia y evolución, sus relaciones con otros campos y otras disciplinas. La pedagogía siempre es consciente y su objetivo es la formación del ser humano.
En cuanto práctica pedagógica, ésta no puede ser intuitiva, a diferencia de la práctica educativa, que muchas veces lo es. Para formar a los seres humanos, es necesario tematizar el saber que permite dilucidar el por qué formar a los sujetos, el cómo formarlos, qué métodos y procedimientos se deben utilizar, hacia dónde conducirlos y cómo dar cuenta de esa labor formativa.
La pedagogía es la forma consciente de educar para unos fines y se materializa a través de la práctica de los educadores en las actividades de enseñanza, cuya orientación y sentido están mediados por la reflexión pedagógica. Esto marca la diferencia entre cualquier práctica intuitiva y la práctica pedagógica.
La didáctica, por su parte, es el saber que orienta los métodos, las estrategias y las formas de trabajo. Está ligada a la naturaleza y estructura de las disciplinas objeto de la enseñanza. La reflexión pedagógica sobre lo que se ha de emprender para formar a los alumnos en los diferentes saberes aceptados y organizados por la educación, implica el dominio de ese saber que se va a enseñar, para decidir qué es lo es enseñable de ese saber, es decir su enseñabilidad. Por ello, la didáctica se especializa como didáctica de las disciplinas y saberes formativos.
Hay una didáctica de las matemáticas una de las ciencias de la naturaleza y de cada una de las disciplinas. Existen tantas didácticas como saberes pueden ser enseñados.
Mientras la ciencia pedagógica es la reflexión metódica y fundamentada de la práctica educativa, la didáctica es la materialización de esa reflexión en los métodos y procedimientos que constituyen la enseñanza. La didáctica está al servicio de la pedagogía y no puede reemplazarla. En muchos casos, los educadores centran toda su atención en las “formas didácticas”, desplazando la reflexión sobre el para qué formar al sujeto, debido a una visión reduccionista que limita la práctica sólo a la utilización de los instrumentos. Este es el riesgo más alto que se debe evitar en el empleo de los materiales educativos. Ellos, son potentes instrumentos didácticos, si están al servicio de la pedagogía.