1. EL ESPECTÁCULO. Es lamentable apreciar que el tema educativo llame a escándalo cuando se trata de revisar y replantear aquello que no estaba bien en la llamada Ley de Carrera Pública Magisterial (CPM) y que por lo tanto no cumpliría los objetivos que se buscaban. Esa ley consensuada se presentó al congreso y allí por obra de birlibirloque se le cambió el espíritu y se la redujo a una mera norma administrativa. En nombre de los hechos, de la coyuntura y sobre todo de demostrar el poder, esa ley fue mediatizada. No pudieron sacarla del marco del Acuerdo Nacional, no pudieron evadir las recomendaciones del CNE. Hoy sirve de pretexto y argumento utilizar al Acuerdo Nacional y al CNE para justificar dicha Ley. Y así se dicen medias verdades, se esconde la ambición política, lejos de un verdadero interés por la educación del país y de los docentes.
Apreciamos en los medios cómo los defensores de la ley de CPM esgrimen los argumentos que les conviene y se refugian en la mala calidad de los docentes que tenemos. ¿Pero qué hicieron con la dignidad del docente cuando estuvieron en el poder? Desde el Presidente García y el ministro Chang denostaron del magisterio y su gremio y a ellos les soplaban la pluma de los fracasos de sus medidas políticas. Ahí están el cuento del PRONAMA, que vendió una falacia al decir que éramos un país libre de analfabetos, la “inversión” en el proyecto Una laptop un niño, – previa venida de Negroponte y el homenaje de la Universidad San Martín de Porres, cuyo dueño es el Ministro Chang; la reconstrucción de los colegios emblemáticos; la frustración de los Centros Amauta para impulsar la formación en servicio, etc.
Hoy día quienes fueron los abanderados de “la mejor educación de América latina” (fujimoristas), y quienes tuvieron la osadía de decir que no había analfabetos en el país, aventuraron la municipalización de la educación, y otras iniciativas adobadas con la verborrea de García y el beneplácito de Chang y sus viceministros (apristas), se vuelven censores de una propuesta superior y que se fundamenta en un 80% en la Ley de CPM y la mejora, al incorporar aspectos contenidos en la Ley del Profesorado que no estaban considerados en la Ley de Carrera Pública Magisterial.
Es indudable como dice un periodista que el tema de la educación se ha puesto en el centro del debate, mejor diría de la noticia, sin ser policial. Pero un debate en donde hay que luchar por rescatarlo quienes con poca talla lo quieren “sutepizar” y agitan el fantasma de Patria Roja, para inducir a incautos a la resistencia, al rechazo. ¿Por qué mezclar papas con camotes? ¿A quién le interesa crear la confusión? ¿Quiénes quieren pescar a río revuelto? Son quienes la memoria no les interesa, les incomoda, por ello no hay que cambiar nada. Quieren dejar la educación subsidiaria de los políticos y no de los que saben de qué se trata y que no es lo mismo preocuparse sólo por la gestión (que es importante) y dejar que el contenido quede al mejor postor, no interesa que éstos sean dependientes del capital. La educación es lo que les importa dicen, pero ¿qué tipo de educación?
2. La Ley de desarrollo docente (LDD). que ha quitado el piso a quienes siguen sufriendo el complejo de Adán y cree que todo es perfecto y no perfectible, que unos ven el vaso medio lleno o medio vacío y a quienes creyendo que modificar un artículo transitorio bastaba y también que mejor era modificar las dos leyes y luego unificarlas. (Quien dese consultarlo puede encontrarlo en la siguiente dirección digital: http://desarrollodocente.perueduca.edu.pe/)
El anteproyecto de Ley de desarrollo docente creo que tiene un enfoque legal y político, en primera instancia; luego un enfoque profesional; terminando con un enfoque en perspectiva.
Enfoque legal y político. Existe un entrampamiento en la aplicación de la CPM pues colisiona en algunos aspectos con la Ley del Profesorado que “…reconoce derechos y escalas remunerativas diferentes y que han terminado afectando el clima institucional de los centros educativos públicos, donde son perceptibles actitudes que dividen y enfrentan a los maestros según su pertenencia a una u otra ley. Adicionalmente, las cifras muestran que difícilmente se cumplirán las previsiones de la estrategia de incorporación gradual y voluntaria a la nueva ley en diez años, a pesar de las continuas convocatorias realizadas: luego de cinco concursos nacionales, con más vacantes que inscritos, son cerca de 25 mil los docentes incorporados de un total aproximado de 267 mil docentes. Esto representa un poco más del 9% del total de profesores titulados y nombrados.” (Exposición de Motivos del Anteproyecto de Ley de Desarrollo Docente).
Desconocer este entrampamiento, que lo sabía el ex -viceministro Vexler y no presentó una propuesta para salvar el escollo, cuando estuvo en funciones. Nunca se sabrá, pues en sus intervenciones no se ha visto hacer un mea culpa, antes por el contrario, relativiza al anteproyecto y sugiere soluciones facilistas dignas de una demagogia burocrática.
Quienes encabezan la “resistencia al cambio en educación” nunca le prestaron la atención y si alguna vez tuvieron interés, con su actitud indiferente, clientelista, le negaron a la educación y a los docentes lo que demandaban y requerían para el ejercicio de una profesión digna, respetada.
El Anteproyecto de ley se plantea como nuevo y único marco normativo la integración de todos los docentes, que una vez aprobado, y puesto en vigencia, les ofrece las mismas posibilidades de desarrollo profesional a través de procedimientos meritocráticos. Esta integración ordenará y universalizará el tratamiento de diferentes aspectos, como: la formación de los docentes, los deberes y derechos que implica su incorporación al servicio oficial, la carrera magisterial y sus mecanismos de ascenso, las evaluaciones del desempeño laboral y de acceso a cargos de responsabilidad, los conceptos remunerativos, los estímulos y procesos disciplinarios y el término de la relación laboral. También se podrá corregir el desorden que muestran las planillas de pago de los docentes a nivel nacional; se simplificará y reordenará los conceptos y la estructura de las remuneraciones de todos los docentes, facilitará su pago correcto y oportuno con la garantía de un mejor control por parte del sistema administrativo de personal.
Esta propuesta normativa busca asegurar la incorporación al servicio público de docentes con real vocación, en base a sus méritos, con un sólido compromiso social y una formación idónea que garantice una educación de calidad en beneficio de los educandos del Perú. Igualmente impulsar su desarrollo profesional, el reconocimiento social que merece su labor y el otorgamiento de las retribuciones adecuadas.
No se trata entonces de un capricho de querer borrar todo lo bueno que se hizo y menos distraer los intereses de los docentes que por derecho los asisten y que gobiernos anteriores hicieron “mutis por el foro”
Enfoque profesional. Si consideramos al docente como un profesional ¿por qué seguir marginándolo y confundiéndolo con un régimen legal ambivalente, que busca más el clientelismo político antes que el fortalecimiento de una profesión que es tan digna como las mejores que existen?. Persistir en la ley de CPM tendría ese objetivo si no se cambia no sólo en la forma sino en el fondo del enfoque. No se trata de hacer ajustes legales, ni maquillajes para “quedar bien” sino perfeccionar, mejorar y asegurar que la profesión docente recupere el prestigio académico, intelectual y social. Romper esa dependencia al poder político – partidista, creyendo que el educador es subsidiario de quien detenta el poder y no de su propio valer. Depender de las migajas de la mesa del rico epulón (los políticos de turno) objetivadas en favores para nombramientos, traslados, remociones, etc. ha sido costumbre en la subcultura laboral desarrollada con los docentes. Romper la cadena de dependencia y hacer que el docente como educador respetado decida por sí y ante sí, sin depender de falsos intérpretes de la legalidad, que blanden cuando quieren la Constitución, la Ley y demás normas para someter al otro. (Acordémonos de Bagua, acordémonos de los artículos del perro del hortelano).
Ese perfil de docente domesticado y encadenado a un pensamiento arcaico, donde la ambivalencia es mejor, que es bueno dejar las cosas como están, que en nombre de la calidad se han realizado las acciones. Y no le dan crédito a lo que demandan los actores principales de la educación nacional. Se llenan de palabras almibaradas sobre la profesión docente y no se hace lo necesario para atender sus demandas.
En este sentido, el anteproyecto de ley introduce el concepto de desarrollo profesional. No es un mecanismo sino un enfoque de lo que debe ser el concepto de la educación desde la perspectiva de educación para toda la vida. Unos entienden el desarrollo como la ampliación de los niveles, otros como establecer una política referida a cómo atraer a los mejores, cómo darles una mejor formación, cómo retenerlos y también cómo botar a los corruptos.
Enfoque en prospectiva. En educación quien se detiene y se queda en los debates infructuosos y se amarra a artículos transitorios, a normas, está condenado a ser obsoleto, retrógrado. En la profesión docente, tan ninguneada al punto de que cualquiera puede ser docente, se requiere contar de manera permanente con una renovación continua, permanente del conocimiento, del pensamiento, de la innovación. Los alumnos lo exigen, la sociedad demanda vivir en permanente alerta, tejiendo utopías para servir mejor en la difícil tarea de ser docente en un país diverso, intercultural.
Denise Vaillant nos dice “Es posible suponer que en algunos países el mejoramiento de la situación de los docentes es factible si hay decisión política; en otros el contexto es más complejo. En algunos casos lo existente es corregible a corto y mediano plazo a través de políticas educativas adecuadas que se mantengan en el tiempo y que permitan aumentar el atractivo a la profesión y garantizar que los docentes permanezcan en ella. En otros casos se requiere de transformaciones estructurales a más largo plazo.” (Mejorando la formación y el desarrollo profesional docente en América Latina. Rev. Pensamiento Educativo, Vol. 41, nº 2, 2007).
¿Podemos seguir con respuestas remediales a problemas centrales del magisterio cuando se requiere fortalecer su perfil profesional? ¿Puede centrarse el debate en lo normativo adjetivo y no en lo sustantivo de lo que se quiere hacer en política educativa? El desarrollo profesional docente es central en esta perspectiva de mejoramiento de la profesión docente. Cortemos de una buena vez los lamentos y las rasgadas de vestiduras, ante evidencias de fracasos. No es posible que autoridades investidas de autoridad, pero que desconocen o ignoran lo que significa ser docente en el Perú (así sean hijos de ilustres educadores) hagan una tempestad de una decisión que debe ser debatida, perfeccionada y aprobada por quienes tienen la responsabilidad de proponer soluciones a años de postergación, sin cabildeos, sin movimientos retardatarios que atentan contra la calidad de la educación de la que tanto hablan.
La mentada interpelación a la Ministra por hacer lo que debe con conciencia profesional, habla mal de quienes no son consecuentes con sus responsabilidades.
No debemos perder de vista aquello que aprendimos como maestros, que un sistema educativo no será mejor que los docentes con los que cuenta. Es necesario responder a un doble reto: atraer postulantes a la docencia bien calificados y promover su mejor desempeño.
Los docentes en prospectiva y en un país diverso e intercultural, deben estar preparados para influir en el aprendizaje de los alumnos y para mejorar la calidad de la educación. Son un recurso necesario e imprescindible para la sociedad del conocimiento. Necesitamos buenas políticas para los docentes, que les asegure las competencias que van a requerir a lo largo de su extensa trayectoria profesional. Y la sociedad necesita buenos docentes formados en estándares profesionales de calidad que aseguren el compromiso de respetar el derecho de los alumnos a aprender. A eso tiende el desarrollo profesional en prospectiva. El aquí y ahora es importante. La educación es central en el proceso de desarrollo y el docente es el profesional que se dedica a formar a los futuros ciudadanos del país para que respondan a nuevos retos, conocimientos, utopías.
Por ello la propuesta de ley tendrá los efectos esperados si se le entiende como parte de un plan integral orientado a la reforma estructural de las instancias de gestión educativa descentralizada, la reorientación y fortalecimiento de las instituciones formadoras docentes y el impulso de un desarrollo magisterial efectivo que, a su vez, tendrá que estar enlazado con el mejoramiento de la calidad de la educación en el marco del Proyecto Educativo Nacional.
Darle vida al Acuerdo Nacional, al Proyecto Educativo Nacional, a la Ley General de Educación, implica renovar formas de hacer política, sin el toma y daca tradicional y pernicioso, con la altura que la época y ocasión lo demandan.
Estamos a tiempo de recuperar la creatividad y de iniciar una nueva etapa donde se recupere la autoestima del docente, de su profesionalidad, de su ética, de su prestancia. Soñar como lo hacía el profesor Keating (En la sociedad de los poetas muertos) que enseñaba inglés y que quería usar metodologías diferentes para sus clases. Le apasionaba de verdad la poesía. Quería como fin enseñarle a su grupo a pensar por ellos mismos y hacer creaciones de poesías nuevas, siendo ellos los autores. Permitía ayudar a sacar a flote las aptitudes de los alumnos, sobre todo de Todd que era tímido. ¿Por qué no aspirar a que los docentes sean prototipos de ciudadanos democráticos, participativos, solidarios y artistas en la educación de nuestros niños y jóvenes? Pensemos como Paulo Freire que en su libro “La educación en la ciudad” (1991) que releyendo desde la práctica, el trabajo y la lucha concreta por la transformación de un sistema educativo burocrático y obsoleto declara la expresión que encabeza este artículo. El anteproyecto de LDD se nutre también de la práctica y de la experiencia y desde la perspectiva de que existe una nueva manera de tratar y considerar al magisterio después de décadas de maltrato.
Los ciudadanos peruanos tenemos una deuda social con los docentes. No se soluciona con leyes como las del Profesorado y la CPM, sino con mayores cambios centrados en un reconocimiento de los docentes como profesionales de la educación. Esperamos que la Ley del Desarrollo Docente sea debatida por el Congreso con sentido ético y no usando mezquindades. “Cambiar es difícil, pero es posible y urgente. (04.08.12)