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ENTRE LA LLUVIA Y EL VIENTO

12 mayo 2012

1. Entre la lluvia y el viento / tuve el primer pensamiento/ y como miré a la izquierda alguien me tiró una piedra/ ay, ay, ay. El mes de abril que acaba de concluir nos ha mantenido como dice la canción “Entre la lluvia y el viento”. Lluvia de noticias y viento de palabras de quienes deberían “hablar” con hechos concretos, siendo consecuentes con lo que prometieron y no quedándose en recodos del camino que marcan quienes sienten que el país podría cambiar, pero no les conviene. Muy mala señal.

Hubo “lluvia” de palabras de todo jaez, de quienes tienen el poder, de quienes quieren jaquearlo y de quienes no se acostumbran a que exista un cambio generacional en el país. Que el Perú no es el mismo de los 70, de los 80, que en los 90 hubo una nefasta intervención del gobierno amparándose en una “interpretación auténtica” de lo que para ellos era la democracia. Y así fueron debilitándose y cayendo instituciones, programas, personas y maneras de analizar y ver al país. De otro lado “vientos” de los que todo lo solucionan desde un micrófono o un diario, sin conocer la realidad en que vivimos.

¿Se puede construir algo cuando los cimientos son de arena? ¿Se puede consolidar ideas cuando las promesas se esfuman en las calderas del poder? ¿De qué valores hablamos cuando se dice que nos falta educación en valores si no sabernos precisarlos y menos enumerarlos? ¿Podemos pedir resultados en ciudadanía cuando se hace caso omiso de derechos y obligaciones de la persona? ¿De qué democracia hablamos cuando los líderes se expresan en nombre de ella atropellando su esencia? ¿De qué crítica constructiva se puede hablar si cuando se hace, de inmediato salen a los medios personajes y personajillos que sin ningún desparpajo defienden lo indefendible? Los hechos de estos días (el retorno de un suboficial de la policía herido, la muerte de otro, a quien ninguna patrulla militar de búsqueda pudo encontrar, pero sí los nativos de la zona; el tema de ejecuciones extrajudiciales en el caso de Chavín de Huantar; las declaraciones de un genocida como el Capitán Telmo Hurtado causante de la masacre de Acomarca, que expresa en el juicio “Un subteniente o un oficial en los primeros años de su carrera solo se limita a cumplir órdenes. El escalón superior es el responsable por impartirlas”; el caso del nombramiento de los representantes de la elección de tres directores del Banco Central de Reserva: la crítica de manera desorbitada al Presidente del Poder Judicial por su decisión de realizar una campaña contra la corrupción en dicho poder; etc.) no pueden distraer el sentido de lo que viene ocurriendo en el país.

En una clase de educación cívica dejar de tratar estos temas con la verdad y claridad del análisis no puede obviar escenarios, instituciones y actores. Dejar de hacerlo es caer en la inopia y anomia. Eso en educación es ir contra los principios básicos de la pedagogía y la ética profesional. La generación de alumnos de hoy no permite obviar hechos y situaciones en donde por una u otra razón están involucradas familias, comunidades, gobierno e instituciones.

No se trata de anatematizar a quien piense diferente, sino todo lo contrario, es necesario tender puentes desde la equidad y buen trato entre futuros ciudadanos en torno a la verdad. Esto no es forzar la función de la educación y menos los lineamientos curriculares. Todo lo contrario. Debe tenerse el suficiente equilibrio emocional, la información pertinente y la capacidad de análisis de los hechos y actores. ¿Están nuestros docentes formados para esta tarea?

2. “No le tengo miedo a nada, si puedo verle la cara pero hay quien se me disfraza y con palabras se ensaña” El mensaje cifrado, el mensaje sólo comprensible para los citadinos y no para los ciudadanos del interior del país, hacen que la inequidad sea una brecha enorme aún, que la corrupción se disfrace de mil maneras tratando de sacar provecho de la ignorancia o de la viveza de pocos en contra de muchos. Se hace alarde de comunicación satelital, de teléfonos satelitales y es imposible tener un GPS para no andar perdido en los andes, o en la selva.

Es inconcebible que le hablemos a nuestros alumnos de equidad y constaten saliendo de la escuela que en su pueblo, en su comunidad no existen servicios básicos de salud y educación; que no existen instituciones que debieran estar presentes; que quienes deben protegerlos se aprovechan de su poder para ponerle precio a sus servicios que son una obligación.

Es duro reconocer que el discurso del currículo que se concreta en el día a día en el aula, ponga en evidencia las carencias y precariedades de un Estado que se dice y aspira a ser desarrollado y sin embargo no tiene lo mínimo para poder servir a sus ciudadanos. Tenemos a una firma de restaurantes de Lima entre los 50 mejores del mundo y el rancho de nuestros soldados está vencido en el tiempo; existen comedores populares que no pueden utilizar provisiones de sus almacenes pues la fecha de utilización ha caducado; que tengamos un Instituto del Niño y no pueda ser utilizado por deficiencias administrativas y presupuestales. Y la lista es interminable.

Quien denuncie estas inequidades corre el riesgo de ser notificado y si es empleado o trabajador del estado ser separado de su puesto de trabajo y sometido a investigación y hasta despedido. Así estamos en el país y muchos diarios lo muestran en sus titulares expuestos en los kioscos. ¿Quién puede decodificar las noticias sin dejar de abordar el contexto político en que se sucede?. Y como dice la canción “ … hay quien se me disfraza y con palabras se ensaña”.

3. “Miedo me dan las palabras, de todo aquel que no duda y me asombra la firmeza con que habla el que no escucha”. Eso a tono con lo que hemos oído en la semana y la desconfianza que cunde entre quienes las leen y las escuchan. Los niños y jóvenes ya no jugarán a ladrones y celadores sino a otra cosa, utilizando su imaginación y recurriendo a las últimas tecnologías –quién sabe- pero allá en los pueblos remotos de la selva donde llega la radio y la TV, los niños juegan todavía con llantas inservibles de los carros y camiones, con pelotas sin marca y juguetes de plástico parecidos a las que utilizan para el combate los soldados que aparecen en el pueblo con su caras pintadas y con armas reales. Aún no sintonizamos con la realidad. Hablamos de mejorar la educación, pero de espaldas a esta realidad rural (nueva ruralidad le llaman) que es la de siempre a pesar de los años, ignorada, desconocida, estudiada, pero no puesta en las prioridades estatales.

Empezamos el año con Conga va, y aún no empieza; luego tolerancia cero (para los otros y no para quienes tienen el poder), operaciones impecables como el rescate de mineros y de los secuestrados en el VRAE. El silencio y una ausencia que hace dudar de cierto protagonismo respaldado por las encuestas: el Presidente. ¿Dónde está? ¿Qué piensa? ¿Es un político de coyuntura o tradicional?

Esto me recuerda a un texto de Abelardo Gamarra “El Tunante”que leí en secundaria, llamado “QUIENES SON LOS DE LA CAPITAL. Don Jeremías Vademecum es un descarnador de todo lujo. Ha sido representante desde que lo parió su madre: tiene un modito tal de matar pulgas, que no hay candidato a la Presidencia de la República con el que no esté bien: huele a los candidatos desde cuatro períodos antes de que ellos mismos se lo sueñen, y se viene enfilando tan insensiblemente con todos, que el día en que las cuestiones políticas se definen, es aquel en que está bajo el ala del que debe atrapar la polla. Es un candidato fantasma, porque nadie lo siente, ninguno se apercibe de su candidatura: cuando la provincia y el futuro Excelencia vienen a darse cuenta de que Vademecum pretende ser representante, es cuando ya lo tienen encima, encaramado, con toda la devoción de un felino sobre su presa. Tan agarrado, tan clavado, tan adherido, que, aunque quisieran sacudirse de él, primero ser iría a pique la pretensión presidencial y se hundiría la República que aflojar medio pelo don Jeremías.” (http://sisbib.unmsm.edu.pe)

Esa sensación he tenido sobre los políticos que se presentan en estos días a analizar la coyuntura y sobre quienes tienen un cargo en el ejecutivo que se escudan en palabras. ¿Será que don Jeremías sigue vivo? Pero este mal lo arrastramos de antaño y pareciera ser el prototipo que los políticos deben seguir sin pensar que para serlo se requiere además de experiencia, mucha ciencia. No quisiéramos que se nos moteje de excluyentes, pero es que cada promoción de políticos que nos gobiernan en los quinquenios, es más de lo mismo, su modernización es material, pero no mental. Igual en las instituciones tutelares de la Patria que piden presupuesto para mejorar el armamento y nada para revisar su formación, su currículo de estudios. ¿Por qué? ¿Autonomía universitaria?

Así hemos pasado el mes de abril 2012 entre la lluvia y el viento. Esperemos que la tempestad amaine y que nuevos rostros, nuevos mensajes con contenidos concretos hagan posible que las brechas se acorten y que la equidad llegue a todas las áreas sin preferencias coloniales ni emancipadoras. Como en el teatro no esperemos la tercera llamada para ponernos a trabajar profesionalmente en lo que es menester para conseguir una sociedad más justa y solidaria. En el sector educación se ha empezado a caminar con otro espíritu, a pesar de los problemas. ¿Es difícil seguir los buenos ejemplos? (04.05.12)

REFLEXIONES SOBRE EDUCACIÓN CIUDADANA

4 mayo 2012

1. La formación cívica ciudadana se nutre de los temas centrales que la persona debe de abordar en su vida cotidiana, en el transcurso de la vida, en los embates del trabajo, en la capacitación, en la universidad, en la escuela. Es decir en toda oportunidad que auspicie y presente la sociedad. La formación cívica, no se compra, no se vende, se asume como un derecho y quienes deben protegerla tienen la obligación de hacerlo. La formación cívica se promueve, se respeta, se le brindan las condiciones. La formación cívica en democracia se cultiva, se fortalece mediante la participación libre y responsable en las instituciones, en las acciones que la sociedad emprende en bien de la colectividad.

Un artículo publicado el domingo pasado y que lamentablemente no ha tenido los comentarios que merece, sirve de centro de esta entrega. No podemos guardar su mensaje y ser indiferentes a su contenido que debe generar mucha reflexión en los educadores, en autoridades que tienen la tarea de crear corriente de opinión basada en la interpretación del fondo de los sucesos y no en la reiterada insinuación del éxito.

Salomón Lerner Febres, quien fue presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación escribió el domingo pasado, sobre estos temas reflexionando desde su posición y conocimiento y diciendo: “Es muy evidente la baja calidad de la discusión pública en nuestro país. No se trata de una realidad nueva sino de una situación que puede rastrearse, por lo menos, dos décadas atrás. Su señal más preocupante y nociva es la inexistencia, en el debate político habitual, de temas verdaderamente cruciales para la población y, hablando más ampliamente, para la consolidación de nuestra democracia.”(LA REPÚBLICA. 22.04.12)

No se trata de señalar culpables, egoísmos serviles. Todo lo contrario. Se trata de reconocer dónde estamos fallando, antes que buscar reconocimientos que se esfuman como el incienso en los altares. Se trata de asumir responsabilidades y tomar decisiones para cambiar de una vez en lo que se llama la educación cívica, la forma de educar en el hogar y la escuela. ¿Y cómo vamos en esto? ¿Alguien tira la primera piedra?

Esta indiferencia dice Lerner que tendrá una antigüedad de veinte años, creemos que más, pero es indudable que a nuestra generación le cabe la responsabilidad ciudadana de no hacer nada por cambiar las cosas. Cierta conformidad complaciente ha hecho posible que se reproduzcan formas de vivir, de actuar, de proceder donde la falta de valores, la carencia de ética, ha prohijado lo que se llama hoy chicha, combi para unos y para los que cuestionan esta situación se les moteja de caviares, creyendo que con ello se salva el momento. Y es todo lo contrario.

No debemos olvidar, como se hace hoy, que existe una causa en toda esta forma y manera de actuar en el Perú de hoy. Lerner nos recuerda que “Otras razones se asocian con la deliberada corrupción de la palabra operada principalmente desde el régimen autoritario de Fujimori. Él y sus cómplices y asalariados pusieron un temprano empeño en tergiversar todos los términos de nuestra vida política y en instaurar no solamente la mentira, sino sobre todo el cinismo, como forma de comunicación entre la política y la sociedad. A doce años de concluido ese régimen, ha sido muy difícil para el Perú deshacerse de esa herencia sencillamente porque aquello que ocurre en el ámbito de la cultura y de los hábitos conquista una permanencia mayor, más difusa pero también más arraigada, que lo que solamente sucede en el ámbito de las instituciones políticas.” ¿Por qué olvidar la causa de todo este problema que ha destruido nuestra moral, la ética profesional, el comportamiento de la comunidad? Se le quiere echar la culpa al deterioro de la familia, de las instituciones, pero olvidamos los responsables que se valieron del poder y sus argucias para torcer las verdades y los objetivos centrales del desarrollo de la persona, de las instituciones, de la sociedad. Y destruyendo y desacreditando fueron construyendo a su manera, con la corrupción como cimiento, lo que consideraron la realidad que le convenía a una sociedad construida a su medida. Nuevos actores sociales con títulos académicos fueron aportando a la construcción de un sistema corrupto que tejió una red para interactuar de la manera más ruin. El autoritarismo se impuso sobre la solidaridad; la indiferencia, sobre la pobreza, el surgimiento de una clase social en base a la desaparición de la clase media, de las instituciones tutelares del país.

Y así fuimos pasando estos años bajo el lema de “pan y circo” del dadivoso chinito. La vieja estrategia del “Pan y Circo para el pueblo”, data de la época del imperio Romano, durante el cual con el afán de someterlo, se organizaban toda clase de eventos de entretenimiento, fiestas, festejos y festivales de comida. ¿Alguna semejanza y recuerdo de lo que se hizo y sus resultados?

2. Recuperar el tiempo perdido es bueno y necesario. La empresa que nos ha tocado es rescatar el diálogo, el debate y “reconstruir el espacio público y, por ende, de los temas de discusión más sustanciales para el futuro del país se presenta así como una tarea urgente y al mismo tiempo muy exigente. Podría decirse que un elemento en contra de esa recuperación es, precisamente, la pérdida de costumbre. Una sociedad desacostumbrada a debatir con espíritu crítico y a la vez constructivo tiende a caer en la monotonía, donde prima la voz del más fuerte, o en una situación de alta conflictividad, en la que el diálogo solamente se entiende como antagonismo y donde la única meta es la derrota del otro”.
Eso lo percibimos hoy cuando se analizan los acontecimientos del VRAE (Valle del Río del Apurimac y Ene). Los civiles no podemos analizar la estrategia militar, pues es especializada y es secreto de Estado y se olvida olímpicamente que estamos en democracia, que los actores somos los ciudadanos, sus instituciones, respaldados por las leyes y acuerdos. Presenciamos este rebrote de autoritarismo cuando se han mostrado hechos y causas del desajuste en la estrategia militar, cuando se descubre que los chalecos antibalas no son los que se requieren para el combate; que las raciones de los soldados tienen una fecha de vencimiento pasada. Hemos apreciado cómo el “espíritu de cuerpo” sirve para proteger a los miembros de una institución tutelar del país como las Fuerzas Armadas. De otro lado hemos visto cómo la razón de la sinrazón se utiliza cuando se presenta el peritaje realizado por expertos sobre el Impacto ambiental en el caso de la Mina Conga. ¿Dónde quedaron las formas democráticas de abordar los temas y problemas en el debate? ¿Dónde el dar sin esperar recibir algo a cambio? Se ha cambiado el valor de las palabras, de las cosas, de los análisis que se realizan.
Pero son dejados de lado los temas centrales de un país que aspira a ser desarrollado, que tiene como centro el desarrollo humano y una agenda que desarrollar y cumplir para que la educación que se brinda sea de calidad y no remedo de la calidad que nos vendieron en ese mercado de abalorios de Alí Babá, que nos presentaron obras realizadas sin los respectivos estudios técnicos, también compras sin el debido sustento y hasta un Colegio Mayor que infringe la Ley General de Educación, pues no se estipula este tipo de institución (Ver Art. 67º). De ello hemos heredado situaciones marginales y policiales cuyos representantes no sólo son los niños trabajadores, los jóvenes de las barras bravas y los niños soldados.
3. Terminando. Las reflexiones a que nos invita Lerner no deben quedar en la indiferencia, como si su lectura no nos tocase, no nos comprometiese. Y Conga nos toca solamente si existe escándalo, Doe Run, es problema de mineros y metalúrgicos de la Oroya, e interesa si toman la carretera central e interrumpen el paso al centro del país. Nos hemos acostumbrado a que otros pongan la agenda y que otros tiendan la mesa, se evaden responsabilidades. Otra vez Lerner: llama la atención y convoca “Recuperar ese espacio equivale a traer de vuelta a la esfera de nuestras preocupaciones aquellos grandes temas a los que no podemos permanecer indiferentes. Esos temas son numerosos, pero vale la pena resaltar uno crucial, que es el de la memoria de la violencia y, por consiguiente, el de la suerte corrida por innumerables compatriotas en los años del conflicto armado vivido en el país.” Cuesta aceptar lo evidente, cuesta mirarse en el espejo de tantas situaciones, sin embargo es necesario vencer aquella tara dejada por un régimen que se ufanó de que teníamos la mejor educación de Latinoamérica, sin saber lo que era educación, pero si sabiendo que era al mercado al que se debe servir y que el negocio es mejor que el aprendizaje y el conocimiento. Temas más importantes deben ponerse en debate y para ello debe tenerse el valor de refundar o fundar partidos en donde las ambiciones queden relegadas, el espíritu de reconocimiento se enfunde en las preocupaciones por el otro y los valores sean el motivo de nuestro diario vivir y convivir. Una utopía, tal vez, pero la utopía sirve para movernos y no para quedarnos sedentarios y contemplativos ante tantas postergaciones e inequidades.
Un hermoso ejemplo de lo que deberíamos estar promoviendo y acompañando es la experiencia que han compartido el jueves 26 el IPEDEPH (Instituto Peruano de Educación en Derechos Humanos y la Paz) y Fe y Alegría “ATINKUMI. Construir una escuela rural con calidad y equidad”, “…donde se puede palpar la solidaridad, el querer hacer de la escuela un espacio humano, a la que los niños y niñas quieren asistir, aprender con alegría, y permanecer en ella.” Así se van construyendo espacios, lugares en donde es bueno estar y educar. Y esta experiencia construida lejos de la capital nos dice que es posible recuperar estos espacios, pues se va construyendo ciudadanía, respetando al otro, haciendo realidad la solidaridad, palpando la equidad. Una educación rural que la experiencia nos muestra que es posible y que es necesario que su ejemplo sirva para emular respetando la interculturalidad, no repitiendo la experiencia, pues ella debe tener en mucho lo que los ciudadanos decidan. Mientras unos promueven las tablet, las laptop, el facebook, el celular como recurso a incorporar en nuestra educación, la experiencia nos muestra la brecha que se debe ir cerrando, no sólo con el despliegue de recursos económicos y aspirando a la competitividad –sin duda importante- sino con mucho compromiso, con recuperar la autoestima de los docentes, la confianza en la comunidad y sus instituciones.

Finalmente unas líneas para recordar una pérdida de estos días y que fue un ejemplo de vivir ciudadanía a pesar de haber sido el primer Defensor del Pueblo. Jorge Santistevan de Noriega ha sido un ciudadano a carta cabal y marcó la ruta de muchos profesionales jóvenes que lo acompañaron en su desempeño profesional en la Defensoría. Fue un ciudadano “… Prudente en el hablar, abierto a escuchar a todos, respetuoso en público y en privado, firme en sus pronunciamientos.”(CARETAS, edición 2229, del 26.04.12). Muy temprano lo perdimos. Y ojalá sea un referente a seguir en las reflexiones que emprendamos. (27.04.12)

DE LAS PROMESAS A LOS HECHOS ¿Una lección de educación cívica?

15 diciembre 2011

Somos un país en crecimiento ¡qué duda cabe!… Somos un país que a pesar de tener una cultura milenaria, seguimos creyendo en quienes “venden” con palabras efectistas ilusiones, que saben no se concretarán. Somos un país en donde el ilusionista y el profeta de desastres tiene más crédito, que quien hace un llamado a la razón y no al sentimiento puramente cuando de elegir se trata. Somos un país que se “reinventa” cada cinco años, como si fuera fácil “rebobinar” el tiempo para que todo siga igual. Somos un país que se contenta con la mediocridad de muchos y la sensatez de pocos. Somos un país que olvida y no construye, que siente que la ganancia política es un cheque en blanco para “pisotear al adversario”. Somos un país diverso donde no valoramos lo nuestro ni respetamos, ni somos tolerantes y creemos en la democracia mientras nos sirva, sino la rechazamos por fundamentalismos de derecha e izquierda.

¿Puede hablarse de educación ciudadana, educación para la democracia, educación para el desarrollo cuando como telón de fondo en el diario vivir tenemos contradicciones permanentes y pocas ganas de cambiar tanto en la derecha como en la izquierda, o como se habla hoy entre demócratas y fundamentalistas?

Las respuestas tienen un sonido hueco, poco verídico, muy ceñidas a las recetas que da el marketing, sintonizadas con la ocasión, menos que con la razón y el buen criterio. Hacer un recuento de actividades centrales de nuestra vida democrática desde una perspectiva crítica bien le haría a nuestra formación cívica, ciudadana y a la docencia que debería desarrollarse en las aulas. ¿Recuerdan lo que ocurrió con el contenido de libros de ciencias sociales para secundaria que se atrevieron a tratar el tema del terrorismo? ¿A qué llevó tanto escándalo? A la destitución de un funcionario y rasgarse las vestiduras de las altas autoridades que nombraron al funcionario destituido. Triste sino para quienes vivimos una democracia recortada y tutelada por quienes “velan” por valores y acontecimientos que podrían guardar la memoria de hechos vividos por generaciones recientes. ¿En qué cúpula de vidrio se quiere formar a los estudiantes cuando la realidad los tira de un lado el consumismo y de otro constatar que muchos no pueden aspirar a lo que las vitrinas exhiben y los diarios difunden y les “venden” una imagen de bienestar falso? ¿Quién cuida de este mal que se inyecta cotidianamente? Por ahí existen algunos Savonarolas enquistados en las llamadas instituciones tutelares de la patria, pero debemos tener cuidado porque no son especie en extinción, se reproducen vía las redes sociales. ¿Cómo desarrollar lo mínimo que el currículo recomienda sobre educación cívica y ciudadana sin faltar a la verdad?

Las lecciones de estos días de demandas con paralizaciones, tomas de carreteras, deberían ser analizadas sin temor, pero con mucho rubor por quienes defienden un estado de derecho. Difícil situación, pero es necesario afrontarla y sacar conclusiones y no postergarlas para el que viene detrás.

ANTECEDENTES / ELECCIONES
Estos acontecimientos recientes tienen un antecedente que se acunó en las elecciones pasadas. ¿Alguien recuerda este hecho trascendental para la democracia del país? Las elecciones presidenciales del 2011 fueron muy esperadas. Muchos candidatos, y suspenso hasta la segunda vuelta. Pocos recuerdan el contenido de los mensajes. Unos dirán que ya veníamos de una fatigosa campaña electoral municipal y otros que los candidatos ofrecían más de lo mismo. ¿Indiferencia? ¿Descrédito? ¿Más de lo mismo?

El sainete en que se convirtió la jornada electoral presidencial nada nuevo nos presentó, nada convincente fueron sus mensajes, menos los personajes que las pregonaron.

Los conflictos de estas semanas nos dicen qué débil es nuestra formación ciudadana, cívica, democrática, que no existe clima para dialogar y de una parte se recurre a medidas de fuerza y de la otra invitación al diálogo. Ambas formas y maneras que en democracia y en el ejercicio de derechos deben respetarse, pero sabiendo distinguir que existe el respeto al otro ahí donde empiezan sus derechos.

Ejercemos una democracia que se sustenta aún en intereses particulares y no en principios superiores donde la persona debe ser respetada. Se sustenta en promesas echadas al viento irresponsablemente, sin pensar en su trascendencia y sus consecuencias.

El conflicto de la mina Conga debería marcar un punto de quiebre para hablar de democracia, lo que implica, de los líderes políticos y su rol, de los partidos políticos, las instituciones y la recurrente participación de la ciudadanía. Temas éstos y otros que requieren no sólo la participación de la sociedad toda.

En este sentido el rol de la educación en la formación ciudadana es importante. No basta analizar si el currículo trata sobre los temas, sino cuán flexible es para que sean integrados cuando es menester. Además hasta qué punto el docente está preparado y formado para hacer docencia sobre estos temas.

LA REALIDAD
El país venía fatigado de una verborrea mitómana que arrasaba voluntades y resistencias. El país maltratado y con muchos pasivos asumidos en nombre de la democracia, invitaba a elegir un rostro nuevo aunque su mensaje no fuera tan convincente.

En el poder y transcurridos los primeros cien días, empezaron los nubarrones que luego desataron tormentas. A pesar de que la Defensoría del Pueblo (DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Reporte de Conflictos Sociales Nº 92. Octubre, 2011) había advertido de los conflictos sociales latentes, desde el poder se empezó a mirar las exigencias como manejables desde el manto de promesas de la campaña. Pero el pueblo no olvida, el pueblo tiene memoria y empezó a poner en la mesa las exigencias mondas y lirondas. No es sólo el caso de Conga, o el de Andahuaylas, o el de Cañete, son otros tal vez de menor intensidad y menos importantes desde el nivel en que se apreciaran. Pero son exigencias latentes.

Además la Defensoría ha tenido la prudencia de definir qué se entiende por conflictos sociales. Así expresa que “El conflicto social debe ser entendido como un proceso complejo en el cual sectores de la sociedad, el Estado y las empresas perciben que sus objetivos, intereses, valores o necesidades son contradictorios y esa contradicción puede derivar en violencia.” (Op.cit.). Dice además que “El conflicto es inherente a la vida. Es una característica natural e inevitable de la existencia humana y de la interacción social. Advierte además que “Conflicto y violencia NO son lo mismo. La violencia es la manifestación destructiva del conflicto social.” (Op.cit.).

El informe es bastante pedagógico. El problema es que quien lo lee –si lo hace- tiene serios problemas de comprensión lectora y más de análisis político e interpretación de hechos y sucesos de la coyuntura, si antes no está formado.

El Estado cuenta por lo expresado en este Reporte de 68 páginas, con elementos importantes para prevenir y diseñar una estrategia para actuar. Además con las Alertas Tempranas que se envían a los sectores. ¿Dónde se quedan? ¿Quién tiene la responsabilidad de analizarlas?

¿Qué sucede en nuestras instituciones educativas? ¿Acaso no serían estos informes un material importante para preparar las clases y darles lectura a algunos capítulos e interpretarlos de cara a la realidad de cada localidad? ¿eso no es docencia?

Algunos dirán que esto es adoctrinamiento, otros politización. Evitarán tratar estos temas por temor a cierta represalia. Años de oscurantismo en educación política hacen que se haya renunciado a lo que debe ser la educación ciudadana y cívica. No es suficiente guardar las formas (elecciones de delegados de aula, elecciones de municipios escolares, y otros), sino el fondo, el contenido de aquello actos.

ALGUNAS CONCLUSIONES
Lo que viene sucediendo estos días de tensión y de falta de un ejercicio democrático de derechos deben hacernos reflexionar ¿hacia dónde vamos? ¿qué buscamos? ¿qué queremos como país, como sociedad? ¿qué clase de formación cívica y ciudadana se viene dando en nuestras escuelas?

– Los sucesos de estas semanas en tres provincias de Cajamarca nos llevan a preguntar ¿por qué no se dio especial tratamiento a las alertas que se daban desde la Defensoría del Pueblo? ¿Qué demuestra esta falta de previsión? ¿Falta de preparación? ¿Falta de equipo de analistas? ¿Qué fuerzas intervienen en estos conflictos que impiden el diseño de una política a seguir desde el Estado?

– Quienes ejercen el poder, no lo hacen desde sus promesas, ni desde los documentos oficiales, presentados. Todo lo contrario, lo hacen desde la coyuntura política. Los principios y consecuencias quedan guardados por prudencia, hasta que se desencadenan los conflictos a través de procesos previsibles.

– El y los conflicto/s que se viven estos días no pueden ser ajenos a nuestro desarrollo curricular. No sólo a lo pertinente a formación ciudadana y cívica, sino comprender toda la educación de nuestros alumnos. Hemos podido ver en imágenes cómo adolescentes han estado marchando con los movimientos campesinos por calles y plazas.

– Los medios de comunicación sin excepción han tratado y tratan en sus primeras planas el tema y el problema. Pero informan desde una ribera y ¿quién informa desde la otra, donde están quienes tienen otra opinión, otra versión?

– Los docentes deberían prepararse más allá de sus inclinaciones y tendencias, de manera objetiva mediante la consulta a expertos de manera interdisciplinaria, para tener un conocimiento y mensaje pedagógico claro. Forma parte de la formación ética y profesional.

– Al igual que los docentes de ciencias recurren al laboratorio o visitan fábricas para que los alumnos aprendan directamente y luego replican los básico en el laboratorio escolar; quienes tienen la responsabilidad de la formación cívica deberían analizar los temas y los hechos que se tornan nacionales y no locales, pues es parte de la formación ciudadana y cívica.

En la política una cosa son las promesas y otra los hechos. Las promesas que convocan sentimientos y los hechos que responden a una realidad que permanentemente nos hacen poner pie en tierra. No se trata de formar partidariamente sino políticamente a los futuros ciudadanos. Es parte de la formación ciudadana y cívica que la institución educativa debería proporcionar. Si no se tratan los fundamentos de análisis en la escuela tendremos ciudadanos indiferentes, pusilánimes, desaprensivos, no comprometidos. Y eso no es lo que queremos en educación. Todo lo contrario. Pero eso demanda un sistema educativo que promueva el conocimiento, la reflexión, el compromiso. La formación cívica y ciudadana debe orientarse a fortalecer el desarrollo de la democracia como un sistema de vida sustentado en la convivencia solidaria. Es urgente ahora cuando un estudio de Ciudadanos al Día nos informa que “Solo el 51% de los peruanos sabe qué es la democracia,… en base a información del INEI (2010)”. Estamos a tiempo. (10.12.11)

Nota: al momento de enviar este artículo se ha conocido la noticia de la renuncia del Primer Ministro Salomón Lerner. Cayó el primer gabinete el presidente Ollanta Humala. Ha sido designado como primer ministro quien fuera ministro del interior coronel en retiro Oscar Valdés Dancuart.

MENSAJES DE LA CAMPAÑA Y EDUCACIÓN: se olvidaron del civismo y de la ética. Un silencio que preocupa

29 mayo 2011

Vivimos días muy agitados políticamente en el país con motivo de las próximas elecciones presidenciales. Sin duda ninguno de los dos candidatos merece haber llegado a esta final, por diversos motivos.
Dada la situación expresada por los electores, desde la perspectiva de la educación en valores y de educación ciudadana, tenemos resultados alarmantes compatibles con los resultados de las pruebas de aprendizaje tan recurridas cuando debe valorarse lo poco que hemos avanzado. ¿Es que en educación sólo debe evaluarse los aprendizajes? ¿Y qué nos dicen las otras medidas que se aplican a la sociedad? ¿Por qué esa indiferencia?
No recurriremos a esas encuestas, a esos test aplicados por agencias internacionales, sino al día a día que nos topamos cuando estamos rumbo al trabajo, en el micro, la combi, el metropolitano. Cuando estamos en reuniones con otros ciudadanos, otros colegas, familiares. En dichos ambientes se siente, se palpa cuánto ha calado el mensaje educativo que como docentes debemos promover y cuánto de ello se vuelve convicción en el manejo diario de nuestro quehacer de ciudadanos, de alumnos, de hijos, de padres de familia, de trabajadores manuales, intelectuales.
La perplejidad es la que nos convoca a esta reflexión. A pocos les importa lo que sucede políticamente en el país, a quién se elija. Se evidencia un individualismo, un egoísmo en cada afirmación, en cada parecer y la defensa de una opción política se deja llevar no por derechos sino por oportunidades que se presentan. Por ello es interesante ver cómo se objetiva el dicho “el vivo vive del tonto y el tonto de su trabajo”, en el transcurrir cotidiano. No existen argumentos, no existen posiciones sino la conveniencia de tal o cual medida en tanto y en cuanto me favorezcan. Individualismo, egoísmo, personalismo le llaman.
La comunidad, la sociedad es un ente de referencia a la cual nos decimos pertenecer pero que a la hora de la hora la desconocemos, la ignoramos. Es desconcertante cómo pasar del discurso a la práctica aún cuesta, no existen convicciones. Es fácil soltar la palabra y luego olvidarla sin preocupación. Total no me incumben las cosas que pasan en el país, en la comunidad.
Existe sí un encono, una rabia contenida azuzada por motivaciones indirectas que produce reacciones de quienes detentan el poder en este caso empresarial, que expresándose en un medio, exacerba la provocación, el enfrentamiento, con tal de “defender” intereses particulares, de grupo, de clase. La siguiente frase extraída de un artículo publicado estos días, que a su vez se fundamenta en una cita de Marx sobre economía, denota hasta qué punto existe encono: “Dado el reciente y cobarde ataque físico y verbal al periodista Jaime de Althaus, comprobamos que las secreciones purulentas y hediondas de una teoría tanática e intolerable todavía están presentes en la política peruana. No permitamos que un anacrónico, tóxico e ineficiente sistema político vuelva a causar odio, destrucción, miseria y falta de libertad en el Perú.” (Diego De la Torre. Empresario. Terca purulencia ideológica. El Comercio.10.05.11). Sin duda nadie está de acuerdo con la agresión al periodista. Pero lo expresado en el párrafo citado es la síntesis de lo que muchos ciudadanos de su clase y estrato piensan. No pueden mirar más allá de lo que les pueda afectar, ni echar un vistazo sobre lo que se debe hacer en el país. Triste resultado de una educación para fortalecer el individualismo, el egoísmo. Pero estamos en democracia y debemos ser tolerantes. Esta palabra nunca estará en el repertorio de quienes dicen ser los salvadores de la patria y se arropan en el concepto democracia sin saber qué significa y que compromete. Democracia boba la llamé anteriormente.
Sin duda nos quedamos perplejos al pasar revista de algunos mensajes que quienes tienen una opción diferente lanzan al aire en el calor de un mitin, de una reunión o al paso de un micrófono. Sin duda nuestros niños y jóvenes van viendo y asimilando los mensajes. Frente a ello ¿vale la pena seguir manteniendo el silencio, la sumisión, frente a personas que no tienen ni la menor idea de lo que es ética, pero sí la reclaman para sí? ¿Quién se esmera por establecer la diferencia?
La indiferencia frente a una historia de la corrupción desde el gobierno causa alarma. ¿Es que la educación que se ha impartido en las instituciones educativas no ha sido asumida como responsabilidad? ¿Por qué nos rasgamos las vestiduras por el enfrentamiento de jóvenes al punto que la vida de uno estuvo en peligro? El Ministerio de Educación de inmediato ha tratado de solucionar un conflicto que es comportamiento histórico entre los jóvenes de un colegio y otro. ¿Quién promovió la rivalidad? ¿La competencia deportiva? ¿La competencia cívica en fiestas patrias? La solución consideramos es un paño de agua fría, pero no se ataca el problema en su raíz. No es cambiando el horario de salida del colegio que se morigerarán los enfrentamientos, tampoco la solemnidad de celebraciones. El problema tiene que enfrentarse de otra manera, desde lo que significa la política educativa a desarrollar en cada institución centrada en el reconocimiento y respeto al otro.
Este es un hecho. Pero existen otros que claman intervención de los que se erigen personas/instituciones tutelares de la educación del país. Los mensajes expresados en la prensa escrita y en los programas televisivos que atentan contra la ética, la moral y las buenas costumbres, arropados por el manto de hechos históricos y que fueron otros momentos en que había que luchar contra el terrorismo, no lo justifican. Pero ante ello que es tan o más pernicioso que el hecho de los estudiantes contrincantes, no se ha dicho nada. Se miran los hechos, sucesos, como algo natural. La mentira es presentada de manera sofisticada para dejar de serlo; se financian programas televisivos y se justifican bajo el escudo de la libertad de prensa, de expresión. El todo vale es permitido. ¿Por qué? ¿Por qué las autoridades educativas no dicen una sola palabra? Es cierto no pueden participar en política, pero intervienen cuando ciertas iniciativas peligran por ejemplo la CPM. Enseguida intervienen y advierten. ¿Por qué ese doble juego? ¿Quién pone el límite entre lo expresado en un discurso y una medida asumida desde el estado? Mensajes poco claros, ambiguos que se dan a quienes como miembros de la comunidad, se nos exigen deberes, pero su ponen reparos al ejercicio de derechos.
¿Por qué no saber distinguir entre lo que es verdad y el miedo? ¿Por qué creerles a los encantadores de serpientes y no a quienes se identifican con las mayorías desde sus carencias, desde su clamor de justicia, desde su demanda de equidad, desde sus solicitudes de solidaridad?
Escuchar discursos autoritarios recomendando que debe educarse a la juventud que está descarriada (siempre hablando de la juventud de los que menos tienen y no de los hijitos de papá que lo tienen todo) haciéndola cumplir con el servicio militar obligatorio (parece que la ignorancia siempre recurre al garrote cuando no existen razones), haciendo tabla rasa de derechos de las personas. ¿No es esto recurrir al facilismo sin que cueste mucho trabajo?
¿Cómo creer en la forma como se “acomodan” al poder personajes que generaron corrientes de opinión en los 90 y hasta hace poco y ahora sabe Dios por qué han cambiado de opción, pues sus raciocinios, fundamentos y predicamentos no convencen? Todo lo contrario. Triste papel que encarna el dicho: de joven incendiario y de viejo bombero. O de joven revolucionario y de viejo reaccionario. La historia ya está escrita. Y lo escrito, escrito está, ya lo dijo Pilatos hace una punta de años y delante de un personaje que luchó y entregó su vida por los que tienen menos.
Existe cierto conformismo, aceptación de situaciones en jóvenes y adultos donde se percibe el poco desarrollo de una cultura ética, de una educación en valores que forman parte de la educación ciudadana.
¿Por qué aceptar que así fueron las cosas de un régimen que maltrató, atropelló a la gran mayoría de los peruanos y empobreció al país generando y ahondando la cultura de la corrupción? ¿Por qué se acepta de forma complaciente que nos vengan a contar cuentos que en lugar de beneficiar a los pobres, favorecen a los grandes capitales?
¿Por qué quedarse inertes frente a la manipulación de los medios de comunicación que bajo el escudo de libertad de prensa “invierten en el apoyo a determinado candidato que es la negación de los valores y propuestas para mejorar el país y acortar la brecha de la pobreza, ser más equitativos? Hemos visto a la secuela seguida a la “agresión” a un periodista que favorecía a una candidata. Sanción, expulsión. ¿Y qué con los que ahora aparecen como gonfalonieros de la actual candidata? ¿Son inmaculados? Un esclarecedor artículo escrito por Francisco Durand titulado “Gran prensa y fujimorismo: juntos otra vez (LA REPÚBLICA. Domingo. 08.05.11), recuerda cómo y quién está detrás de estos medios y los grupos de poder. Nombres y apellidos después de más de una década aparecen inmaculados por quienes se creen dueños del bien y el mal. ¿Qué mensaje de equidad, de ética se da a la sociedad? Ellos se irrogan la capacidad de sancionar y arremeten con todo, creen que el pueblo debe –como antaño- acatar. Pero estamos en otra época y mal les pese existe juventud que está clara de sus derechos.
¿Por qué se piensa que el voto de los humildes se compra con regalos de bolsas de alimentos, cocinas, ollas y otros menesteres? Todo ello debe rendirles para una semana. ¿Y después? La vida sigue igual. Pero ya obtuvieron el convencimiento de asegurar un voto. Ya regresarán pues pusieron su marca para recordarles quién les hizo la “donación”. Ante evidencias (fotos, volantes) decir que no es política hacer esas donaciones ¿qué decir?
Podríamos seguir compartiendo ejemplos de mensajes nebulosos que se vienen dando. Ilusiones que se ofertan. Sueños que no serán para la gran mayoría, pero sí intereses convertidos en rentabilidad para pocos.
Muchos olvidan lo sucedido en estos últimos quince años y quienes los vivieron unos lo reprochan con el argumento de que había que derrotar al terrorismo y otros que es bueno rescatar la memoria y la dignidad. Al respecto ¿por qué nuestros estudiantes de los últimos años de secundaria no estudian estos hechos?
El reconocido periodista César Hildebrandt escribió en estos días un artículo titulado ¿Qué les diremos?, (HILDEBRANTEN SUS TRECE. 06.05.11) refiriéndose a los jóvenes cuando revisemos este evento electoral. Sin duda el diálogo que contiene el artículo es muy aleccionador pero muchos de los que tienen el poder ni siquiera lo habrán leído y si lo hicieron no lo quisieron entender. Para ellos todo está bien. No ha sucedido nada.
Mensajes de esta campaña que venden una imagen política del país, que no es. Mensajes que se exasperan al filo de una elección, pero sus secuelas para los niños y jóvenes tienen un significado. ¿Qué es la democracia? ¿Esto que practican los mayores? No la quiero. Quiero seguridad. Quiero alcanzar mis metas. ¿Qué ciudadanos hemos formado y estamos educando? Alguien nos tomará cuentas y debemos rendirlas, pues no hemos sido capaces de ser consecuentes con el discurso. Es otra de las razones por las cuales debemos revisar la calidad de la educación que se oferta y por qué sus resultados son frágiles. No basta denunciar el bajo aprendizaje de nuestros niños y jóvenes, también debe preocuparnos la vacilante formación ciudadana que brinda el sistema educativo nacional.
Quiero cerrar este artículo prestándome las palabras del sacerdote jesuita Vicente Santuc, infeliz y recientemente desaparecido, extraídas de su libro “Ëtica y Política ¿Qué nos pasa?” (CEDEP- Escuela Superior de Pedagogía, Filosofía y Letras Antonio Ruíz de Montoya. Lima, 1999). “No podemos eludir interesarnos por lo que pasa en la historia y eso nos sitúa a todos en lo político en donde nos esperan deberes morales. Pero sólo el individuo que se ha moralizado-controlando sus pasiones y su arbitrariedad- podrá actuar moralmente en política; es decir, conducirse de acuerdo a una voluntad y a metas razonables. Ese no se dejará paralizar ni atrapar –para eludir todo juicio y toda búsqueda- por lo que los miembros de su grupo llaman “la realidad”. Quien quiere ser moral sabe que no es moral aquello que hace posible la vida moral de los demás y de uno. El hombre moral sabe reconocer el robo, el asesinato, la mentira y la corrupción allí donde los demás sólo ven acciones imperfectas, pero excusables o permitidas. El discierne la injusticia allí donde otros invocan la legitimidad o necesidad de la acción, en razón de las circunstancias; incluso el hombre moral sabe descubrir la vanidad y la mentira en cierta voluntad de santidad.” Qué bien calzan aquellas palabras en este momento. Quien tenga oídos para oír que oiga; quien tenga ojos para ver, que vea. (14.05.11)