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¿QUEREMOS UNA DEMOCRACIA BOBA?

21 mayo 2011

Han pasado casi tres semanas desde la última elección. El 22 de abril se dieron a conocer las cifras oficiales de las elecciones. Habrá segunda vuelta entre Ollanta Humala (31.69%) y Keiko Fujimori (23.55%). Un sinnúmero de análisis se han realizado sobre ambos personajes, al punto que en estos días las noticias políticas se centran en los recorridos que hacen y lo que dicen.

Palabras al viento que dan materia para especular, para pronosticar, para hacer alianzas, para generar grupos de opinión y también para crear turbulencias en donde se hace evidente aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”… Y ya sabemos quiénes son los pescadores.

Nos encontramos en un escenario en donde el Presidente de la República dice ser objetivo, pero no cesa de opinar. En sus discursos hace algunas precisiones sobre las elecciones y los candidatos, mostrando sin decirlo sus simpatías. Como ejemplo podemos citar la inauguración de la Plaza de la Cultura Luis Alberto Sánchez, hecha por el Presidente y el saliente alcalde candidato a la presidencia, a troche y moche. Era necesario publicidad, las elecciones se acercaban. Para colmo el parque no se puede utilizar hasta que no se hagan los estudios pertinentes relacionados con una red de alcantarillado que pasa por el subsuelo. ¿Quién ordenó esta construcción? ¿Por qué no se hicieron estudios de suelos?

Es lamentable que por sobre las normas y reglamentos el Presidente de la República en su afán de satisfacer su ego lance ideas y otros las cumplan para satisfacerlo. No importa que el pueblo común no se entere, ni se de cuenta. Total aquello quedará registrado para la historia de la ciudad. De igual forma cuando desde un estrado, luego de recibir una medalla del municipio distrital, promete a través de una verborrea oratoria –atropellando leyes, normas, reglamentos e instituciones- enviar una iniciativa al Congreso para crear la provincia especial de San Juan de Lurigancho. Y el Congreso obsecuente pone en la agenda este proyecto de ley sabiendo que va contra normas y principios de la ciudad.

Así como estos ejemplos hemos venido teniendo muchos distractores provenientes de quienes detentan el poder y de quienes tienen sus intereses puestos en el siguiente evento electoral. ¿Es realmente la democracia la que se busca fortalecer o es la democracia un medio para disfrutar del poder y de seguir postergando medidas que beneficien a los que tienen menos? Los pobres a quien dicen defender y por los cuales se entregan –según ellos- no saben lo que está en juego y son fácilmente manipulados para una u otra tendencia. Estamos viviendo en estos días una democracia boba.

El nombre de democracia boba lo tomamos de un símil colombiano titulado “la patria boba” –período que va de 1810 con el inicio de su independencia y 1816 cuando los españoles reconquistan el poder-. Surgieron en este ínterin muchos sucesos que generaron inestabilidad política y guerras regionales en una nación en formación y desarrollo. Hoy vivimos un clima de incertidumbre, de vientos de fronda que atentan contra la vida democrática del país.

En nuestra débil democracia, muchos de los que actualmente hablan de ella, se burlan, aduciendo interpretaciones adecuadas a los momentos que la coyuntura presenta. Muchos rostros olvidados de comienzos del presente siglo y que han vivido sumergidos y caminando por la sombra vuelven a ponerse en circulación, queriendo dar cátedra de autenticidad, de ciudadanía, de democracia, de honestidad, cuando estuvieron y están acostumbrados a vivir del autoritarismo y por él. Se olvidan estos personajes de lo que se hicieron. Aunque la memoria para ellos es frágil (Ver la entrevista a Jorge Trelles en La República 24.04.11 ( http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20110424/7/node/345443/todos/15), el cinismo les brota no sólo en las palabras sino en las actitudes (acordarse de entrevista a Martha Chávez: http://lamula.pe/2011/04/15/martha-chavez-san-martin-tendra-que-responder/rppc). Ya los conocemos, y mucho, como para creer en lo que dicen. Un abogado defensor de los DDHH ha declarado refiriéndose a estos personajes “defensores de la democracia” que detrás de cada vocero existe un vladivideo, en referencia a las relaciones que los ligó a Montesinos, el mayor depredador de la institucionalidad y promotor de la corrupción.

De otro lado existe la tensión y contradicción entre lo escrito, el discurso de plazuela y las respuestas en las entrevistas. No basta querer ser político y menos aspirar a la presidencia. Ambos quereres tienen sus demandas y exigencias. Aquí debe recordarse la sentencia bíblica “de la abundancia del corazón, habla la boca”. ¿Podemos creer en los mensajes que se dan en pueblos y plazuelas?

Que un premio nobel exprese su inclinación por tal candidato; que el cardenal manifieste de manera metafórica su preferencia; que el presidente se titule imparcial jugando a ser Tartarín de Tarascón en las elecciones; que los principales líderes de antaño hoy nieguen lo que todos sabemos ocurrió en los 90 donde el autoritarismo y corrupción se instalaron en el país impunemente; que los que añoran la satisfacción de los chilenos sigan creyendo que con ello se borra una afrenta en la que todos tuvimos responsabilidad. Es el contenido de esta contienda en donde no existe una presentación ordenada, programática de lo que se hará para que el país no pierda el ritmo de crecimiento y empiece a transitar por el camino de la equidad. Nada de ello.

En esta democracia boba que da cabida a personajes que se parapetan en ser una las fuerzas más votadas, pareciera que piensan que los ciudadanos – de a pie dicen los huachafos, como si hubieran ciudadanos de a caballo, de carro, de tren, etc.- no supieran qué actitud tomar, qué hacer, por quién votar el próximo 5 de junio.

Nuevamente se hace escarnio de la memoria y del ser ciudadano en el Perú. Y esto tiene que cuestionar la calidad de educación que se viene ofertando en el sistema educativo. Poco se sabe cómo se educa para formar una ciudadanía crítica. Si se dice que debe educarse para vivir en sociedad ¿cómo lo hacemos si omitimos sucesos reales que ocurrieron en los quinquenios anteriores? ¿Cómo no conocer los actores de nuestra historia y los protagonistas actuales? ¿Por qué seguir insistiendo en nombres protagónicos de hechos que llevan más de un siglo de vigencia? A ellos se les reconoce y recuerda, pero a los hechos actuales hay que estudiarlos en profundidad y conocer sus actores, el por qué sucedieron y qué papel desempeñaron los “salvadores de la patria”. Es lamentable ver y escuchar reportajes de estos días sobre sucesos que ocurrieron en los años 90, quiénes fueron sus actores y cuáles fueron las razones para que ocurrieran, y la respuesta de jóvenes indiferentes, que ignoran lo sucedido.

Una democracia que no educa con la verdad, que no muestra la realidad del país, es una democracia boba, es decir tonta, poco inteligente y de escaso entendimiento. Pareciera que el evento electoral hace olvidar costumbres, prácticas y actores que tienen que ver con la exclusión, con el racismo, con el aumento de la pobreza, la inequidad, la indiferencia, la devaluación de los valores. Hoy existe más preocupación por lo que ocurre con la bolsa de valores que los valores mismos.

Vivimos como ciudadanos embobados por las ofertas, por las promesas, por las dádivas momentáneas y poco por el reclamo de nuestros derechos, por consolidar instituciones, por generar una cultura democrática.

Apreciamos que el cambio generacional en la política nacional no se ha dado, sino todo lo contrario. Vuelven entre bambalinas viejos rostros conocidos por su autoritarismo, por su intransigencia. Es fácil ver en los medios cómo no aparecen a rostro pleno, sino detrás como si estuvieran supervisando la puesta en escena del libreto creado. Están dispuestos a todo con tal de recobrar el poder.

Pocos han reparado que además de la corrupción que se afincó en los 90, se vulneró la institucionalidad en el país, al igual que se creó la monserga de “partidos tradicionales” para justificar la debilitación de los que habían y dar paso a la creación de agrupaciones según el sentir de quien tenía el poder. De esa manera la institucionalidad democrática fue perdiéndose en unos casos y en otros se validaron en el sentir camaleonesco instituciones constituidas de acuerdo a los intereses particulares y al servicio de intereses individuales.

Una educación que no forma para la promoción del juicio crítico no responde a lo que la sociedad demanda a los profesores: adoptar una actitud crítica frente a la realidad y sus problemas. Quien no procede de esa manera se torna sumiso y conformista. El saber y querer popular exigen un cambio de actitud, de enfoque y de perspectivas en lo que son los contenidos del currículo en lo referente a la formación social y ciudadanía. La transformación social y cultural es generada desde la práctica, desde la teoría y desde la necesaria interrelación entre ellas. Negarlo y no involucrarse en el diseño de nuevas formas de educar y de abordar contenidos, es educar para la conformidad, para la complacencia, para que otros decidan y ejecuten. Se forma de esta manera ciudadanos cumplidores y no creativos, innovadores.

¿Hemos pensado que los contenidos que se transmiten en la escuela no son neutros? ¿Acaso no yacen lo que antes se denominaban conocimientos de los grupos dominantes? ¿Qué se ha hecho para que no ocurra esto? La revolución educativa que se promueve ¿renovará la concepción y enfoque de la educación que desarrolla la escuela? La brecha que se tiene es muy grande y discriminatoria.
Por ello el “discurso democrático” de los protagonistas en las elecciones, se enmarca dentro de lo que hemos denominado “democracia boba”. Es decir una manera de desdibujar lo que es el sentido real de la democracia y no una democracia amputada, dañada que es la que nos quieren hacer creer quienes están en la escena política.

Lo que elegiremos el 5 de junio durará un quinquenio y debemos respetar esta elección. Pero lo que sí no debe seguir persistiendo es la debilidad de las instituciones que sustentan la vida democrática: no pueden seguir habiendo sindicatos con dirigencias eternas, que practican su “democracia interna” para quienes están en su coro y la lucha es contra los otros y no contra quienes realmente están contra los trabajadores; tampoco instituciones que son tutelares de la historia del país, que sólo aparecen en celebraciones históricas recordatorias y no cuando el país y sus instituciones y ciudadanos peligran, son atropellados; sectores del Estado que tienen la responsabilidad de la educación y que lo único que hacen es enredar y trabar la educación con una maraña de leyes obsoletas, controlistas, enemigas de la creatividad, de la innovación.

Vivir en democracia es aportar, crear, transformar la vida pública, sus instituciones, sus saberes, sus conocimientos. Donde la equidad y solidaridad sean el eje de las decisiones y no el disfraz de un lamento para encubrir inconsecuencias, de acuñar la costumbre de ver como normal lo que es un despropósito.

Esa democracia boba no queremos seguirla padeciendo ni ejerciendo. Tampoco aquella que trata de ganar indulgencias con ave marías ajenas. ¿Era necesaria la procesión del Señor de los Milagros el Viernes Santo? ¿Fue necesario paralizar en la mañana del lunes 25 medio Lima, pues al Presidente se le ocurrió instaurar el día de los Defensores de la Democracia (reconocimiento a militares y policías que ofrendaron su vida o quedaron discapacitados en la lucha antiterrorista? ¿Por qué recién en estas fechas se acuerda de este reconocimiento si tuvo 5 años para hacerlo? No queremos una democracia en donde lo político y religioso se confunden y utilizan.

Vivir en democracia implica poner a la persona al centro de las decisiones, representar la libertad, el estado de derecho, la posibilidad de poder elegir y ser elegidos. ¿Cuesta mucho educar para la democracia?

Quienes prefieren hablar y vivir en una democracia boba ¿qué valores pretenden trasladar a la sociedad? ¿pretenden perpetuar, legalizar y popularizar esta democracia amputada de principios, seguir empobreciendo los valores de lo público, para seguir justificando privatizaciones y mercantilizaciones de la salud, de la educación?

Nuestro país merece una democracia real, auténtica, sin caudillos revestidos y transmutados (30.04.11).

ESTRATEGIA Y TÁCTICA: el debate de los candidatos

26 abril 2011

El domingo pasado, según los medios se paralizó el Perú para ver, escuchar y apreciar el llamado debate de los candidatos a la presidencia del Perú para el período 2011-2016.

¿Qué parte del Perú se paralizó? Sin duda la capital y algunas regiones del interior, pero la gran mayoría no prestó mayor atención a esta presentación de personajes que tienen sin duda méritos para poder aspirar a la presidencia nacional. Sin embargo la gran mayoría los siente tan lejanos y los recuerda no por sus enseñanzas, sino porque pasaron por sus pueblos rompiendo la monotonía. Tantas veces pasaron en otro tiempo, que los tiene sin cuidado. ¿Campaña electoral? ¿Qué será pues?, ¿Cómo será pues? Al día siguiente pasó la caravana y la vida sigue igual de rutinaria, con las urgencias de siempre en el trabajo, en la educación, en la salud.

Casi tres horas de duración tuvo el llamado debate. Cada unos de los candidatos debió en dos minutos y medio, presentar el tema central y en seguida venían las preguntas de 30 segundos plateadas por los candidatos elegidos para tal fin. Los temas tratados fueron: Lucha contra la pobreza, generación de empleo y seguridad y narcotráfico. Tiempo escaso para poder transmitir lo sustantivo del tema.

Una opinión aparecida en un diario expresa: “los candidatos tuvieron problemas para comunicar su mensaje con solvencia y, salvo excepciones, no supieron utilizar el debate para poner en aprietos a sus rivales. Resaltaron la falta de preparación de los postulantes que, en algunos casos, tuvieron problemas para hacer preguntas y para salirse de un libreto definido con anterioridad. En resumen, adoptaron, salvo excepciones, estrategias conservadoras, de bajo riesgo, que les dificultó diferenciarse claramente de sus oponentes.( EL COMERCIO.05.04.11)

Finalmente, casi todos los expertos coincidieron en que el formato del debate no ayudó ni a los candidatos ni a los votantes que buscaban formarse una opinión más clara de las personas por las cuales van a votar. Para el lingüista y semiólogo Eduardo Zapata, en vez de fomentar la discusión, el formato permitió “tener no un debate sino cinco muñecos de ventrílocuo, o sea cinco muñecos de los asesores de imagen sobre el escenario”. (EL COMERCIO.05.04.11).

Quien tuvo la oportunidad de ver o escuchar el debate puede sacar sus conclusiones, sin apasionamientos, siendo tolerantes con las opiniones de otros.

Quienes no han tenido oportunidad ni de ver ni escuchar el llamado debate (que significa técnica de discusión entre dos o más personas que buscan alcanzar conclusiones o decisiones en un tema controvertido, que satisfagan a la mayoría de los participantes (Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L), como aquí cerca de Lima en las quebradas de Cocachacra, Santa Eulalia, San Bartolomé o en el valle de Cañete, saben sí que habrán elecciones, que deberán elegir a uno de los candidatos que contiene la cédula de votación, que deberán estar atentos y consultar si son o no miembros de mesa, etc. Pocos reparan en el debate, pocos en quién ganará, sólo saben que tienen una responsabilidad cívica. Por eso las especulaciones que los medios difunden, poco les preocupa. ¿Por qué?
No existe ni estrategia ni táctica diseñada por quienes esbozaron el debate. Se preocuparon de las formas, pero no de que el mensaje sea claro, preciso, para todo el público al que va dirigido. La ausencia de una pedagogía de la comunicación que conectase al emisor y receptor, fue evidente.

Por eso los ciudadanos del interior del país, no han comprendido o comprendieron poco lo que se le ha querido transmitir. Tal vez ella sea una de las causas por las que el llamado debate “no pegó”, no interesó o interesó poco a los ciudadanos del país.

El afán de estos días también es una prueba de qué poco se han planificado las campañas de acuerdo a los candidatos y sus recursos. Muchos invierten recursos económicos para poner avisos en la TV, en las radios nacionales, regionales, locales, en las paredes, en los cartelones. Todos en un afán de captar voluntades y con ello el voto de personas que les permitirán encabezar la votación a sabiendas de que tendrán que ir a la segunda vuelta.

Los jefes de campaña y los candidatos mismos, los responsables de los Planes de Gobierno se han preocupado de la imagen, de las apariencias para impactar y olvidaron que la comunicación es una de las conductas más importantes, complejas y permanentes en la vida humana. También que la comunicación es un proceso constante y una herramienta que adopta diversos códigos, pues debe penetrar distintas áreas del quehacer social.

Actualmente se ha saturado de información los medios, pero se ha descuidado el mensaje de fondo. No se han dado cuenta los jefes de campaña que se ha ido construyendo una paradoja, pues mientras más información disponible se tiene, aumenta la incertidumbre respecto a qué fuente otorgarle la credibilidad. Esta disyuntiva se nos plantea a los ciudadanos comunes y corrientes en todos los ámbitos de la vida, pero es el espacio público, especialmente el político el que lo resiente más. Por ello es esencial la capacidad de persuadir eficazmente con los mensajes y de este modo, conquistar la anuencia o apoyo del electorado hacia una determinada postura. ¿Por qué olvidar esto que es lo elemental en la comunicación?

La desesperación para captar electores a la hora nona repartiendo baratijas o haciendo promesas que no cumplirán indican qué poca cultura política se tiene y también qué poco respeto por el electorado. Si bien el Presidente declara que casi se ha erradicado el analfabetismo, lo que sí no ha hecho es generar una cultura política que se nutre del conocimiento, de la ideología, de una propuesta reflejada en los temas centrales y universales.

La verborrea presidencial capta mayor expectativa que el mensaje de los candidatos que parecen “candidazos” ofreciendo lo que saben que se requiere de mucha ciencia, experiencia y capacidad de concertación.

¿Qué candidato ha hecho docencia política en medio de este certamen electoral? Se ha dejado de lado las artes de la elocuencia que requieren de retórica, oratoria y liderazgo democrático. Y a ojos vista ninguno de los diez candidatos hizo gala de estos conocimientos, de esta preparación. Por eso es bien cierto que las buenas ideas no sólo deben serlo sino también deben ser adecuadamente presentadas para una mejor comprensión de ellas. Hagamos memoria los que ya surcamos más de una elección, sobre ¿qué líder puede apropiarse de este exigencia mínima? Pocos, muy pocos. Por eso tenemos la democracia debilitada que oscila entre el populismo y el autoritarismo y creemos que eso constituye una cultura política, una democracia participativa.

Tenemos autoritarios que quieren ser demócratas y a populistas que quieren ser autoritarios. Así estamos y por ello hay desconcierto. Por eso han proliferado los “correos de brujas” con resultados de encuestas según las conveniencias, sabiendo que ya no es posible conocer los resultados pues la ley no lo permite.

Una jornada electoral muy débil, que no fortalecerá mucho la democracia. Todo lo contrario, la debilitará y dará señales de lo que no debe ser. ¿Qué pasó con mis cabellicos maire, que uno a uno se los lleva el aire? podrán decir muchos candidatos al ver que las cifras no les son favorables. Al igual que esta frase de Carbajal estos candidatos perciben al pasar de las horas que van llegando al descarte final. Dos de ellos pasarán a una segunda vuelta. ¿Quién? El acertijo aún no lo resuelven las pitonisas, ni los videntes.

Incierto el desenlace. Las sensaciones que se recogen en la calle, en los transportes, en los mercados hablan y se inclina por tal o cual que no permite vislumbrar un ganador. Podríamos decir que tendremos el que merecemos. Habrá que analizar por qué. También cómo no hemos aprendido de las lecciones de la historia. Cómo el voto ha sido más emotivo que racional. Cómo los grandes principios fueron dejados por las descomunales ambiciones. Las transformaciones profundas han sido olvidadas y se confunden con reformas que no son una revolución, sino espejismos, para una sociedad con poca cultura política, sin líderes genuinos pero sí con muchos oportunistas.

La carencia de auténticos partidos políticos nos ha llevado a esta cuasi debacle democrática para algunos. Pero elegimos a quienes merecemos. Que la elección final –la segunda vuelta- sea por un programa auténtico y no por posturas extremas que hacen fintas a intereses populares y otros a cierto autoritarismo y al final todo queda igual. La historia no miente. No centremos la elección sobre un debate que no fue, sino en lo que puede aportar al fortalecimiento de nuestra democracia, a la mejora de la calidad de vida del pueblo, a una estrategia para alcanzar la equidad no sólo de palabra sino auténtica, a una táctica basada en la solidez del análisis y por el liderazgo que se requiere y a una estrategia vertebradora de acciones que se desarrollarán para lograr el fin propuesto. Los tiempos de ensayos deben pasar y dar paso al fortalecimiento de la democracia auténtica y no a parodias cada quinquenio (08.04.11)

ELECCIONES PRESIDENCIALES: PROPUESTAS EN EDUCACIÓN

19 febrero 2011

Desde la tercera semana de enero se fueron dando a conocer las propuestas educativas de los partidos políticos en competencia en el proceso electoral presidencial para el período 2011-2016. Once son las agrupaciones entre Alianzas y Partidos Políticos que han presentado sus Planes de Gobierno, entre ellos el correspondiente a Educación.

Las propuestas se podría decir que responden a una misma plantilla, al tratar lo educativo con categorías económicas que reducen todo a mitigar carencias, reducir brechas. ¿Cuántos quinquenios hemos escuchado y leído este mensaje?, ¿cuáles son los resultados?, ¿fallaron los maestros, las prioridades, los alumnos, la comunidad? ¿Y la política educativa? Ahí está, por la sombra y “silbando bajito” para que no se note su “presenausencia”. Nadie habla de ella sino de demostrar resultados que sabemos son volátiles en un país donde existen diferencias y diversidades que requieren planteamientos consistentes, innovadores, osados, que convoquen a una concertación de todos por la educación. ¿Se ha puesto de moda la educación? ¿Qué tanto se ha asumido como una convicción y compromiso? ¿Qué grado de profundidad tiene la educación en la clase política y en la comunidad?

¿Puede tratarse lo educativo como una “lista de mercado”? ¿La suma de todo lo que se propone será suficiente para llegar a la aspirada calidad educativa? El amigo – asesor del candidato Toledo –el Dr. Carnoy al preguntársele “¿Cuánto tiempo tomaría mejorar significativamente el nivel de la Educación peruana? respondió: “Tomaría unos cinco años”. ((LA PRIMERA. 01.02.11). Sin duda el Dr.Carnoy es un buen catedrático y mejor consultor, pero decir lo que afirma, es desconocer la realidad educativa del país. ¿Le habló el candidato Toledo del Proyecto Educativo Nacional? ¿Sabe el candidato Toledo qué ha sucedido en este quinquenio con el PEN? ¿Sabe qué sucedió con el Proyecto Huascarán? ¿Conoce el proyecto Una Laptop un niño? No se trata de duplicar el sueldo a los docentes para mejorar en la calidad educativa. El problema es mayor. El sistema presenta espejismos que desvirtúan la realidad. Y eso no se aborda. Todo lo contrario, ponen distractores que hacen olvidar los problemas centrales y así una vez en el gobierno lo que fue programa, se convierte en plan recortado por las urgencias económicas y otras prioridades de otra índole que no fueron evidenciadas en el calor de la campaña.

Lo “novedoso” de algunas propuestas es lo que algunas alianzas y partidos llaman “la Revolución Educativa”. Novedad “novedosa” para incautos y personas inescrupulosas que tratan de distraer a la comunidad con propuestas que tienen una cuna conocida, hijas de un sistema que se readecúa cual camaleón, a la realidad y circunstancia que le toque vivir.

Se ha escrito desde siempre que no es fácil encontrar el origen de los fenómenos sociales, pero a pesar de ello como el eco los repetimos confluyendo en el modelo económico y de sociedad que se aspira.: ¿Después de la reforma viene la revolución? Al parecer por quienes suscriben la Revolución Educativa –que son el 36.36% de los partidos políticos en pugna electoral- muchos no saben de qué se trata y menos que la educación es un proceso y no la suma de fórmulas matemáticas que dan un producto.

Es sencillo plantear lo educativo en trance electoral, pero complicado fundamentarlo como política educativa a desarrollar en el país, en la escuela, en el aula. No se quiere entender que la educación es un proceso de aprendizaje y formación de la persona, que los materiales e infraestructura son complementarios y que la gestión debe ser enmarcada en principios éticos y de eficiencia. ¿Pero se podrá hacerlo en un ambiente de diversidad, de inequidad? Las fórmulas que se aplican y nos muestran resultados inmediatos, serán “flor de un día” si no se prevé el proceso en toda su comprensión temporal y económica. Hablar por ello de Revolución Educativa suena bien para los oídos, pero ella no es sinónimo de aprendizaje, conocimiento, de formación de ciudadanía, de recuperación de valores, en la perspectiva de forjar una sociedad más justa, más equitativa y solidaria. Todo lo contrario. Suena bien hablar de mejores aprendizajes, alcanzar la máxima cobertura y una infraestructura “sismo-resistente” e inclusiva, pero si ello no va acompañado de una voluntad política que no se quiebre a la menor presión de intereses –como siempre ocurre- y mejor nos olvidamos de las promesas.

Plantear una revisión del actual sistema educativo nacional es casi una urgencia y obligación si queremos que dé iguales oportunidades a todos en la perspectiva de construir un futuro mejor. Recurrir al facilismo de la frase “Revolución Educativa” es quedarse en el cliché y no adentrarse en el cambio que verdaderamente requiere el sistema tanto en la concepción de educación que el país necesita y el diseño de la institución que debe liderarla. Contamos ya con una Ley de Educación, un Consejo Educativo Nacional, un Plan Educativo Nacional (al que muchos partidos ignoran olímpicamente), de Planes Regionales de Educación, pero carecemos de un Ministerio de Educación adecuado a las nuevas demandas de los niños y jóvenes, no del bicentenario solamente, sino de hoy y también para el futuro del país.

¿Cuál es la fundamentación filosófica y pedagógica, en suma ideológica, de estas propuestas echadas al viento a los electores? No se trata de explotar en términos políticos y a corto plazo, las grandes promesas que se hacen, si el modelo “for export” es otro. Hemos recibido muchas palabras nuevas en esta temporada: educar para la competitividad, educación y tecnología, educar para el desarrollo. ¿Qué significa todo esto sino responder a las consignas “disfrazadas de sociales” que el neoliberalismo trata de “vendernos” para obtener sus fines y objetivos?

Carlos Iván Degregori, antropólogo e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) en una entrevista en esta semana, expresa ante la pregunta “-¿Se ha impuesto en el país un discurso único que pone al modelo neoliberal como alternativa excluyente? ¿Cómo influirá eso en las elecciones? -El Perú es un caso extremo. Aquí el triunfo del neoliberalismo duro, tipo Consenso de Washington, que ya está obsoleto, ha sido muy fuerte. No es lo mismo en otros países de la región. En eso ha jugado un papel importante el gobierno de García. Esto ocurre porque en el Perú la izquierda se destruyó, se suicidó, antes de que venga el modelo neoliberal. Los poderes fácticos, como los empresarios, buena parte de los medios de comunicación, ciertos sectores de la Iglesia tipo Cipriani, han jugado muy bien para imponer el modelo neoliberal, mientras que muchas veces los que no estamos a favor de este modelo nos hemos enredado en peleas menores. Pero la gente cada vez quiere más una relación diferente entre Estado, sociedad civil y mercado. Algo de eso hemos atisbado en las elecciones municipales de Lima con el triunfo de Susana Villarán”. (LA PRIMERA. 31.01.11).

¿Pero qué ocurre en el país, que somos tan amigos de etiquetar las cosas? Educación, si no va con un adjetivo calificativo, no es educación, no es valorada. Si el mercado no la promueve, pareciera que tiene poco valor. ¿Por qué? Es preocupante cómo quienes deberían ser objetivos y honestos en el debate, recurran a argumentos alambicados para sustentar su posición, la misma que en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado no se hubieran atrevido. La siguiente respuesta de Degregori resume de manera precisa lo que nos viene ocurriendo en el país a nivel de debate ideológico. “-¿Hay responsabilidad de los intelectuales en esta crisis política? -También hay una crisis de los intelectuales. Hay un desencanto de la mayoría de intelectuales con la política. Ahora no se encuentran intelectuales orgánicos. Este repliegue de los intelectuales ahonda la crisis política del país. Se ha acentuado demasiado el lado tecnocrático y se ha perdido la visión más integral del país que aportaban los intelectuales. Eso es responsabilidad de los intelectuales. (LA PRIMERA. 31.01.11). A buen entendedor, pocas palabras.

La penetración del pensamiento neoliberal ha ido haciéndose parte del discurrir de nuestra vida en estos años. Aceptamos el mercado, aceptamos sus reglas, aceptamos sus consignas que nos quieren hacer creer que vamos hacia la “sociedad del bienestar” y por lo tanto se adscriben propuestas que impactan y se piensa en la novedad, antes que en el contenido. En el continente, antes que en el contenido.

El discurso neoliberal que nos venden, con insistencia está llegando a crear una especie de “efecto de verdad”. Se juega hoy, por ejemplo, con información y cifras, con datos parciales, presentados de manera aseverativa. Se presentan como nuevas propuestas que ya han sido aplicadas en otros países sin decir que no han dado resultados. El uso de palabras como participación, autonomía, calidad y otras están al punto de desgastar su significado. Deberíamos ver, por ejemplo, lo que viene ocurriendo con la participación de los padres de familia en la asunción de responsabilidades que el Estado descuida.

Últimamente se nos “bombardea” con el mensaje que debe educarse para ser competitivo. Pero ¿qué significa ser competitivo aquí, hoy? Respuestas tendremos según sea el interlocutor. Unos que dicen saberlo todo y mangonean desde el poder, desde los ministerios (educación, producción, comercio exterior y otros) dicen que es saberse desempeñar en un mundo cambiante; otros que los estudiantes, futuros profesionales o trabajadores, no pueden quedarse sólo en las tecnologías y las transformaciones en la gestión de las empresas, por el contrario deben ser más osados, deben caminar a la par con ellas.

Quienes formulan en sus propuestas de gobierno la Revolución Educativa como “tabla de salvación”, no hablan de la escuela pública como protagónica de los cambios. ¿Será que se está preparando de esta manera las condiciones para una real privatización de la educación? ¿Quién asumirá los costos de mantenimiento y servicios, por ejemplo de los colegios emblemáticos? ¿El Estado? Acaso no se insinúa que la comunidad sea quien vele por este servicio. O también como se ha lanzado, si no se cuenta con los medios se podría hacer una alianza público-privada, para que el servicio se mantenga y mejore.

¿Por qué ignorar el Proyecto Educativo Nacional? En este gobierno no fue asumido como una propuesta nacional a pesar de estar refrendado por una Resolución Suprema firmada por el actual presidente del Perú. ¿Este PEN afecta el modelo económico? ¿Por qué en los Planes de Gobierno presentados se hace una “lluvia de ofertas” sin un eje principal que las ordene, priorice? ¿Qué expertos ha redactado la parte correspondiente a educación? Sabemos quién determina la estructuración del presupuesto que responde a un modelo en donde la persona ha sido olvidada, para priorizar la producción.

La “Revolución Educativa” que pareciera haber cautivado a muchos candidatos porque sería la “llave maestra” para solucionar los problemas educativos, sería una falacia más que crea ilusiones en la comunidad, sabiendo que en experiencias cercanas no ha dado los resultados esperados.

Tres presidentes latinoamericanos proclamaron la Revolución Educativa en sus países –Colombia, Chile y México- y pueden averiguarse los resultados de la inversión.

En Colombia, lo que el presidente Uribe llamó perspectivas innovadoras y trascendentes que se sintetizaron en tres puntos: cobertura educativa ampliada; calidad de la educación mejorada y eficiencia mejorada en el sector educativo. Esto debería conllevar una fuerte inversión; pero se planteó recortar las transferencias para atender a salud y educación en las regiones. Compartimos el análisis que hace Carolina Moreno Cruz, profesora colombiana en su artículo titulado La “Revolución educativa” masifica pobre enseñanza. (Revista Florecer Nº 19 –mayo-junio, 2008. Unión Nacional de Trabajadores de las Flores). Explica que lo aplicado en estos tres ejes, se ajusta luego a una coyuntura que establece otras prioridades. Así se tiene que en cobertura en lugar de tener el profesor 20 alumnos por aula, hoy tiene de 40 a 50 estudiantes. También manifiesta que se les está entregando instituciones públicas al sector privado en la modalidad de concesión, donde el Estado paga un subsidio a los colegios privados para que atiendan a escolares excedentes de instituciones públicas. De otro lado, la calidad está desmejorada. Se ha disminuido o eliminado del currículo la intensidad horaria en actividades para el desarrollo del pensamiento científico, crítico y creativo. En su reemplazo se enfatiza la educación en competencias básicas, ciudadanas y laborales. Son los empresarios los que le dictan a la educación el perfil que esperan de los futuros egresados. Esta evidencia no es aceptada por quienes aplican el modelo. .Es el dogma a seguir, quienes plantean lo alternativo son unos soñadores. Así en lo que se refiere a eficiencia, debe hacerse más con menos. En suma, debe mostrarse cifras que indiquen el crecimiento de la cobertura, pero no se dice nada sobre la calidad y las alternativas privatizadoras que se han venido dando. Se ha llegado al extremo de decirle a los docentes que “creen sus propios colegios con financiación estatal para los pobres, también firmar convenios de desempeño con las universidades oficiales para erradicar y evitar la politiquería y el desgreño y conectar la educación con el empleo” (Un análisis de la Revolución Educativa. Abel Rodríguez C.) Más claro ni el agua.

De Chile nos llegó en noviembre de 2010 esta nota “Mientras, el jefe de Estado asegura que se tratará de una gran revolución en la educación chilena que requerirá del «liderazgo, unidad, esfuerzo y coraje» del Gobierno, parlamentarios, alcaldes, profesores y alumnos; parlamentarios de la Concertación hicieron hincapié en que “las reformas sociales exitosas se construyen sobre la base del diálogo y los acuerdos y no son simples operaciones publicitarias o de marketing.” (EL MOSTRADOR. 22.11.10). Aquí se puede ver cómo se quiere de manera vertical imponer la “revolución educativa”. El presidente Piñeira expresó que “los objetivos de la reforma, la cual busca aumentar la calidad educativa en todo el territorio nacional, y enfocarse, en primera instancia, en la formación de los maestros y la captación de un mayor número de estudiantes de pedagogía.” (http://spanish.news.cn/iberoamerica/2010-11/23/c_13617711.htm). Añadió que “…apuntará «al corazón del problema» que es la calidad de la educación recibida por los alumnos”. Dijo también que «Estamos introduciendo cambios a los contenidos curriculares, incorporando métodos mucho más eficaces, mucho más productivos»(Ibídem) El Colegio de Profesores de Chile por intermedio de su presidente expresó “Esto no es una revolución educacional. Es una reforma falsa, mediática y de marketing. Todo esto se ha hecho disfrazado, para privatizar la educación» (Ibídem) La presidenta del Partido por la Democracia expresó: “La revolución que Chile requiere en materia educacional (es) de grandes acuerdos y de todos los actores haciendo su aporte; y aquí, una vez más, se optó por el camino de sólo consultar a los cercanos al gobierno»» (Ibídem). Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.

En México el año 2008, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, expresó que “es necesario impulsar una revolución educativa mediante acuerdos, compromisos y acciones compartidas entre los gobiernos federal y estatales, los maestros y la sociedad,” (El Universal 17.03.08). También expresó que “El magisterio está convencido,…, de que la enseñanza pública debe generar en los niños y jóvenes del país los conocimientos, habilidades y competencias que demandan la sociedad y la economía global. Para fortalecer la escuela pública es necesario que las escuelas cuenten con infraestructura y equipo, se requiere incorporar nuevas tecnologías; contar con comunidades educativas integralmente seguras, con autonomía de gestión y vincular los planteles con la sociedad. Insistió en la necesidad de tener escuelas de tiempo completo; modernizar la capacitación, actualización y superación del magisterio; modificar el concepto de carrera magisterial y fortalecer las acciones de salud para los estudiantes de educación básica. (Ibídem)

La mano invisible del neoliberalismo está penetrando a las profundidades de la educación y va poniendo las condiciones para que el modelo obligue a adecuarse más allá de los principios humanistas. Y el discurso se perfila adecuado en medio de la pobreza de la mayoría y sus aspiraciones. El proceso educativo será de calidad y excelente si coincide con la dinámica del mercado, nos dicen y lo aceptamos calladamente.

La propuesta que hacen algunos candidatos en este evento electoral de realizar una “revolución educativa” es ambigua. Si se leen los ofrecimientos es indudable que le falta no sólo el sustento pedagógico coherente sino su articulación con las actividades que viene realizando el sistema educativo actual. Por ello consideramos que hablar en este tiempo de “revolución educativa” en el país, es una falacia populista; es responder a los vientos neoliberales que soplan cada vez con más fuerza por el continente. Pero por sus textos se les puede identificar y dicen que se inspiran urgidos por un cambio sin discusión, sin consenso, a partir de las reales necesidades de los educandos y las transformaciones que debe hacerse en el sistema educativo nacional. ¿Pero qué cambios? No lo dicen.

No se trata de declarar que nuestro sistema educativo es diverso y que atiende a toda la población nacional. Sabemos que no es cierto. Se dejan de lado los habitantes de los pueblos más alejados, en lo que se ha llamado “el Perú profundo”. ¿Por qué seguir anteponiendo la educación urbana a la educación rural? ¿Tenemos acaso dos tipos de ciudadanos: los rurales y los urbanos? ¿Acaso ambos no son personas con iguales derechos y obligaciones? Nuestro sistema educativo debería ser intercultural para evitar discriminaciones odiosas y perturbadoras como las que se puede constatar. Y ser auténticamente equitativo, solidario, inclusivo.

Las veleidades de la propuesta de una “revolución educativa” pueden llevar a lo que un presidente de un país expresó que se debería «involucrar a los empresarios como «guías de lo que el mercado requiere», para generar la oferta laboral que se demanda» (Cambio de Michoacán. Revolución Educativa. Apuntes en Blanco y Negro. Emiliano Valdés González. Morelia, febrero 2008). Es decir entregarse con todo al sistema, no vale la historia, los principios, los valores. Tienen la palabra los equipos técnicos de los candidatos. O se emancipan e innovan o siguen dominados por las reglas del mercado y del sistema neoliberal. La educación peruana no soporta una aventura ilusa nuevamente. No sigamos viviendo en un mundo de apariencias ni simulaciones. El momento demanda hablar claro y no comulgar con rueda de molinos. Por ello rescatemos lo que Paulo Freire decía “La neutralidad frente al mundo, frente a lo histórico, frente a los valores, refleja simplemente el miedo que tiene uno de revelar su compromiso. Este miedo, casi siempre, resulta del hecho de que los que se dicen neutros están “comprometidos” contra los hombres, contra su humanización” (Freire, Paulo, «Educación y Cambio», Ediciones Búsqueda, Buenos Aires.).(05.02.11)