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Cómo enseñar a hablar, a escuchar y a escribir (I)

6 marzo 2014

Trudy Wallace,

Winifred E. Stariha

y Herbert J. Walberg

SERIE PRÁCTICAS EDUCATIVAS – 14

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Prefacio

Tal como lo indica el título, este folleto trata acerca de cómo enseñar a hablar, a escuchar y a escribir. Complementa folletos anteriores que promueven el lenguaje en el nivel preescolar, la lectura y la enseñanza de otros idiomas. Ha sido preparado para ser parte de la serie Prácticas Educativas, concebida y distribuida por la Academia Internacional de Educación y la Oficina Internacional de Educación.

 

Como parte de su misión, la Academia proporciona síntesis oportunas de investigaciones en temas educativos de importancia internacional. Este es el décimo cuarto folleto de una serie que aborda prácticas educativas que, por lo general, mejoran el aprendizaje.

 Los dos primeros colaboradores en la planeación y elaboración de este folleto son distinguidos educadores y académicos. Trudy Wallace dio clases de inglés en el nivel secundaria y de redacción en el nivel posgrado. Ha dirigido investigaciones acerca de escritoras prominentes en la Universidad de Oxford en el Reino Unido, en la Universidad de Ciudad del Cabo en Sudáfrica y en Caracas, Venezuela.

Es editora del International journal of educational development y, actualmente, se desempeña como directora del área de “Gifted, Talented and Enriched Academics” las Escuelas Públicas de Chicago. Winifred E. Stariha es profesora del Near North Special Education Center en Chicago. Ha impartido clases a estudiantes regulares, bilingües y especiales, así como otras destrezas del lenguaje a adultos de muchos países, cuya lengua materna no es el inglés. Ha dirigido investigaciones acerca de mujeres artistas y músicos y ha presentado sus trabajos en conferencias internacionales en la República Checa, España, Sudáfrica, Finlandia, el Reino Unido y Venezuela.

Inicialmente profesor adjunto de pedagogía en la Universidad de Harvard, Herbert J. Walberg es ahora investigador titular en el Mid-Atlantic Laboratory for Student Success, académico universitario y profesor-investigador emérito de pedagogía y psicología en la Universidad de Illinois en Chicago, es también miembro distinguido visitante de la Universidad de Stanford. Editor y autor de más de 50 libros, ha sido colaborador en más de 300 investigaciones reseñadas por otros académicos en revistas de psicología y pedagogía, y ha escrito ampliamente para educadores y diseñadores de políticas, además de ser el editor de esta serie de folletos. Es miembro de la American Psychological Asociation, la American Association for the Advancement of Science y la Royal Statistical Society.

Los directivos de la Academia Internacional de Educación están conscientes de que este folleto se basa en la investigación llevada a cabo, principalmente, en países económicamente desarrollados. Sin embargo, el folleto se enfoca en aspectos universales del desarrollo y enseñanza del lenguaje hablado. Las prácticas que aquí se presentan probablemente puedan aplicarse de manera general en todo el mundo. De hecho, podrán ser útiles especialmente en países menos desarrollados económicamente. Aun así, los principios deberán evaluarse con base en condiciones locales y adaptarlos de manera acorde.

En cualquier escenario educativo o contexto cultural, es necesario que las sugerencias y las directrices se apliquen con sensibilidad, sensatez y una evaluación continua.

 HERBERT J. WALBERG

Editor de la serie Prácticas educativas  /  Universidad de Illinois, Chicago

Introducción

Escribir, hablar y escuchar son destrezas de comunicación importantes en todas las materias de un plan de estudios. Por lo tanto, leer y escribir debe ocupar un lugar central en el mismo. Incluso, las diferencias de nivel de lectura y escritura entre los estudiantes significan que algunos de ellos no han adquirido los fundamentos verbales del aprendizaje. Por esta razón, un creciente número de estudiantes no cumple con un nivel adecuado de alfabetización, a medida que avanza en la escuela.

Este folleto responde a peticiones acerca de principios y prácticas de enseñanza que tratan el problema mundial de aumentar las destrezas de lecto-escritura. Aprovechando las investigaciones pedagógicas y una amplia experiencia de prácticas en el salón de clases, se explican principios para aumentar las destrezas para leer y escribir. El folleto recurre a la investigación pedagógica y a una amplia experiencia, basadas en prácticas educativas, para explicar principios importantes que aumentan la capacidad de leer y escribir.

A diferencia de la lectura, se ha llevado a cabo una proporción mucho menor de investigación respecto a las otras tres destrezas del lenguaje que se abordan en este folleto. Por esa razón, la limitada investigación se complementa con el punto de vista de expertos y educadores con una amplia y variada experiencia en la enseñanza de destrezas del lenguaje.

 

1. Tiempo para aprender

Destine una gran cantidad de tiempo al aprendizaje de la lengua. Si bien los principios de enseñanza que se presentan a continuación fomentan las destrezas de escritura, del habla y de escuchar, éstos no constituyen sustitutos plenos de una exposición extensa al buen uso y práctica de la lengua. En igualdad de circunstancias, si los estudiantes dedican más tiempo al estudio de los elementos, de un principio o a la práctica de una destreza de la lengua, aprenderán mejor. La enseñanza y las horas de estudio en la escuela, así como el trabajo escolar en casa, aceleran el aprendizaje de los estudiantes.

 Diversos estudios han demostrado que ampliar el tiempo de enseñanza, incrementar el número de clases, alargar la jornada escolar, participar en cursos de verano realizar tareas en casa, fomentan el aprendizaje de la lengua. Los inmigrantes y los estudiantes que hablan lenguas de grupos minoritarios, así como los estudiantes de bajos recursos, necesitarán mucha más instrucción y más oportunidades para practicar.

 El resto de los principios expuestos en este folleto tienen que ver con la calidad y los principios de la enseñanza, más que con la cantidad de instrucción. Sin embargo, la cantidad de instrucción y de estudio debe tener la misma importancia, ya que ambos son ingredientes cruciales para el aprendizaje.

 2. Lecciones variadas

Los estudiantes necesitan una variedad de experiencias relacionadas con escribir, hablar y escuchar. En la escuela y en la vida, los estudiantes enfrentan una variedad de circunstancias en las que requieren destrezas de lenguaje. Por esta razón, la experiencia con una serie de lecturas y actividades escritas y orales en la escuela puede ayudar a los estudiantes a adquirir las destrezas indispensables para tener éxito. Por ejemplo, es necesaria que practiquen diferentes tipos de escritura. Los maestros pueden dar diferentes indicaciones para todo tipo de escritura; sin embargo, en ciertos tipos específicos (poemas o ensayos) es probable que hagan falta lecciones especiales.

 Los estudiantes pueden obtener beneficios al practicar la escritura utilizando los resultados de sus propias investigaciones, o bien recurriendo a la expresión de sus propios sentimientos y vivencias.

 Las estrategias de escritura inherentes a cada una de estas formas normalmente requieren una enseñanza explícita, una práctica frecuente e información dirigida a los estudiantes acerca de sus progresos.

 3. Práctica oral

 Dé oportunidades a los estudiantes para practicar destrezas específicas de lenguaje hablado. Los estudiantes mejoran el habla formal cuando los maestros les proporcionan elementos para organizar sus ideas al preparar una presentación. Las presentaciones orales de los estudiantes pueden mejorar cuando organizan su exposición de diferentes maneras, por ejemplo en secuencias, o de manera cronológica o temática. Es necesario que practiquen el orden de su discurso alrededor de problemas y soluciones, causas y resultados, similitudes y diferencias.

 Después de decidir acerca de los mejores medios para organizarse, podrán practicar sus presentaciones con otros compañeros o con todo el grupo.

 Los maestros también podrán ayudar a los estudiantes a adaptar sus presentaciones y pláticas informales, para que correspondan con los interlocutores pretendidos, la información que debe comunicarse y las circunstancias de la ocasión en la que hablarán. Los maestros pueden ilustrar la manera en que oradores famosos han adecuado sus exposiciones a diferentes circunstancias.

 Los maestros pueden dar herramientas a los estudiantes para exponer ideas a compañeros de manera individual, a grupos de compañeros o a grupos completos de estudiantes. Pueden aprender a hablar acerca de un tema que hayan elegido ellos mismos o un tema asignado por el maestro. La preparación de debates y la participación en los mismos ayuda a los estudiantes a ver las dos perspectivas de diferentes temas. Los estudiantes también obtienen beneficios a partir de entrevistas que realicen y de su participación en representaciones teatrales.

 Pueden disfrutar al hablar acerca de sus experiencias personales, y cuando se les da esta oportunidad pueden aprovechar la enseñanza acerca de los elementos de una buena narración oral.

 Maestros y estudiantes pueden aportar sugerencias para las presentaciones orales de estos últimos. Al criticar de manera constructivas a los demás, los estudiantes pueden aprender a aplicar criterios para una óptima expresión oral y emplear destrezas sociales con tacto. Con ello, pueden aumentar y mejorar sus propias destrezas orales.

 Los estudiantes también pueden aprender destrezas orales y sociales sugiriendo posibles mejoras a las presentaciones ajenas. Las experiencias positivas pueden conducir a una mayor adquisición de destrezas y confianza al hablar frente a grupos más numerosos.

 4. Destrezas verbales

 Enseñe a sus estudiantes a adaptar su lenguaje a situaciones específicas. Los estudiantes necesitan conocer las diferencias entre los hablantes y la manera en que circunstancias específicas requieren diferentes formas de lenguaje . También pueden aprender acerca del efecto que el estilo del habla puede suscitar en los oyentes, y cómo la velocidad que empleen al hablar, el volumen y la precisión de su pronunciación pueden diferir sustancialmente de una situación a otra.

 Es útil para los estudiantes saber que el habla puede cambiar en términos de formalidad al dirigirse a un juez, a un maestro, a uno de sus padres o a un compañero de juegos. También pueden beneficiarse del aprendizaje acerca de las diferencias entre distintos dialectos.

 Las materias del plan de estudios y los ejemplos provenientes de los medios de comunicación pueden ofrecer oportunidades para diferentes tipos de lenguaje. Las exposiciones orales pueden derivarse de poemas, historias, artículos de periódico o de revista, así como de reportes científicos. La actuación teatral y la observación de rutinas cómicas y obras dramáticas pueden ser oportunidades enriquecedoras para analizar cómo un personaje o las circunstancias provocan un efecto en el habla.

5. Cómo reducir el miedo a hablar

 Proporcione oportunidades para practicar el habla ante grupos cada vez más numerosos. Niños, adolescentes y adultos algunas veces experimentan temor ante el reto de hablar de manera formal frente a grandes grupos. Los maestros pueden ayudar a reducir temores sin fundamento, explicando qué tan comunes son éstos entre las personas y cómo los manejan. También pueden ayudar a reducir estos temores al mantener una atmósfera cordial en el salón de clase, así como proporcionar oportunidades para que los estudiantes practiquen solos o con algún compañero y, después, ante grupos más grandes. De esta manera, los estudiantes pueden practicar presentando información, contestando preguntas y conduciendo discusiones de grupo. Las presentaciones/ exposiciones y los debates frecuentes en el salón de clases permiten a los maestros diagnosticar y solucionar problemas.

 Los estudiantes pueden aprender mejor al fijarse ellos mismos objetivos en sus presentaciones verbales y evaluar su propio progreso. La observación de oradores competentes puede ayudarlos a fijar dichos objetivos. La práctica de las exposiciones orales, a partir de estas indicaciones, puede reducir la ansiedad de los estudiantes y, al mismo tiempo, ayudarlos a aprender el tema de una lección.

 Los estudiantes tendrán menos motivos de sentir temor y ansiedad y, con toda probabilidad, obtendrán buenos resultados si están bien preparados. La preparación puede mejorar mediante el dominio a fondo del tema, una organización apropiada y el ensayo de la presentación.

El cuaderno en la práctica pedagógica, como mediador en la apropiación de los saberes pedagógico, científico y social (III)

13 diciembre 2013

Escuela Normal Superior María Auxiliadora  de Villapinzón (Cundinamarca)

Investigadores:  Olga Peña, Elisabeth Silva  Coinvestigadores: Santiago Barrero, Martha Bernal, Gladys Cortes, Félix Farfán, Ángela González, Bertha Méndez, Vera Mondragón, Javier Morales, Pilar Neisa, Nubia Pedraza, Gloria Rodríguez, Alicia Useche, y Colectivo de docentes y directivos de la Escuela Normal Superior María Auxiliadora

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La Funcionalidad

Se refiere al uso que se hace del cuaderno y que responde a una práctica determinada; es la utilidad que tiene tanto para el maestro como para el estudiante y el manejo que se hace de este elemento. Aunque no hay una pauta establecida, cada docente da las mismas normas más intuitivas que científicas para el uso del cuaderno. Así, algunos prefieren descripciones detalladas, otros se inclinan por mapas conceptuales o mentales, diagramas de flujo, cuadros sinópticos y hay quienes dejan que los estudiantes decidan al respecto. En algunas áreas los docentes hacen uso del cuaderno para el seguimiento de la secuencia de las clases, el desarrollo de cuestionarios, el registro de consultas e información y el planteamiento de elementos de reflexión.

 

En general, el cuaderno se usa como herramienta de trabajo, como recurso didáctico, como un elemento de seguimiento de actividades y un espacio de interacción entre el docente y el educando. El registro de los contenidos se constituye así en el soporte para el refuerzo de los temas de clase, recordar y facilitar lo aprendido y como referencia en el desarrollo de las evaluaciones, para desarrollar la inteligencia y resolver problemas prácticos, ubicados en su entorno y en la vida cotidiana. Pero evidentemente los contenidos no son el conocimiento, sino que es todo aquello que orienta las acciones y concreta las transformaciones de manera que la mediación que evidencia el cuaderno por el uso que se hace de él como herramienta de trabajo, se da en términos de la actividad del estudiante, en tanto ella es motivo de reflexión, análisis, síntesis, y en cuanto motiva el uso de procesos mentales.

 El cuaderno permite en ciertas áreas identificar ideas importantes y organizadas, detectar la capacidad de tomar apuntes y la facilidad de  aprendizaje, revisar la manera como el estudiante maneja la información, ya que el conocimiento no está en los cuadernos ni en los libros, sino que es, ante todo, una construcción del individuo como proceso de abstracción. El cuaderno como registro le permite al estudiante repasar lo aprendido, o “estudiar para evaluaciones”, tal como ellos lo expresan, y podría posibilitarles, la elaboración de conceptos en tanto implica el uso del lenguaje y de la palabra, tal como lo plantea Vygotsky.

 Así, la palabra cuaderno en este contexto institucional, tendría diferentes sinónimos, mirando desde los diversos usos que éste tiene: organizador de la información, mediador del aprendizaje, recopilador de memorias, diario de campo, registro de contenidos, medio de expresión y guía de trabajo. Sin embargo, los estudiantes, según la visión de los docentes y también de ellos mismos, encuentran otras funciones al cuaderno como: libreta para hacer borradores de cartas, escribir grafitis, escribir mensajes, pegar estickers; para que les escriban los amigos, escribir canciones, jugar, hacer letreros, expresar sentimientos, hacer bolas de papel y pegarle a los compañeros, escribir chistes, entre otros.

 Esa relación del estudiante con el cuaderno, se asume como una marca más de su identidad, aunque aparentemente el autor del cuaderno resulta siendo en muchos casos el docente, se trata de un trabajo cooperativo, pues así como se registran las memorias del quehacer del maestro, también se registran las actividades y las elaboraciones del estudiante, y reflejan su manera de interpretar la información. El estudiante pone su creatividad, no tanto en los contenidos en si (con algunas excepciones como en las áreas de Filosofía, Pedagogía, Español e Investigación), sino en su enmarcación. Así, el cuaderno muestra el ser y el quehacer del estudiante.

 El cuaderno en su concepción amplia, puede analizarse desde los dos puntos de vista propuestos en la pregunta de investigación. En primer término, da la imagen que el docente quiere que reflejen sus estudiante porque en el ordenamiento de la presentación, distribución de temas y desarrollo de los mismos, la tendencia es a seguir las indicaciones dadas por el maestro, principalmente en los primeros años de escolaridad. En segundo término, da la imagen de lo que realmente son, porque cada estudiante imprime su sello personal en cuanto a su caligrafía, manejo del idioma, ilustraciones no pedidas por el docente, orden y pulcritud. Se observa especialmente entre las preadolescentes y adolescentes que en las últimas hojas del cuaderno tradicional se escriben temas personales, se desgarran, se rayan y se estropean. Algunos, muy pocos, acostumbran a escribir notas acerca de los temas que no conocen bien, conceptos no comprendidos en su totalidad, tareas de última hora, anécdotas de lo ocurrido en clase. Por lo tanto, un cuaderno refleja la amalgama semiestructurada entre lo que el docente pretende y aquello que el estudiante alcanza. De manera que el uso y funcionalidad que tiene el cuaderno, determina, por una parte, visos de prácticas pedagógicas tradicionales, que enfatizan en la “consignación” de lo que el maestro “dicta”, de lo que el docente “dice”; así, los estudiantes expresan que los cuadernos les son útiles para conservar “lo importante”; pero por otra parte hay vestigios de la pedagogía activa, en tanto que se utiliza como herramienta que promueve la actividad del estudiante, su hacer, su trabajo, y en ese sentido, algunos estudiantes asumen la utilidad del cuaderno porque “les sirve para desarrollar los talleres y actividades que se realizan en clase” les sirven para hacer las actividades en casa, para reforzar algunos contenidos y para estudiar.

 Este hacer del estudiante, se constituye pues en el elemento principal que priorizan la mayor parte de los docentes, por cuanto es un espacio de trabajo para el estudiante y, una forma de vislumbrar los avances e interpretación que éste hace de las temáticas trabajadas.

 El Contenido

El contenido es lo que conforma el cuaderno, lo que lo integra. El contenido no es independiente de la forma en que se presenta ni de la relación que se establece entre el sujeto y el conocimiento. En este aspecto es relevante tener en cuenta ¿qué tipo de información se maneja a través del cuaderno?, ¿qué movimiento genera en el estudiante lo que escribe o trabaja en el cuaderno? Los contenidos en la mayoría de las áreas son muy específicos, en general, son coherentes y su complejidad varía según el grado o nivel (de modo que son graduales).

Los cuadernos muestran conceptos básicos, secuenciales con ejercicios de aplicación, preguntas reflexivas que permiten la interpretación y conceptualización de los temas que se están tratando. De modo que se trabajan contenidos resumidos, algunos generales, otros específicos, En general, unos son estructurados de acuerdo con las diferentes disciplinas y otros no, son más flexibles, responden a su cotidianeidad, interpretación y a su propio conocimiento.

 En la mayoría de las áreas los contenidos están planteados de manera descriptiva y con frecuencia son propuestos por el docente; muestran bosquejos, dibujos, cuadros o tablas, mapas conceptuales, entre otros, que complementan, especifican, organizan o ilustran los contenidos y el registro de definiciones, descripciones, actividades y desarrollo de cuestionarios, donde se evidencia el trabajo colectivo e individual. Pero estos elementos ¿qué tanto posibilitan la construcción de conocimiento?, ¿cómo acercan al estudiante a la construcción de conceptos? Se piensa que todo esto le permite al estudiante organizar la información, pero es la actividad misma del estudiante y el desarrollo de sus procesos mentales lo que realmente le permiten construir un concepto, en tanto que es un proceso de abstracción.

 Partir de los contenidos y de los temas, propicia, entre otras cosas, la acumulación de información y del conocimiento atesorado a través del tiempo, así como el desarrollo de actividades de trabajo por parte del estudiante, pero ¿qué tanto acerca al estudiante a la construcción de conceptos? Si bien es cierto que la formación del concepto por abstracción solo es posible cuando el niño está en la etapa de pensamiento formal, es decir, en los comienzos de la adolescencia, también lo es el que los niños lleguen a construir conceptos antes de esta etapa, siempre y cuando se propicie la elaboración mental del estudiante.

 Así mismo, en algunas áreas se observa la mecanización y aplicación de contenidos con el desarrollo de varios ejercicios y lecturas para lograr una mejor apropiación de los mismos. En algunos casos, se recurre a la memoria y en otros a la actividad para que el estudiante “aprenda haciendo”, se asume que si el estudiante “hace” aprende, y que ello garantiza, en parte, la apropiación de los conocimientos. Pero en últimas, el hacer solo no garantiza la construcción de un concepto, si éste no está acompañado de un proceso de reflexión, del ejercicio de los procesos de pensamiento que permitan establecer las redes conceptuales de las que habla Vygotsky.

 De acuerdo con lo anterior, el diseño de todo tipo de esquemas, las listas de vocabulario, informes, gráficos, dibujos y escritura de definiciones son prueba de aplicación de algunos postulados hechos por John Dewey, pedagogo estadounidense, quien considera a la escuela como un laboratorio donde el estudiante construye y el docente se convierte en un guía de esta labor. En la Escuela Laboratorio todo debe girar alrededor de construcciones que involucren la experiencia entendida a la vez como el ensayar y el saber, como la prueba y el conocimiento. Es ese ensayo-error lo que podría permitir al estudiante la construcción del conocimiento y la conformación de conceptos.

El cuaderno refleja la permanencia de algunos vestigios negativos de la pedagogía tradicional, en la que se da mayor importancia a la memoria y la escrituración de solo aquello que el maestro hace copiar, bien sea  por dictado o por transcripción del libro, pero esos elementos están desapareciendo y son cada vez menos frecuentes; se percibe la introducción de elementos que aportan tanto la pedagogía activa como el aprendizaje significativo, porque los cuadernos reflejan una serie de aspectos como mapas conceptuales, cuestionarios, actividades, juegos, entre otros, que pretenden incitar la actividad del estudiante en pro de una mejor apropiación y contextualización de los contenidos, aunque quizá no tanto de la construcción de conceptos.

 En este contexto cabe preguntarse, por ejemplo, ¿qué tanto un cuestionario propicia la formación de conceptos?, porque es posible que un cuestionario por si solo no mueva el pensamiento, no produzca concepto alguno. No obstante el uso de la pregunta, cuya respuesta está prevista por el maestro, es un método muy antiguo en la educación. Sócrates la usó en su mayéutica. El maestro guía al estudiante en la búsqueda de un conocimiento que puede estar en un texto o en los resultados de un análisis de un trabajo teórico experimental. Puede servir para establecer con exactitud leyes, enunciados o proposiciones que fundamentan un tipo de conocimiento específico. Así mismo, puede ser útil para recapitular una explicación o los resultados alcanzados en un foro, cine foro, mesa redonda o actividades similares. También puede utilizarse para evaluar procesos de aprendizaje, comprobar la atención y/o interpretación que el estudiante pone a una lección específica. En este sentido, la pregunta puede incitar y mover el pensamiento para que éste llegue a generar la construcción de un concepto.

 De manera que la pregunta, podría, además de estimular procesos de memoria y razonamiento, activar procesos de análisis, deducción, inducción, síntesis, abstracción y generalización, actividades propias del método científico lógico general, lo mismo que desarrollar las competencias interpretativas, argumentativas y propositivas que son tenidas en cuenta por el Ministerio de Educación Nacional, en sus pruebas SER, ICFES Y ECAES.

 Hay que destacar que la memoria utilizada inteligentemente forma parte primordial del proceso de aprendizaje. No siempre se sabe lo que se recuerda; con el empleo de la memoria no se trata de hacer del estudiante un banco de datos extenso y mecánico, sino de facilitarle la organización de sus procesos mentales. La creación de bases electrónicas de datos tiene su origen en el análisis de los procesos neurolingüísticos del cerebro humano. Desde el punto de vista cognitivo, lo importante no es poseer toda la información, sino el saber dónde poder encontrarla, cómo conseguirla, cómo utilizarla, cómo relacionarla, y en general, cómo manejarla y transformarla en conocimiento.

 De manera que la relación que el estudiante establece con el conocimiento a través de los cuadernos, es, en algunos casos, el de la recordación, el de ubicar unos contenidos en forma escrita para volver sobre ellos, pero también, (y es en muchos más casos) el de la actividad, es una relación basada en la acción, en el hacer, el aprender poniendo en juego el uso de procesos mentales. En el mismo momento en el que el estudiante activa su competencia creadora y ésta se concreta en su cuaderno, se tiene conciencia de que el aprendizaje es verdaderamente significativo, pues se parte de lo conocido, lo observable y lo cercano hasta llegar a lo que se está por adquirir.

 Por último, además de lo ya descrito, la socialización que se hace de los cuadernos permite verificar avances y dificultades de los estudiantes, así mismo, la utilización de recortes como medios para ampliar conocimientos, y el uso de revistas y periódicos son señales que permiten considerar al docente como un mediador fundamental, que hace que el estudiante establezca las conexiones necesarias entre los conocimientos que ya poseía y los nuevos por aprender, produciéndose de éste modo el aprendizaje significativo.

POLÍTICAS PÚBLICAS, SABER PEDAGÓGICO Y PRÁCTIAS PEDAGÓGICAS (ix)

6 noviembre 2013

Anexos

Narrativa Mapeo 1
El contexto escolar de la Normal Farallones toma lo que es la institución en el sentido formal, pero necesariamente encontramos que las cotidianeidades de los estudiantes, maestros, directivos y de los actores, una manera u otra afectan las prácticas institucionales e influyen en lo que ocurre en el quehacer de la Normal, porque todos actuamos como sujetos dependientes de unas redes de acciones comunicativas que modelan las prácticas tanto en su hacer como en su saber, reconociendo, que en una institución educativa estas prácticas tienen distintas expresiones pero que se realizan conectadas con lo que ocurre en la calle, la casa y la escuela y son parte del mundo de la vida de las personas.

En el sentido de la existencia de prácticas institucionales, siguiendo el quehacer formativo, existe en Colombia, producto de las políticas públicas en educación, un comportamiento estructurado del quehacer institucional, regulado y conformado por unos campos de acción, que significativamente nos permiten identificar desde la metáfora geográfica, un comportamiento concreto y diferencial de lo que hace la Normal como institución educativa.

Siguiendo los planteamientos de Mario Díaz, hay un Campo Intelectual y un Campo Aplicado de las prácticas formativas; en estos se incluyen acciones, teorías, políticas e intenciones, que configuran diferentes expresiones de las realizaciones institucionales. Lo primero es que éstas se guían por los procesos normativos institucionales, centrados en la política pública educativa, generando comportamientos y prácticas disímiles, siguiendo la realidad del hecho de que todos los actores se comportan y cumplen funciones planteadas en la reglamentación especializada que regula y permite prácticas, conductas e intenciones. Para el caso del maestro, que es el sujeto de interés de nuestro trabajo, sus prácticas lo definen como sujeto docente, sujeto legislativo y sujeto intelectual. Este sujeto existe en la institución ligado a otras espacialidades que son: el ser sujeto; los objetos materiales; los objetos del discurso y los saberes.

Los saberes son del orden formal, es decir, cognitivo e instruccional; discursivo, o sea, del campo de las producciones discursivas y político en el sentido de las leyes y del deber ser; estas tres entradas del saber son ejercidas en forma práctica al tiempo, paralelamente.

Todas son relaciones que van definiendo el comportamiento y las decisiones conductuales de los maestros y de los actores institucionales. El saber como tal, se relaciona con expresiones concretas de lo que va ocurriendo en las prácticas escolares con lo político y normativo, porque los mandatos de tipo académico, institucional y estatutario, rige comportamientos y permite que se elaboren sentidos, según la interpretación y el ejercicio práctico en la institución, en donde el mandato normativo explicita conductas y requerimientos, pero también, dispone hacia una forma del comportamiento individual y colectivo que llevan al hecho práctico de crear en la institución formas de aceptación o negación a ese mandato.

El sujeto normativo que pertenece al ser del docente representa un plano sencillo del quehacer político del maestro en la institución, pero la realidad del ser maestro es que este es un sujeto escindido entre el papel legislativo y el papel político que el puede cumplir; primero porque el sujeto legislativo del ser docente no pertenece al campo aplicado de la educación, esto es que las leyes no manifiestan la realidad y los intereses escolares, el sujeto docente actúa sobre prácticas que lo normativo desconoce, esta posibilidad legislativa por estar más ligado a un modelo de ruptura entre lo que dicen las leyes y reglamentos y lo que hace el maestro en su tiempo de docencia, demuestra que no se está en un campo aplicado de lo pedagógico.

La vida docente y por tanto académica del maestro va por un lado y el campo político del docente va por otro lado, produciendo en términos de la organización, luchas y discursos de los maestros que representan precisamente la ruptura entre la política y la pedagogía.

Esto se explica porque lo académico es una relación de saber poder, donde lo político es constituyente, el maestro realiza este encuentro entre política y pedagogía, bajo sus capacidades que le potencia precisamente su condición de un saber y un saber hacer que es discursivo.

El ser maestro por medio de su campo discursivo no depende y se asimila bajo el control de las condiciones normativas, él bajo el efecto discursivo no se centra en la copia de las leyes de un entorno a otro, sino que puede asumir comportamientos legislativos del contexto propio, de la razón propia del ser maestro. Por eso el campo discursivo del maestro genera la ruptura que explicamos. Entre lo político y lo pedagógico.

El mundo discursivo del maestro, su vinculo pedagógico, se centra y se sujeta en la capacidad del maestro y de sus prácticas, por equilibrar las relaciones entre lo legislativo-político y académico, esto significa que en los contextos de práctica del maestro hay unas prácticas visibles y otras que han sido invisibles, porque las relaciones de poder en el orden de la reglamentación, no permite la participación del maestro y de su contexto propiamente discursivo. Esto significa que el maestro realiza sus prácticas en diferentes ámbitos: El papel como maestro en el ámbito escolar; El papel como intelectual en al ámbito académico; El papel como legislador en el ámbito normativo, con el peso que tiene la valoración de orden moral y hegemónico del quehacer del maestro.

Estos ámbitos son comportamientos en la misma institución y reproduce tendencias, en unos y otros, por actuar de una manera de cumplimiento de la política que viene de los lugares jerárquicos desde el MEN hasta la Rectoría de la institución, pasando por el sindicato y las influencias de concepciones familiares y clientelistas en los modelos de lo político, hecho que permite que en diferentes contextos institucionales se interprete lo normativo de diferentes maneras, o que en el mismo contexto institucional se interprete también de diferente forma la ley. Pero al mismo tiempo, ante la Ley los maestros han producido formas de resistencias, prácticas de resistencia que han sido más explícitas en Colombia, con la experiencia del “Movimiento Pedagógico” de los ochentas y sus proyecciones en lo que hoy se llama las concepciones pedagógicas y los grupos pedagógicos.

Esta relación entre saber y práctica se produce en los actos y comportamientos de los maestros, porque tenemos la obligación institucional y personal, de ubicarnos en un proceso ambiguo y a veces bipolar, entre lo que es la exigencia de cumplir y seguir lo normativo como mandato; pero que se presenta en medio del hecho de que se cuenta, al mismo tiempo, con la generación de un estado de resistencias de los maestros hacia ese modelo institucionalizado de lo normativo. Este comportamiento tiene que ver con las prácticas directas, en el sentido que es en esa contradicción y diferencia que se explica el comportamiento de cierta pragmática del lenguaje, entre el hecho de cumplir las demandas institucionales que vienen de ley, pero también de hacer resistencia a las mismas. Esta pragmática lo que nos dice es que hay un comportamiento particular de los maestros en donde al mismo tiempo aparecen experiencias de comportamientos distintos en el mundo académico, el mundo normativo y el mundo del maestro; la pregunta que nos hacemos es sobre como se articulan estos tres mundos en las prácticas de los maestros.

Para Rodrigo Parra Sandoval en su libro sobre los maestros rurales, hay un planteamiento sobre como el quehacer del maestro representa un estado de maleabilidad, de ser maleable, pero encontramos que hay así mismo, un doble juego entre ser maleable y ser flexible. Lo que estamos mostrando es que las prácticas del maestro, según sea la situación y la relación entre lo normativo-legislativo y lo político-pedagógico, se produce cierto nivel de resistencias, unas en el plano de lo maleable, esto significa en donde el maestro se deja llevar, se deja dar forma, hay una utilización del maestro desde afuera, desde las relaciones de poder explicitas, no se cuenta con la voluntad del maestro sino que se asume como un ordenase y cúmplase, allí no se percibe niveles de resistencia; pero al mismo tiempo es flexible, es decir que hay un interés desde el adentro del maestro, se tiene en cuenta su voluntad, esto significa que hay resistencias y el maestro busca dar dirección a las prácticas, las interviene e interpreta y en muchos casos las modifica.

La existencia de estas resistencias se visualizan en los diferentes ámbitos donde está presente el maestro, y genera comportamientos que modifican lo normativo, pero igual produce estados de estabilidad, aquietamiento y a veces complicidad a nivel personal entre los intereses de los maestros y las políticas públicas. Las resistencias generan comportamientos disímiles en las diferentes prácticas, y en general actúan como saberes disgregados en lo escolar-pedagógico, académico-intelectual y en lo normativo-político.

Nuestras inquietudes se plantean entonces indagar por las prácticas que representan formas de control o formas de resistencia en las prácticas de los maestros, para ver en las mismas prácticas sus contradicciones, diferencias y beneficios para la institución y para los maestros.

Planteamos que partimos de explicitar unas condiciones de lo público y lo privado en las instituciones de formación de maestros, que se organizan y aparecen al reconocerse la existencia de un campo normativo que es concreto y tangible (Leyes, Decretos, resoluciones, Reglamentos). Pero lo normativo muestra un campo de prácticas visibles y directas que se expresan en formas de control aceptadas, bien sean maleables o flexibles; pero además se reconocen unas formas de resistencias que definen diferencias entre los maestros y las instituciones, con respecto al campo normativo, estas resistencias pueden también ser maleables o flexibles. Según sea la descripción de las prácticas que representan esos aspectos normativos y de resistencias, podemos mostrar el actuar del maestro ante lo normativo, explicando que asumimos que lo maleable nos dice que no hay resistencias y lo flexible nos dice que si hay resistencias. Pero igual ocurre que dentro de lo maleable y lo flexible hay comportamientos y prácticas que no son decibles o no se representan por lo argumentado, sino que ocurren en las instituciones. En esta relación de prácticas, el maestro se representa a si mismo y se lee a si mismo, produciendo expresiones de conveniencia individual y colectiva, es decir que produce prácticas con intereses individuales y colectivos.

REFLEXIONES SOBRE EL QUEHACER PEDAGÓGICO 1

30 julio 2013

Carmen Pabón de Reyes / Profesora Titular Universidad Pedagógica Nacional

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Un aspecto fundamental dentro de la cotidianidad de la vida profesional como docente es el de reflexionar sobre el quehacer pedagógico y en la forma de hacer cada vez más efectiva la labor como maestros, rompiendo con esquemas tradicionales y proponiendo nuevas alternativas de enseñanza donde los estudiantes sean partícipes de la dinámica académica y protagonistas de su propio conocimiento.

Se observa que es difícil cambiar la práctica educativa si no se analizan las concepciones implícitas en ella y la naturaleza de los problemas concretos que habitualmente nos plantea. No existe una única forma de enseñar existen diferentes enfoques o modelos pedagógicos (tradicional, tecnológico y constructivista) que describen y explican una realidad educativa, teniendo como fundamentos una concepción de hombre, una teoría sobre escuela, un discurso , un estilo de vida y pensamiento, un método de enseñanza, una formación de valores y nos muestran explícitamente la manera de intervenir en dicha realidad para transformarla.

Estos enfoques pedagógicos influyen en la forma de planear, organizar, desarrollar y evaluar el currículo educativo en sus diferentes componentes: propósitos, contenidos, secuencia, métodos, recursos didácticos y evaluación. Cada enfoque tiene su forma particular de abordar cada uno de los componentes del currículo y de dar respuesta a las preguntas: ¿para qué enseñar?, ¿qué enseñar?, ¿cuándo enseñar?, ¿con qué enseñar? y ¿cómo evaluar?, lo cual hace característico un estilo de enseñanza-aprendizaje.

Esta interrelación entre modelos pedagógicos y currículo nos lleva a analizar la relación que existe entre teoría y práctica, entre aportes de la ciencia de la educación y el conocimiento práctico de los profesores, evitando el hecho de poseer un discurso teórico y no saber modificar la práctica, o el hecho tan frecuente de pretender cambiar la práctica sin algún marco teórico de referencia

Entre los diferentes modelos o enfoque pedagógicos tenemos

— Enfoque Tradicional: Se basa en la transmisión verbal del conocimiento. Es la forma habitual de enseñar en los centros educativos, informa pero no forma, es una educación vertical, autoritaria y paternalista.

Hay profesores que creen que enseñar consiste básicamente en explicar a los estudiantes los contenidos esenciales de una determinada asignatura, entonces, la actividad del curso se organiza en torno a una secuencia de temas seleccionados, el profesor explica los temas, los alumnos anotan y luego los evalúan o controlan mediante exámenes para medir su aprendizaje. Además los docentes bajo éste modelo desempeñan otros roles tales como el de prescribir normas, escoger contenidos de los programas, es el que sabe y es el sujeto del proceso; mientras que los roles del estudiante son escuchar, obedecer, recibir contenidos en forma de depósito y ser el objeto del proceso.

En el desarrollo de este modelo pedagógico los ejes del método son el profesor y el texto, se le da poca importancia al diálogo y a la participación, se valora mucho el dato y poco el concepto, se premia la retención de contenidos se reprime la elaboración personal, existe solo la verdad del profesor. En éste modelo se niega «la existencia del niño, no se considera la fantasía, ni la imaginación del niño». Probablemente la mayoría de nosotros nos vemos reflejados, en alguna medida, en esta imagen prototípica de la enseñanza y quizá impartimos las clases bajo este modelo porque es la única forma como sabemos hacerlo, es lo que la sociedad piensa sobre la tarea de enseñar y porque el contexto institucional en el que nos movemos favorece este estilo de enseñanza (horarios, organización docente, libros de texto, estructura de las aulas).

Los maestros con enfoque tradicionalista trabajan con su estructura lógica y adoptan con frecuencia una perspectiva epistemológica de corte positivista.

— Enfoque Tecnológico: : Se fundamenta en planear, administrar y evaluar. Es instruccional, deja de lado la educación formativa porque no le interesa el hombre, los valores, el sentir; su interés es técnico, el proceso educativo es mínimo y el sistema es la operación.

Este modelo se desarrolló para condicionar el educando para que adoptara las conductas y las ideas que el planificador determina previamente.

El maestro es el que determina lo que el educando tiene que hacer, cómo debe actuar, incluso qué debe pensar; todos los pasos de la enseñanza vienen programados de antemano (objetivos, secuencia de actividades para el logro de objetivos, recursos, pruebas objetivas para medir la consecución de los objetivos propuestos). A este modelo se le califica de educación manipuladora, se trata de convencer y condicionar al individuo para que adopte la nueva conducta propuesta.

Según este modelo educar no es razonar, sino generar hábitos, es decir inculcar las nuevas actitudes sin pasar por la reflexión, el análisis, la conciencia y sin someterlo a una libre elección.

Este enfoque tecnológico plantea importantes elementos de reflexión con respecto al tradicional tales como: situar en primer plano los objetivos del aprendizaje, le da importancia a los diferentes niveles de complejidad del conocimiento y éstos se imparten a los estudiantes a través de un proceso progresivo de dificultad, realiza una evaluación objetiva del progreso de los estudiantes y los califica sobre el logro de los objetivos propuestos, finalmente hace énfasis en el resultado.

Este modelo está presente en el entrenamiento técnico profesional, adiestramiento de operarios, se reduce a dar respuestas correctas e incorrectas. El estudiante solo participa ejecutando acciones.

En suma, este enfoque tecnológico aporta un conjunto de criterios racionales para planificar con rigor paso a paso la intervención, pero olvida la necesaria incorporación de los alumnos al conjunto del proceso. Prescribe criterios valiosos para asegurar una dirección del aprendizaje, pero prescinde de criterios relativizadores que hagan posible la negociación de experiencias y significados en el aula.

— Enfoque Constructivista: Es un modelo alternativo en donde el proceso de
enseñanza-aprendizaje no debe ser un reflejo mecánico de la planificación del profesor, ni simplista de la espontaneidad de los alumnos, sino que debe ser el resultado de integrar de forma natural las intenciones educativas del profesor y los intereses reflexionados de los estudiantes.

Este modelo se caracteriza por hacer énfasis en el proceso. Concibe a la educación como un proceso permanente en donde el individuo va descubriendo, elaborando, reinventado, haciendo suyo el conocimiento, organiza las actividades en torno a problemas- proyectos de trabajo seleccionados con la participación de los alumnos, combina inteligentemente con flexibilidad lo que el profesor interpreta como conveniente y lo que el alumno siente interesante.

La construcción del conocimiento es una interacción activa y productiva entre los significados que el individuo ya posee y las diferentes informaciones que le llegan del exterior, el conocimiento científico es una verdad provisional, sometido a una revisión permanente:

En este modelo constructivista lo que interesa es que el individuo aprenda a aprender, que sea capaz de razonar por sí mismo, de desarrollar su propia capacidad de deducir, de relacionar, de elaborar síntesis.

En este enfoque pedagógico no hay preocupación por trasmitir mecánicamente contenidos, puesto que lo que una persona necesita no son tantos datos, informaciones, sino instrumentos para pensar, para interrelacionar un hecho con otro y sacar consecuencias y conclusiones.

Sólo hay verdadero aprendizaje cuando hay proceso, cuando hay autogestión de los educandos y cuando se contribuye al desarrollo de la persona y a humanizarla.

Con esta mirada panorámica de los diferentes modelos pedagógicos, lo que se pretende es que los docentes se cuestionen, reflexionen y analicen su forma de enseñanza, su saber hacer profesional predominante y de esta manera la puedan transformar o reconstruir paulatinamente con criterios rigurosos, conscientes y fundamentados.

El maestro debe ser una persona que evolucione, abierto a todos los procesos pedagógicos de las ciencias y la técnica contemporánea, comprometido con la generación de nuevos conocimientos, ligado al desarrollo técnico científico y a los controvertidos procesos de la lucha social para mejorar las condiciones del sistema social.

En el trabajo como docentes se pueden asumir diferentes formas de afrontar y responder a los problemas presentados en la interacción con los alumnos y compañeros de trabajo, pero ante todo hay que asumir una actitud reflexiva caracterizada por: 1. una apertura intelectual que permita abordar los problemas presentados con diferentes alternativas de solución, escuchar, dialogar reflexivamente y reconocer los errores para enriquecerse y poder crecer como personas. 2. una actitud de responsabilidad frente a las diferentes actuaciones como maestros en el campo político-social, académico, investigativo, proyección social y de relación y afecto con los estudiantes. 3. una actitud de sinceridad cumpliendo a cabalidad con las tareas que le corresponden, generando un equilibrio y coherencia entre lo que piensa dice y hace, preocupándose por planear y organizar las diferentes actividades de acuerdo con los fines que se ha propuesto en su labor y con los intereses y necesidades de los estudiantes, lo que permite tomar conciencia de sí mismo y de su propia acción en su quehacer pedagógico.

Se sugiere que los docentes desarrollen y critiquen constructivamente sus propias teorías y prácticas pedagógicas, cuando reflexionan juntos y por separados en y sobre la acción acerca de su ejercicio docente y de las condiciones sociales que configuran sus experiencias docentes, construyendo comunidades académicas de maestros en los que se apoyen, crezcan y estimulen mutuamente.

Para hacer nuestro trabajo cada día más eficaz, además de lo planteado anteriormente, también es importante enfocar el acto de educar para la incertidumbre, para gozar la vida, para la significación, para la expresión, para convivir y para apropiarse de la historia y de la cultura.

1. Educar para la incertidumbre significa:

— Educar para interrogar en forma permanente a la realidad de cada día, por lo tanto, no enseñar ni inculcar respuestas. Se trata de una pedagogía de la pregunta.

— Educar para localizar, reconocer, procesar y utilizar información. El drama de nuestra escuela no es tanto su des-información, sino que no ofrezca recursos y metodologías para trabajar con una información existente.

En ella puede emplearse Internet, multimedia y los demás medios de comunicación que enriquecen la información y posibilitan el acceso a ésta.

– Educar para solucionar problemas lo que implica: por un lado el enfrentamiento a la incertidumbre de cada día, y por el otro lado, una actitud activa ante una situación nueva que pide creatividad.

— Educar para crear, recrear y utilizar recursos tecnológicos, tratando de ofrecer alternativas para comprender el sentido de la tecnología, sus limitaciones y sus posibilidades.

2. Educar para gozar de la vida significa generar entusiasmo en todos los participantes, que se sientan vivos, compartan su creatividad, generen respuestas originales, se divierta y se recreen en el conocimiento, participar entregando lo mejor de si y recibiendo lo mejor de otros.

El goce es un punto de partida y de llegada, un acicate para vivir y la clave de la vida misma.

3. Educar para la significación.
Esto implica:

— Dar sentido a lo que hacemos, incorporar mi sentido al sentido de la cultura del mundo, compartir y dar sentido relacionar y contextulizar experiencias y discursos, impregnar de sentido las diversas prácticas y la vida cotidiana.

Una educación con sentido educa protagonistas, seres para los cuales todas y cada una de las actividades, los conceptos y los proyectos significan algo para su vida

4. Educar para la expresión. La capacidad expresiva significa un dominio del tema (significado) y de la materia discursiva (significante) y se manifiesta a través de claridad, coherencia; seguridad y riqueza en el manejo de la forma de los diferentes lenguajes.

5. Educar para convivir. Hay que tener presente las necesidades humanas básicas como la convivencia, las relaciones interpersonales, la participación, el afecto y todo ello es posible siempre que el sistema educativo se organice para dar oportunidades al intercambio de experiencias y de información.

6. Educar para apropiarse de la historia y de la cultura
Uno se apropia de la historia y de la cultura en el ínter-aprendizaje, en la interrogación a la propia situación, en la invención, en el planteamiento de alternativas, en la aplicación en la práctica, en la alegría de construir y de imaginar. Todo esto se logra cuando el acto educativo es entendido como construcción de conocimientos, intercambio de experiencias, creación de formas nuevas, ese quehacer educativo es el que permite una apropiación de la historia y de la cultura.

CONCLUSIONES
— Es de vital importancia construir, diseñar o adoptar el modelo pedagógico que más se ajuste al logro de propósitos educativos, que faciliten procesos de aprendizajes y resultados exitosos a ¡os estudiantes.

— Hay que tener claro conceptualmente un modelo pedagógico, ya que esto orienta la acción pedagógica del docente en la enseñanza en cuanto a la selección de contenidos, secuencias, metodologías, recursos didácticos y evaluaciones que se utilizan, así como la importancia dada a los intereses, opiniones y a la acción del estudiante.

— Los modelos pedagógicos fundamentan una particular relación entre el maestro, el saber y el alumno, estableciendo sus principales características y niveles jerárquicos.

— En la práctica pedagógica no existen modelos pedagógicos puros, pues los docentes los organizan tomando elementos significativos de cada uno de ellos y/o aportando sus propias ideas en la construcción de los mismos.

— En general los modelos pedagógicos, no solo describen y explican una realidad educativa, sino que explican cómo intervenir en ella para transformarla, de tal manera que ¡os docentes pueden optar por aquel modelo que considere valido para el logro de los propósitos educativos.

BIBLIOGRAFÍA
DE ZUBIRLA, Julián. Los modelos pedagógicos. Bogotá, Editorial Fondo de Publicaciones Bernardo Herrera Merino. 1994. UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL Digitalizado por RED ACADEMICA

FLÓREZ, Ochoa. Rafael. Hacia una pedagogía del conocimiento. Bogotá, Editorial Mc GrawHill. 1994.

PRIETO, Daniel y GUTIÉRREZ, Francisco. “Sentirlo alternativo”. En Revista Aportes 41. Bogotá, Editorial Dimensión Educativa. 1996.

PORLAND, Rafael. Constructivismo y Escuela. Sevilla, Editorial Díada. 1995.

SANTOS, Clara y LOBOS, Nubia. Psicología del Aprendizaje y Orientaciones Educativas. Bogotá, Editorial USTA.1994.

1. Publicado en la Revista Pedagogía y Saberes Nº12, 1999. UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL Digitalizado por RED ACADEMICA Santa Fe de Bogotá.
2. PORLAN, Rafael. Constructivismo y escuela.Sevilla, Editora Diada 1995.
3. FLOREZ OCHOA. Rafael. Universidad de Antioquia 1995.
4. PORLAND, Rafael. Constructivismo y escuela. Sevilla, Editorial Diada 1995.
5. PRIETO, Daniel y GUTIÉRREZ, Francisco. “Sentir lo alternativo”, en Revista Aportes 41 Bogotá. Editorial dimensión Educativa, 1996.

GESTION Y USO DEL TIEMPO EN LA SALA DE CLASES

16 julio 2013

Sergio Martinic.
Cap. III del texto Tiempo y Aprendizaje. The World Bank. Department of Human Development. Octubre, 1998

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Diversas investigaciones demuestran que la gestión del tiempo por parte deprofesores y alumnos es uno de los factores principales que inciden en la calidad y efectividad del uso del tiempo asignado.

En este capítulo se analizará el uso del tiempo por parte del profesor al interior del establecimiento y de la sala de clases. Se analizará, por una parte, el tiempo que el profesor emplea en sus relaciones laborales y administrativas al interior del establecimiento y, por otra, el uso del tiempo al interior de la sala de clases. Para ello nos basaremos en resultados de investigaciones que han ocupado técnicas de observación y de medición en varios países de la región.

Gestión del tiempo en el establecimiento
Las horas que los estudiantes y los profesores pasan en la escuela contempla una serie de tiempos necesarios dedicados a actividades que transcurren fuera del aula y que tienen poca relación con tareas académicas o de aprendizaje de contenidos. Por ejemplo, el tiempo dedicado a los desayunos y almuerzos; recreos y otras de tipo ritual tales como: actividades deportivas; celebración de fiestas del establecimiento; festividades civiles y religiosas nacionales.

El tiempo dedicado a este tipo de actividades dependerá de la dependencia del establecimiento (público, privado o mixta); de la cultura de la escuela (por ejemplo, religiosa o laica) y de los niveles o grados que contiene.

Las actividades mencionadas son importantes para garantizar la recreación, el desarrollo fisico; marcar la transición de una materia a otra; y para actualizar la adhesión de los estudiantes a la cultura del establecimiento y desarrollar su identidad nacional. Por otra parte, se trata también de momentos claves para la interacción social entre los estudiantes y entre estos y sus profesores en espacios y rutinas diferentes a las de la sala de clases. Hasta ahora no hemos encontrado estudios que analicen el uso del tiempo en este tipo de actividades propias de la cultura de la escuela e importantes para la socialización de niños y jóvenes.

Por otra parte existen varias actividades propias del profesor que ocupan un tiempo importante en su jornada de trabajo. La preparación de clases; de materiales; correcciones de pruebas; atención de alumnos y de padres o tutores; las reuniones de profesores de tipo académica o gremial son, entre otras, partes de las actividades que estructuran el tiempo del profesor. Hargreaves, A., (1992) define el tiempo del profesor como uno de tipo policrónico. Este se caracteriza por la realización de varias actividades a la vez donde el interés fundamental no es el cumplimento de horarios sino que de tareas y de transacciones en las cuales el sujeto está involucrado. Es un tiempo de alta sensibilidad al contexto y propio de la vida cotidiana y no formal de las personas. Se opone al tiempo monocrónico que se caracteriza por realizar una acción a la vez, en una progresión lineal y en un conjunto de etapas bien definidas. Este es, a juicio del autor, el tiempo de los funcionarios y de las autoridades administrativas que supervisan y controlan al profesor.

Gestión del tiempo en la sala de clases

La mayor parte del tiempo de los profesores transcurre en la sala de clases
donde ellos, situados en el centro, deben lidiar con situaciones inmediatas; mantener el control y conseguir una serie de objetivos educativos(Handal, G., 1992).

El tiempo en la clase no se dedica exclusivamente al aprendizaje. Por una parte los estudiantes gastan tiempo preparando sus materiales; copiando desde el pizarrón; esperando que el profesor revise sus cuadernos o simplemente esperando las instrucciones de qué es lo que debe hacer (Hornberger, N., 1987). Por otra parte, los profesores gastan parte importante del tiempo de sus clases disciplinando a sus alumnos y entregando instrucciones no relacionadas directamente con el contenido
curricular.

Diversos estudios con procedimientos metodológicos diferentes pero basados en observaciones de sala de clases demuestran que el 50% o menos del tiempo asignado a una clase se dedica directamente a la enseñanza de la disciplina. El resto es tiempo que se ocupa en la organización de la clase; disciplina, interrupciones o es libre por ausencia momentánea del profesor (Schmelkes, S. et al, 1979; Muñoz, C., et al 1979).

Tiempos y Formas de Enseñanza en Escuelas PARE de México
Llama la atención el poco tiempo dedicado a actividades de enseñanza propiamente tal (27%) en
relación con las actividades de Organización que ocupan un 32.9%. Es interesante constatar que las actividades de enseñanza aumentan en el quinto grado. Tiempos y formas de enseñanza en escuelas PARE de México. El horario es en promedio de cuatro horas y media en escuelas de multigrado y de cinco escuelas con un docente pro grado. En ambas hay que restar una hora de recreo.

Generalmente en las escuelas grandes se invierte un tiempo largo en la formación y/o ceremonia cívica al inicio de clases, en el ensayo de bailes y desfiles y en la realización de comisiones relacionadas con la organización escolar (por ej. atender la tiendita) que interrumpen el desarrollo de las clases. En escuelas multigrado el comienzo de las actividades se suele retrasar entre treinta minutos y una hora en espera de la llegada de todos (Espeleta, J. y E. Weiss, 1994: 179-180)

En un estudio realizado en localidades rurales de Puno se observó a profesores que dedicaban gran parte de su tiempo a la lectura frente a sus estudiantes de las enseñanzas sobre higiene y salud del doctor Manuel Nuñez Butrón (un médico que trabajó con los indígenas en la región); en las enseñanzas de cómo debían lavarse las manos o en la preparación de la fiesta de la Reina de la primavera. En las 10 horas observadas en la sala, los alumnos gastaban 4,5 horas de trabajo en el cuaderno o haciendo rutinas; 2 horas dedicadas a la limpieza del establecimiento; 2 horas trabajando en el pizarrón; 1,5 horas en trabajo activo con el profesor. Según este recuente el 6% se dedicó al aprendizaje académico (Homberger, N., 1987).

Una realidad similar se verificó en un estudio realizado en Colombia que
demuestra que más del 50% del tiempo se dedica a actividades fuera del salón de clases y otras de preparación de festivales y actos cívicos (Parra R. y J.C. Tedesco, 1981). G. Galvez, et al (1981) en México observaron a cuatro maestras de dos escuelas del Distrito Federal en su clases dictadas a estudiantes de 2º y 5º grado. 5 investigadores realizaron 79 observaciones abarcando un tiempo efectivo de clases de 125 horas. Las actividades observadas se agruparon en cuatro categorías: enseñanza (trabajo del maestro en tomo al contenido programático); organización (instrucciones
sobre procedimientos y reglas sin mencionar contenidos); administración
(cumplimiento de actividades de tipo burocráticas o requisitos sin relación directa con la enseñanza) y otras. La distribución obtenida en cuanto al uso del tiempo se presenta en el cuadro siguiente:

Tiempo Empleado por Maestras Mexicanas, Según Actividad
(en porcentaje del tiempo total)
Actividad Cursos
2ª 2B 5A 5B
Enseñanza 19,6 11.8 33,8 33,8
Organización 31.0 36,7 32,4 32,4
Administración 22,4 13,7 32,4 23,4
Otros 27,0 37,8 10,4 10,4
Fuente: Gálvez, G. et al, 1981:10

En un estudio realizado en Chile, se observa que mas de la mitad de los
profesores utilizan más de 9 minutos para iniciar la clase y del tiempo efectivamente utilizados se observa que un 70% de ése se ocupa en el ejercicio y aplicación de la materia; para presentar la materia y ejemplificarla se emplea un 10 y 15% respectivamente. En la mayoría de los casos, la clase no termina normalmente sino que por una interrupción (Himmel, E., et al 1984). J. Filp et al (1987) utilizan las categorías de B. Bemstein (1990) de Discurso instruccional y Discurso regulativo para definir dos grandes campos del uso del tiempo en la sala de clase.

El discurso instruccional se refiere a las indicaciones que el profesor entrega a sus alumnos, en forma individual y/o grupal, para que realicen su tarea académica; la entrega de contenidos de acuerdo a las reglas y secuencias definidas en el orden curricular y la corrección de tareas y otras actividades de evaluación relacionados con los contenidos.

El discurso regulativo, en cambio, alude a las reglas y principios que se
transmiten en la sala de clase para organizar el espacio, las prácticas y las interacciones entre los estudiantes y sus profesores y en los estudiantes entre si. El discurso regulativo se relaciona con el control y con los principios que regulan las relaciones con la autoridad y entre iguales.

Después de observar 36 períodos de 90 minutos cada uno las autoras constatan que el 58.15% del tiempo se dedica a actividades instructivas (por ej. entrega de contenidos; instrucciones para trabajo grupal e individual y corrección de materiales) y un 38% se dedica a actividades de orden regulativo (control individual y grupal; transmisión de reglas; interacciones personales e interrupciones).

El tiempo dedicado a actividades académicas disminuye a medida que aumenta el nivel o grado de escolaridad. Mientras es del 50.7% en 3º y 4º básico es de 39,0 en 7º y 8º. (Filp, J. et al, 19 :101). Es decir, aumentan considerablemente las actividades de controles y disciplinamiento. Este tipo de actividad regulativa varía de acuerdo a las materias. En las materias científico humanistas y de mayor legitimación social el tiempo dedicado a actividades de control es mucho menor que el que se realiza para las asignaturas técnico-artísticos. No se observa una correlación entre años de
experiencia como profesor y tiempo dedicado al control.

En uno de los estudios más completos que se han realizado sobre la materia se distinguen para el caso de Ecuador los siguientes componentes de la clase o tiempo académico:(a) tiempo de actividades dedicadas a la enseñanza-aprendizaje, propiamente tal; (b)tiempo de administración de la clase es decir, acciones que están dirigidas a tomar control del grupo del ritmo del proceso; (c) Tiempo de organización pedagógica, por ejemplo, motivación inicial o la disposición del material didáctico y (d) tiempo de interrupciones o disturbio

Interrupciones de Clases
En el primer grado de la escuela 14 (zona rural de la provincia de Esmeralda, Ecuador), en la asignatura de castellano, la falta de una adecuada infraestructura influyen negativamente en el desarrollo de las actividades. El que no existan puertas en el aula, causa problemas ya que cualquier persona puede entrar e interrumpir las clases. Es común que las madres de familia busquen ala docente para tratar con ella aspectos relacionados con los estudios de sus hijos, por lo que la profesoras e ausenta a momentos.

Otra de las interrupciones que a menudo se dan durante la clase de castellano son provenientes de la misma institución, por ejemplo, cuando la conserje entra al aula para hacerle firmar el registro de asistencia a la profesora.

En el quinto grado de la misma escuela, el problema radica en que el docente debe cumplir funciones administrativas, lo cuele obliga a salir del aula hacia la oficina de la dirección a atender diversos asuntos, no solamente de la escuela sino también relacionados con la comunidad.
Fuente: Naranjo, M., Montoya L., y Enríquez, M.E., 1996:245.

El 67.3% del tiempo en las clases observadas se dedica a actividades de
enseñanza-aprendizaje; un 13% se gasta en interrupciones y otro 12% en actividades de administración de la clase. Esta distribución varía según materia y grado. En efecto, a medida que se avanza en los grados el tiempo académico, y con ello todos sus componentes, disminuyen hacia el séptimo grado. Una hipótesis para explicar esta reducción sostiene que en el séptimo grado el control y administración de la clase dependen, en la mayoría de los casos, de diferente docente para cada asignatura (Naranjo, M., et al, 1996: 185).

El siguiente cuadro muestra la duración media de los tiempos según las categorías definidas para el Séptimo grado.

Duración Media de los Tiempos Relacionados con el Aspecto
Académico de una Clase de Séptimo Grado en Ecuador en 1996 (en minutos)
Asignaturas Tiempos
TAC TAP TOP TAD TTI
Castellano 39.0 30.3 4.5 5.9 6.9
Matemáticas 40.1 31.9 3.9 6.2 7.2
Ciencias Naturales 36.8 26.8 5.9 7.7 8.9
Estudios Sociales 37.5 28.8 5.2 6.5 7.1
Educación Física 37.7 33.6 4.5 5.9 12.5
Actividades Prácticas 41.0 34.8 5.2 5.9 10.6
Inglés 37.8 31.1 5.6 5.0 7.2
Fuente: EB/PRODEC/1996C. itadop or Naranjo,M . (1996:185)

TAC: Tiempo Académico
TAP: Tiempo de Actividades de Aprendizaje
TOP: Tiempo de Organización Pedagógica
TAD: Tiempo para la administración de la clase
TTI: Tiempo Total de Interrupciones

Al comparar estos resultados con las de otros grados anteriores se comprueba que en el 7° grado el tiempo académico es significativamente menor. En ello puede influir la organización académica ya que en este grado hay un profesor por asignatura lo que obliga a un control más rígido del tiempo asignado.

En el cuadro también se observa que las asignaturas con más tiempo de
actividades de aprendizaje (TAP) son las correspondientes a actividades prácticas (35′); educación física (34′) y matemáticas (32′). Por último, se observa que el mayor tiempo de interrupción (TTI) ocurre en las asignaturas que tienen mayor duración en sus actividades de enseñanza-aprendizaje (Naranjo, M. et al, 1996:184).

Conclusiones
En este capítulo hemos analizado algunos estudios que observan el uso del
tiempo en el establecimiento y, particularmente, en la sala de clases. Se trata de estudios de casos que han ocupado técnicas etnográficas y de medición para mostrar las características de la gestión del tiempo que realiza el profesor.

Los resultados presentados permiten concluir que los profesores gastan demasiado tiempo en actividades administrativas del establecimiento; control de la conducta de los estudiantes y en la organización de la clase propiamente tal. Los tiempos dedicados a control y aprendizaje varían según la materia, el tiempo y el grado.

Estudios realizados en México demuestran que el tiempo dedicado a la
enseñanza propiamente tal no supera el 30% de la clase. Estudios realizados en Chile y en Ecuador, en cambio, detectan que este tiempo fluctúa entre el 51% y 67% del total del tiempo de las clases observadas. Se comprueba, además, que el tiempo académico o instructivo disminuye a medida que aumentan los grados. En efecto, al tratarse de profesores de asignaturas se invierte más tiempo en la administración de la clase (por ej. y organización de la apertura y cierre) y disciplina o control regulativo.

La organización del tiempo observada permite afirmar que el ritmo que se
sigue para el aprendizaje no considera las necesidades ni los ritmos propios de los alumnos.

Por otra parte, también se ha observado que la proporción asignada a las
distintas actividades de la clase no considera las secuencias adecuadas para realizarlas ni tampoco la calidad ni el grado de dificultad que poseen. De este modo, el tiempo de la planificación anual, semanal o diario no se atiene a un criterio de realidad tanto de los estudiantes como del grado de organización y complejidad de los conocimientos a transmitir (Rojas, M. 1993).

De este modo, encontramos en la gestión del tiempo al interior de la sala de
clases graves problemas que afectan no sólo la cantidad del tiempo sino que, fundamentalmente, la calidad del tiempo asignado para la enseñanza. Hay aquí un complejo y amplio campo para el desarrollo de innovaciones pedagógicas que ayuden a superar el problema.

Enseñar a los niños a expresar sus opiniones con convicción es prepararlos para la vida

19 junio 2013

Grupo de Trabajo: Armando Mora y Vladimir Núñez Camacho
Investigadores: Rubén Darío Flores y Ligia Ochoa Sierra

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Investigadores auspiciados por la IDEP realizan un estudio con niños de primaria para encontrar con salida eficaz a los serios problemas que presentan a la hora de comunicar sus opiniones. Argumentar, asumiendo posiciones, demuestra raciocinio y utilización de conocimientos adecuadamente adquiridos y constituye una vía para la formación de las convicciones.

En los últimos tiempos, la escuela ha hecho un gran esfuerzo por estimular los procesos comunicativos escritos de los estudiantes de los distintos niveles educativos; ha dejado de promover ejercicios de carácter transcriptivo, la palabra ya no es la unidad de análisis sino los discursos, ha reconocido el valor interpretativo interactivo y social del lenguaje, ha puesto un gran énfasis en actos de habla funcionales; sin embargo persiste aún en los estudiantes serios problemas a nivel de la comunicación escrita.

Los niños no tienen problemas para comunicarse con éxito en sus interacciones diarias, pero al momento de producir un texto escrito presentan muchas dificultades: falta de unidad textual, proposiciones no relacionadas o incompletas. En relación con los procesos argumentativos, muchos estudiantes, invitados a presentar sus opiniones respecto a determinada cuestión, transcriben opiniones, pero no ofrecen ninguna auténtica razón para sustentar sus puntos de vista, de tal modo que sean aceptados por personas razonables.

De otra parte, preparar adecuadamente a los alumnos para argumentar sus decisiones, es prepararlos para la vida. Si se estimula en la escuela los procesos argumentativos basados en la conciencia social, en el respeto al otro y en la razón, se forman ciudadanos democráticos, libres y autónomos.

La argumentación como toda de partido y como demostración de las posibilidades de razonar y de utilizar conocimientos adecuadamente adquiridos, constituye una vía para la formación de las convicciones.

Para que el país participe en el proceso de producción y asimilación crítica del conocimiento y tecnología es indispensable que los miembros de la sociedad produzcan y comprendan los textos que circulan en la cultura, La diferencia entre un país desarrollado y otro que no lo es, consiste precisamente en que el primero produce cultura escrita en todas las áreas de la vida humana y dicha producción empieza en la escuela. En los segundos, la escritura es marginal, se considera como una técnica y no se confía en la capacidad de producción de conocimiento de los individuos.

El estímulo a la escritura argumentativa, contextualizada y cultural, hace posible la reflexión sobre las áreas y esferas de la vida social, posibilita la producción de conocimiento local y recupera la capacidad de producción de conocimiento de las distintas comunidades.

Esta situación se debe, en parte, a la manera como se ha trabajado en la escuela los procesos comunicativos y el desaprovechamiento de las capacidades intelectuales de los niños y jóvenes.

Potencialmente, los niños pueden desarrollar procesos complejos de pensamiento, como los relacionados con la argumentación, no sólo por las capacidades cognoscitivas que tienen sino por el hecho de que el hombre vive inmerso en un contexto argumentativo: no hay conversación, discusión, declaración, opinión en la que no subyazga un esfuerzo por convencer al otro. Los hombres siempre han tratado de persuadirse los unos a los otros, pues el hecho de vivir en sociedad no significa que todos los individuos piensen de la misma manera.

Cuando los alumnos participan en la formación de los conceptos, en la elaboración del conocimiento pueden aprender a argumentar, toman posiciones, tienen argumentos para fundamentar lo que dicen, lo que piensan, lo que “saben” . Una enseñanza reproductiva, conocimientos memorizados, un aprendizaje mecánico, formal no da estas posibilidades.

Se privilegia el trabajo a nivel narrativo y descriptivo, y se limitan las posibilidades cognoscitivas de los niños. Esta situación se acentúa particularmente en niños de clase baja, pues el presupuesto del déficit intelectual ha estado presente en el imaginario colectivo de algunos docentes y cuerpos directivos, lo que ha dado origen a una preocupante discriminación sociocultural.

Frente a este fenómeno nuclear para la comprensión de áreas muy importantes de la actuación humana, que conducen, nada menos, que a la influencia sobre la conducta a través de los discursos, nos proponemos abordar el desarrollo de la argumentación escrita, para cuestionarnos por el ¿cómo estimular procesos argumentativos escritos en niños de tercero, cuarto y quinto grado de educación básica primaria?

APRENDER A REFLEXIONAR PEDAGÓGICAMENTE

6 mayo 2013

Martha Vargas de Avella / Coordinadora Regional / Proyecto Materiales Educativos CAB/GTZ
En:MATERIALES EDUCATIVOS / CONCEPTOS EN CONSTRUCCIÓN / LOS MATERIALES EDUCATIVOS, HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO

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El maestro, como profesional, requiere de un estatuto conceptual en el cual se reconozca. Ese estatuto conceptual está dado por la pedagogía como el saber disciplinar que conceptualiza los conocimientos referentes a la enseñanza de los saberes específicos que imparte el maestro.
La razón de ser de la pedagogía es el saber del maestro que se define desde su práctica, desde lo que hace en el aula. Este saber se configura cuando el maestro reflexiona sobre su enseñanza, clarificándose a sí mismo ¿qué enseña? De manera que, fundamentado en sus conocimientos de las disciplinas que enseña, pueda entonces transformar ese conocimiento en objeto de enseñanza.
La reflexión sobe ¿a quién enseña? También configura el saber del maestro, por cuanto implica el conocimiento que tiene de sus estudiantes, de los procesos de desarrollo, del ambiente familiar y afectivo, de cómo estos factores inciden en los comportamiento y en los aprendizajes de sus alumnos y cómo todo esto tiene que ver con la enseñanza que imparte.
Los conocimientos sobre el ¿para qué enseña? Configuran también el saber pedagógico de los educadores, por cuanto les permite dilucidar cuáles son los contenidos de las asignaturas que contribuyen al desarrollo integral de los alumnos, a su formación como ciudadanos, y si verdaderamente vale la pena enseñar todo lo que enseña. La reflexión sobre esta pregunta le ayuda a identificar las competencias que debe suscitar y fortalecer en sus estudiantes, así como a ser selectivo de los temas y contenidos que desarrolla en su enseñanza.
El otro saber del maestro configurante de la pedagogía, es el que surge de la reflexión sobre el ¿cómo enseña? Que tiene que ver con la didáctica. De la respuesta a esta pregunta surge el conocimiento sobre las formas que empela para enseñar, las estrategias que utiliza, los instrumentos y los medios que facilitan las formas de trabajo. Cuando estos conocimientos son del dominio del maestro, posee entonces un saber pedagógico, que le permite caracterizarse a sí mismo como profesional de la educación e identificarse con el estatuto teórico de la pedagogía.
El saber teórico sobre su práctica lo obtiene el maestro de esta reflexión sobre su propia experiencia enriqueciéndola con el aporte de otras disciplinas como la filosofía, la psicología, la antropología, la sociología que le permiten explicarse el por qué de todo aquello que constituye su reflexión.
El interés por recuperar la pedagogía como eje fundamental de la acción del maestro nos ubica en la perspectiva de reconceptualizar la educación como el proceso formativo que implica reflexión, la actuación consciente y la responsabilidad para la calidad de sus resultados. El ser y el quehacer de los maestros adquiere un significado nuevo que le confiere autonomía y le rescata de la práctica instrumental centrada en transmitir unos contenidos que conducen a la formación de alumnos acríticos, receptores y repetitivos de los mismos saberes memorísticos de sus maestros.

APRENDER SOBRE SÍ MISMOS Y SOBRE SUS SABERES

3 mayo 2013

Martha Vargas de Avella / Coordinadora Regional / Proyecto Materiales Educativos CAB/GTZ
En: MATERIALES EDUCATIVOS / CONCEPTOS EN CONSTRUCCIÓN / LOS MATERIALES EDUCATIVOS, HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO

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Los maestros son, como sus estudiantes, sujetos en construcción permanente, que obtienen nuevos conocimientos en el ejercicio de su práctica educativa. Las múltiples interacciones que se establecen en el aula y en la escuela, generan una circulación de saberes y conocimientos nuevos que producen desequilibrios y acomodaciones cognitivas desde los cuales los educadores construyen nuevas percepciones, nuevas maneras de ver las cosas para luego someterlas a procesos de verificación.
Estas construcciones conducen a la reflexión y resignificación de un saber propio, inherente a la tarea del educador y producto de los procesos de formación que el maestro experimentó en la universidad, en la escuela normal o en la institución donde realizó sus estudios. Resignificar el saber propio, implica que los educadores valoren la importancia de su tarea diaria, que se descubran como portadores de conocimientos sobre los niños y las niñas, sobre las características de las familias y de las comunidades a las cuales pertenecen, sobre los factores y variables que facilitan y/o entorpecen los procesos que viven las comunidades educativas y naturalmente, portadores de los conocimientos y saberes que deben enseñar.
La pedagogía como saber propio del educador, es el resultado del análisis intencional y consciente del sentido de lo que se enseña y en general de lo que se hace para los alumnos/alumnas se formen de manera integral. La pedagogía es la ciencia de la formación. El análisis de sentido que hace el maestro sobre su tarea, tiene que ver con la pertinencia, la importancia y el significado que tiene lo que se enseña y cómo lo enseña.
Cuando los maestros y maestras disciernen con claridad este sentido, porque poseen los conocimientos fundamentales sobre los alumnos y su entorno social y cultural, se aproximan más fácilmente a las condiciones de realidad de los niños y niñas, con lo cual dan pertinencia a su enseñar.
Los maestros y maestras al aprender sobre sí mismo, aprenden sobre los estudiantes y su medio y llegan a reconstruir la historia de las comunidades, y desde esas historias les es posible apropiarse de la cultura de sus educandos, para entender sus formas de pensar, de sentir y de ver el mundo. La síntesis de este proceso de aprendizaje le permite al maestro percibirse a si mismo como partícipe de la historia comunitaria y agente transformador de la misma.
El “aprender” de los maestros y maestras se arraiga en esta comprensión de su trabaj, porque “Propiamente hablando, es el saber pedagógico, junto con la conciencia de ser sujeto privilegiado de ese saber, lo que puede dar al maestro esa posibilidad de ser mediador de diversos saberes y conferirles sentido en condiciones que respondan a las realidades de su quehacer” 1

1.Vasco Elena. Maestros, Alumnos y Saberes. Santa Fe de Bogotá, 1984.

COLEGIO MAYOR PRESIDENTE DEL PERÚ RECIBE MOCIÓN DE SALUDO DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA

29 noviembre 2012

Delegación de estudiantes en visita al Parlamento recibió el aplauso durante el Pleno por los logros obtenidos

En el marco de la sesión del Pleno del Congreso de la República, el Colegio Mayor Secundario Presidente del Perú recibió una Moción de Saludo, solicitada por la Comisión de Educación, Juventud y Deporte, debido a los logros obtenidos de los estudiantes y su comunidad educativa.

La delegación de alumnos recibió este saludo en medio de aplausos de los legisladores de todas las bancadas. Además, los estudiantes conocieron las instalaciones del Congreso de la República, así como la historia del Poder Legislativo.

Los alumnos también tuvieron la oportunidad de interactuar con algunos parlamentarios e intercambiar ideas. Asimismo visitaron en su despacho al primer vicepresidente del Congreso de la República, Marco Falconí, quien les mostró su disponibilidad de apoyarlos en realizar una ceremonia en el Palacio Legislativo de agradecimiento por el apoyo que reciben del Estado.

Durante el acto, los estudiantes mostraron su compromiso de luchar en beneficio de sus regiones como acto de reciprocidad por lo que el país hace por ellos, al brindarles la oportunidad de acceder a una mejor educación y la posibilidad de estudiar en universidades de alto nivel.
OFICINA DE PRENSA
29 Nov. 12