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DE LAS PROMESAS A LOS HECHOS ¿Una lección de educación cívica?

15 diciembre 2011

Somos un país en crecimiento ¡qué duda cabe!… Somos un país que a pesar de tener una cultura milenaria, seguimos creyendo en quienes “venden” con palabras efectistas ilusiones, que saben no se concretarán. Somos un país en donde el ilusionista y el profeta de desastres tiene más crédito, que quien hace un llamado a la razón y no al sentimiento puramente cuando de elegir se trata. Somos un país que se “reinventa” cada cinco años, como si fuera fácil “rebobinar” el tiempo para que todo siga igual. Somos un país que se contenta con la mediocridad de muchos y la sensatez de pocos. Somos un país que olvida y no construye, que siente que la ganancia política es un cheque en blanco para “pisotear al adversario”. Somos un país diverso donde no valoramos lo nuestro ni respetamos, ni somos tolerantes y creemos en la democracia mientras nos sirva, sino la rechazamos por fundamentalismos de derecha e izquierda.

¿Puede hablarse de educación ciudadana, educación para la democracia, educación para el desarrollo cuando como telón de fondo en el diario vivir tenemos contradicciones permanentes y pocas ganas de cambiar tanto en la derecha como en la izquierda, o como se habla hoy entre demócratas y fundamentalistas?

Las respuestas tienen un sonido hueco, poco verídico, muy ceñidas a las recetas que da el marketing, sintonizadas con la ocasión, menos que con la razón y el buen criterio. Hacer un recuento de actividades centrales de nuestra vida democrática desde una perspectiva crítica bien le haría a nuestra formación cívica, ciudadana y a la docencia que debería desarrollarse en las aulas. ¿Recuerdan lo que ocurrió con el contenido de libros de ciencias sociales para secundaria que se atrevieron a tratar el tema del terrorismo? ¿A qué llevó tanto escándalo? A la destitución de un funcionario y rasgarse las vestiduras de las altas autoridades que nombraron al funcionario destituido. Triste sino para quienes vivimos una democracia recortada y tutelada por quienes “velan” por valores y acontecimientos que podrían guardar la memoria de hechos vividos por generaciones recientes. ¿En qué cúpula de vidrio se quiere formar a los estudiantes cuando la realidad los tira de un lado el consumismo y de otro constatar que muchos no pueden aspirar a lo que las vitrinas exhiben y los diarios difunden y les “venden” una imagen de bienestar falso? ¿Quién cuida de este mal que se inyecta cotidianamente? Por ahí existen algunos Savonarolas enquistados en las llamadas instituciones tutelares de la patria, pero debemos tener cuidado porque no son especie en extinción, se reproducen vía las redes sociales. ¿Cómo desarrollar lo mínimo que el currículo recomienda sobre educación cívica y ciudadana sin faltar a la verdad?

Las lecciones de estos días de demandas con paralizaciones, tomas de carreteras, deberían ser analizadas sin temor, pero con mucho rubor por quienes defienden un estado de derecho. Difícil situación, pero es necesario afrontarla y sacar conclusiones y no postergarlas para el que viene detrás.

ANTECEDENTES / ELECCIONES
Estos acontecimientos recientes tienen un antecedente que se acunó en las elecciones pasadas. ¿Alguien recuerda este hecho trascendental para la democracia del país? Las elecciones presidenciales del 2011 fueron muy esperadas. Muchos candidatos, y suspenso hasta la segunda vuelta. Pocos recuerdan el contenido de los mensajes. Unos dirán que ya veníamos de una fatigosa campaña electoral municipal y otros que los candidatos ofrecían más de lo mismo. ¿Indiferencia? ¿Descrédito? ¿Más de lo mismo?

El sainete en que se convirtió la jornada electoral presidencial nada nuevo nos presentó, nada convincente fueron sus mensajes, menos los personajes que las pregonaron.

Los conflictos de estas semanas nos dicen qué débil es nuestra formación ciudadana, cívica, democrática, que no existe clima para dialogar y de una parte se recurre a medidas de fuerza y de la otra invitación al diálogo. Ambas formas y maneras que en democracia y en el ejercicio de derechos deben respetarse, pero sabiendo distinguir que existe el respeto al otro ahí donde empiezan sus derechos.

Ejercemos una democracia que se sustenta aún en intereses particulares y no en principios superiores donde la persona debe ser respetada. Se sustenta en promesas echadas al viento irresponsablemente, sin pensar en su trascendencia y sus consecuencias.

El conflicto de la mina Conga debería marcar un punto de quiebre para hablar de democracia, lo que implica, de los líderes políticos y su rol, de los partidos políticos, las instituciones y la recurrente participación de la ciudadanía. Temas éstos y otros que requieren no sólo la participación de la sociedad toda.

En este sentido el rol de la educación en la formación ciudadana es importante. No basta analizar si el currículo trata sobre los temas, sino cuán flexible es para que sean integrados cuando es menester. Además hasta qué punto el docente está preparado y formado para hacer docencia sobre estos temas.

LA REALIDAD
El país venía fatigado de una verborrea mitómana que arrasaba voluntades y resistencias. El país maltratado y con muchos pasivos asumidos en nombre de la democracia, invitaba a elegir un rostro nuevo aunque su mensaje no fuera tan convincente.

En el poder y transcurridos los primeros cien días, empezaron los nubarrones que luego desataron tormentas. A pesar de que la Defensoría del Pueblo (DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Reporte de Conflictos Sociales Nº 92. Octubre, 2011) había advertido de los conflictos sociales latentes, desde el poder se empezó a mirar las exigencias como manejables desde el manto de promesas de la campaña. Pero el pueblo no olvida, el pueblo tiene memoria y empezó a poner en la mesa las exigencias mondas y lirondas. No es sólo el caso de Conga, o el de Andahuaylas, o el de Cañete, son otros tal vez de menor intensidad y menos importantes desde el nivel en que se apreciaran. Pero son exigencias latentes.

Además la Defensoría ha tenido la prudencia de definir qué se entiende por conflictos sociales. Así expresa que “El conflicto social debe ser entendido como un proceso complejo en el cual sectores de la sociedad, el Estado y las empresas perciben que sus objetivos, intereses, valores o necesidades son contradictorios y esa contradicción puede derivar en violencia.” (Op.cit.). Dice además que “El conflicto es inherente a la vida. Es una característica natural e inevitable de la existencia humana y de la interacción social. Advierte además que “Conflicto y violencia NO son lo mismo. La violencia es la manifestación destructiva del conflicto social.” (Op.cit.).

El informe es bastante pedagógico. El problema es que quien lo lee –si lo hace- tiene serios problemas de comprensión lectora y más de análisis político e interpretación de hechos y sucesos de la coyuntura, si antes no está formado.

El Estado cuenta por lo expresado en este Reporte de 68 páginas, con elementos importantes para prevenir y diseñar una estrategia para actuar. Además con las Alertas Tempranas que se envían a los sectores. ¿Dónde se quedan? ¿Quién tiene la responsabilidad de analizarlas?

¿Qué sucede en nuestras instituciones educativas? ¿Acaso no serían estos informes un material importante para preparar las clases y darles lectura a algunos capítulos e interpretarlos de cara a la realidad de cada localidad? ¿eso no es docencia?

Algunos dirán que esto es adoctrinamiento, otros politización. Evitarán tratar estos temas por temor a cierta represalia. Años de oscurantismo en educación política hacen que se haya renunciado a lo que debe ser la educación ciudadana y cívica. No es suficiente guardar las formas (elecciones de delegados de aula, elecciones de municipios escolares, y otros), sino el fondo, el contenido de aquello actos.

ALGUNAS CONCLUSIONES
Lo que viene sucediendo estos días de tensión y de falta de un ejercicio democrático de derechos deben hacernos reflexionar ¿hacia dónde vamos? ¿qué buscamos? ¿qué queremos como país, como sociedad? ¿qué clase de formación cívica y ciudadana se viene dando en nuestras escuelas?

– Los sucesos de estas semanas en tres provincias de Cajamarca nos llevan a preguntar ¿por qué no se dio especial tratamiento a las alertas que se daban desde la Defensoría del Pueblo? ¿Qué demuestra esta falta de previsión? ¿Falta de preparación? ¿Falta de equipo de analistas? ¿Qué fuerzas intervienen en estos conflictos que impiden el diseño de una política a seguir desde el Estado?

– Quienes ejercen el poder, no lo hacen desde sus promesas, ni desde los documentos oficiales, presentados. Todo lo contrario, lo hacen desde la coyuntura política. Los principios y consecuencias quedan guardados por prudencia, hasta que se desencadenan los conflictos a través de procesos previsibles.

– El y los conflicto/s que se viven estos días no pueden ser ajenos a nuestro desarrollo curricular. No sólo a lo pertinente a formación ciudadana y cívica, sino comprender toda la educación de nuestros alumnos. Hemos podido ver en imágenes cómo adolescentes han estado marchando con los movimientos campesinos por calles y plazas.

– Los medios de comunicación sin excepción han tratado y tratan en sus primeras planas el tema y el problema. Pero informan desde una ribera y ¿quién informa desde la otra, donde están quienes tienen otra opinión, otra versión?

– Los docentes deberían prepararse más allá de sus inclinaciones y tendencias, de manera objetiva mediante la consulta a expertos de manera interdisciplinaria, para tener un conocimiento y mensaje pedagógico claro. Forma parte de la formación ética y profesional.

– Al igual que los docentes de ciencias recurren al laboratorio o visitan fábricas para que los alumnos aprendan directamente y luego replican los básico en el laboratorio escolar; quienes tienen la responsabilidad de la formación cívica deberían analizar los temas y los hechos que se tornan nacionales y no locales, pues es parte de la formación ciudadana y cívica.

En la política una cosa son las promesas y otra los hechos. Las promesas que convocan sentimientos y los hechos que responden a una realidad que permanentemente nos hacen poner pie en tierra. No se trata de formar partidariamente sino políticamente a los futuros ciudadanos. Es parte de la formación ciudadana y cívica que la institución educativa debería proporcionar. Si no se tratan los fundamentos de análisis en la escuela tendremos ciudadanos indiferentes, pusilánimes, desaprensivos, no comprometidos. Y eso no es lo que queremos en educación. Todo lo contrario. Pero eso demanda un sistema educativo que promueva el conocimiento, la reflexión, el compromiso. La formación cívica y ciudadana debe orientarse a fortalecer el desarrollo de la democracia como un sistema de vida sustentado en la convivencia solidaria. Es urgente ahora cuando un estudio de Ciudadanos al Día nos informa que “Solo el 51% de los peruanos sabe qué es la democracia,… en base a información del INEI (2010)”. Estamos a tiempo. (10.12.11)

Nota: al momento de enviar este artículo se ha conocido la noticia de la renuncia del Primer Ministro Salomón Lerner. Cayó el primer gabinete el presidente Ollanta Humala. Ha sido designado como primer ministro quien fuera ministro del interior coronel en retiro Oscar Valdés Dancuart.