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PAPEL SOCIOCOGNITIVO DE LA ESCRITURA (i)

11 abril 2014

Lucía Obando Velásquez

Profesora Asistente Universidad Pedagógica Nacional – Colombia

INTRODUCCIÓN

El Propósito de esta sencilla reflexión es presentar, en primer lugar, algunas ideas acerca del papel que la escritura ha desempeñado en el desarrollo de la humanidad, especialmente, el que está cumplido como elemento estructurador de la identidad y de la actividad práctica, como transmisor de los saberes culturales y como mediador de conocimiento. En segundo lugar, se abordará la ubicación de la escritura en el ámbito de la ciencia cognitiva y el reconocimiento de ésta como proceso.

 La escritura surge y se desarrolla como una actividad consciente y como resultado de la estructuración de una serie de operaciones mentales en las que los procesos psicológicos superiores se ven implicados. Además, la aparición de la imprenta en primer lugar, trajo consigo una serie de cambios de tipo perceptual y cognitivo, pues la manera como ésta sitúa las palabras en el espacio, exige una manera distinta de percepción visual, lo que ha permitido que se considere más fácil leer textos impresos que los manuscritos; en segundo lugar, propició la lectura silenciosa y a la vez a la más rápida, quizá porque la información visual, propia del texto escrito, presentada con unos caracteres más homogéneos, exige menos fatiga al ojo durante la percepción y facilita su lectura. Y, en tercer lugar, trajo consigo la consolidación de la lectura como práctica social, puesto que leer permite la apropiación de los saberes que se difunden en los textos y que circulan en la sociedad, cumpliendo funciones específicas y permitiendo el acceso a las ideas y formas de pensar de otros. Es decir, la alfabetización tiene raíces sociales y culturales muy profundas y puede ser entendida como el desarrollo de las competencias para hablar, escribir, leer y pensar de manera crítica y productiva.

 De la misma manera que la conciencia humana es un fenómeno complejo, lo es también la escritura como una de las competencias comunicativas propias de los sujetos, pues de alguna manera ésta es una forma de expresión de la conciencia humana.

 Para Vigotsky y Luna escribir es un proceso que emerge como una parte íntegra de la conciencia humana, es nuestra capacidad de comunicarnos, de intercambiar conceptos e ideas y funcionar en el contexto social de nuestras vidas. Así, la escritura refleja nuestra conciencia social. Sin ella nuestros desempeños se hacen precarios, nuestra participación en la vida social se limita y nuestro potencial como sujetos sociales y cognoscentes no logra su proyección y actualización.

 Las palabras como unidades lingüísticas básicas, implican no solamente un significado, entendido como “el sistema de relaciones que se ha formado objetivamente en el proceso histórico” (Luria, 1979: 49), sino que son unidades fundamentales de la conciencia que reflejan el mundo externo.

 El proceso de escritura no es un simple comportamiento mecánico que permite relacionar símbolos impresos con sonidos y con significados literales asociados; es un proceso de mayor complejidad que vincula con la realidad del mundo y las necesidades sociales del individuo.

 

2. SENTIDO DE LA LENGUA ESCRITA

2.1 Estructura la identidad

 La identidad personal hace referencia a la representación del sujeto, involucra un nombre, una nacionalidad, una procedencia social y étnica. En la vida cotidiana se incorporan un conjunto de acciones verbalizantes sobre la percepción de lo que uno es, lo que significa para los demás y lo que pretende ser.

 Las sociedades siempre han buscado un nombre para cada uno de sus miembros y con él evidencian, socialmente, la importancia que tiene poseer nombre propio, puesto que una vez que nace la criatura y aún antes de que esto suceda, sus padres eligen un nombre que, por lo general, refleja las relaciones afectivas, la memoria cultural, la preservación de la genealogía familiar y hasta el sentido de pertenencia.

 Las sociedades han institucionalizado estos registros y han tratado de universalizar los datos y el tipo de documentos que deben circular en las comunidades como manifestación de la identidad de sus sujetos.

 Además del nombre, todo ser humano pertenece a una nacionalidad que se registra en el código lecto-escrito propio de cada comunidad. Con los documentos expedidos (por ejemplo la cédula de ciudadanía y pasaporte) se le identifica y se le reconoce en el concierto mundial de las naciones y en su propio país.

 El lenguaje, tanto oral como escrito, es una construcción social y por ello es necesario que se permita la expresión del mismo para alcanzar no sólo la identidad, sino un desempeño responsable y autónomo que facilite una toma de decisiones y una participación activa, consciente y decidida como corresponde a todo ser social, a todo ciudadano, pues no podemos perder de vista que a los analfabetos de América Latina se les negaba, hace algunos años, el derecho a votar, lo cual ponía en evidencia la forzada correlación que se ha tratado de encontrar entre analfabetismo, democracia y desarrollo.

 2.2 Estructura la actividad práctica

Los seres humanos comienzan a dominar el entorno social gracias al lenguaje; cuando la capacidad lingüística avanza, éste se convierte en orientador de la acción de los miembros de las comunidades. Gracias al lenguaje, se estructuran las actividades sociales. Es por ello que encontramos diversos usos de éste en la casa, la calle, la escuela, los gremios, las asociaciones y las diferentes instituciones; al igual que usos distintos de acuerdo con el sexo, la edad o los estratos y los status sociales.

 Del estudio de esas formas diversas de comunicación, en el ámbito social, se ocupa la sociolingüística, que como ciencia interdisciplinaria estudia las mutuas relaciones entre estructura social y estructura lingüística, pues como lo plantea Hymes (1966) estos dos sistemas poseen una estructura análoga.

 En el marco de cada una de las diferentes organizaciones sociales antes mencionadas, las actividades humanas son controladas por el “uso regulador de la escritura”. Se han instaurado diversas formas de control social (de control de las acciones humanas) a través del empleo de escritos que funcionan como órdenes, prohibiciones y mandatos. Prueba de ello son los escritos que encontramos con frecuencia y que funcionan como órdenes: “Prohibido el acceso a particulares”, “No pase sin ser invitado, “No fume”, etc.

 Además, se encuentran también los estatutos, las normas y las leyes que exigen el cumplimiento de las disposiciones. Este tipo de discurso escrito tiene una finalidad reguladora y muchas veces es coercitivo.

 En las instituciones educativas, por ejemplo, las tareas que se asignan tienen, por lo general, un efecto regulador y se imponen más como castigo que como actividad que permita desarrollar conocimiento despertar una actividad que permita desarrollar conocimiento, despertar una actividad investigativa o incentivar hacia el empleo del tiempo libre- Otra forma de control se ejerce a través de las calificaciones, del observador del alumno, del reglamento, de los horarios, etc.

 Las diversas formas de control, a las que nos hemos referido, aparecen escritas y se imponen sin tener en cuenta el grupo social al que van dirigidas; no se involucran el escucha, y la argumentación frente a la validez de las normas y la búsqueda de construcción colectiva antes de que ellas aparezcan escritas. Unos pocos se ocupan de escribirlas y la gran mayoría debe acatarlas.

 Por otra parte, debemos señalar que la escritura da poder, puesto que quien escribe tiene la posibilidad de acceder a una gran cantidad de información que le es negada al ágrafo. No podemos olvidar que a través de la historia de la humanidad los letrados han ejercido cierto poder y que a ellos se les encomendaban ciertas tareas. Por ejemplo en la Edad Media los monjes, los sacerdotes y los escribientes eran los encargados de guardar e interpretar los códigos y las religiones. Esto les dio poder sobre el pueblo. En muchas oportunidades ese acceso a la información escrita se utilizó para manipular.

PALABRAS, MENSAJES E IDEOLOGÍA

20 julio 2013

1. Una costumbre perniciosa. En el discurso educativo desde un tiempo a esta parte se viene utilizando un lenguaje propio de otras especialidades y no nos damos cuenta que venimos respondiendo sin querer queriendo a códigos lingüísticos de un sistema neoliberal que invade la cotidianidad del país.

Quien no utiliza esos códigos no es comprendido, o no es entendido en su exposición o diálogo. ¡Hay que ponerse en onda profesor! dicen algunos docentes, señalando que para ser modernos en educación tenemos que adoptar un nuevo léxico y utilizarlo “a tontas y a locas”. Como si “gota a gota horadase la piedra” así el lenguaje va calando en nuestro pensamiento y sentimiento. En el colmo de esta “moda” se ha llegado a decir que lo pedagógico debe ser superado, reemplazado por otros enfoques y planteamientos y también expresiones de las nuevas corrientes en boga. ¿Cuáles? No lo precisan. Se asume sin querer una mentalidad mercantilista para una ciencia que se ocupa de la formación de la persona, de su desarrollo, de la formación en valores.

Lo pedagógico va quedando reducido a una mera técnica, cuando se trata de un conjunto de conceptos, proposiciones, enunciados, principios, que interrelacionados permiten explicar y comprender lo relacionado a la formación, la enseñanza, el aprendizaje, el currículo y la organización escolar.

La utilización de repertorios ajenos a la pedagogía va afectando a la educación y se va imponiendo una nueva lógica, propia de la empresa privada, sobre todo de su ámbito gerencial. La osadía ha llegado a decir que en lugar de directores deben nombrarse gerentes en cada escuela. Y muchos creen que con gerentes se arregla todo el problema educativo. Sin querer hemos asumido palabras como: privatización, competencias, medición de resultados, rendición de cuentas, competitividad, eficiencia, eficacia, estándares, acreditación, calidad, y otras que ligados a otros más generales como los de “sociedad del conocimiento” o “era de la información” conforman el nuevo repertorio lexicológico de la educación. Se han tornado en muletillas cuando no se domina la pedagogía. Son cantinelas tomadas del discurso neoliberal en todo el mundo. Esta retórica ha impregnado todos los niveles del sistema educativo. Y esto que sucede aquí y en otros países, viene también a debilitar lo que es la educación del sistema nacional.

2. Palabras, juego de roles, efectos. El discurso pedagógico se ha ido devaluando, utilizando contenidos y palabras que provienen de otras especialidades y que termina por introducirla en las lecciones, en clases, en exposiciones, para expresarse. Todo es aceptado y muchos admiten y acogen la lengua franca que se ha venido imponiendo, pues creen que todo ello forma parte de lo que se dice que es la calidad de la educación.

Pocos se dan cuenta de que nos hemos apropiado del léxico de la economía que es el reino del cálculo y el interés. Hemos dejado de lado el mundo de la educación que implica solidaridad, formación de niños y jóvenes, compartir, equidad, respeto por el otro, ternura, afecto, convivencia. Pocos han reparado que aceptamos la figura del empresario, que persigue rentabilidad, lucro, por la inversión que realiza y hemos aceptado pasar a segundo plano como maestros. Y empiezan las primeras diferencias si analizamos las palabras maestro y empresario. El maestro tiene como fundamento profesional la vocación, las actividades las hace por deber y no por interés. El empresario persigue fines egoístas, pero sólo comparte lo que le sobra. (Tenti Fanfani, en Presentación del libro de A.Morduchwicz. Discusiones de economía de la Educación. Ed.Losada, Bs.As. 2004).
Esto ocurre cuando utilizamos la palabra calidad en educación. Calidad es un término empresarial que guarda relación con lo material. Esta “moda” hizo que dicha palabra se extendiese en 1980 por adopción del modelo neoliberal a todo lo que tuviera que ver con “servicios públicos” y la educación desde entonces se la concibe como un servicio. Históricamente desde 1966 se encuentra por primera vez en la literatura especializada el uso de calidad educativa en el libro La calidad de la educación en los países en desarrollo, de Charles Beevy. Phillps Coom en su libro La crisis mundial de la educación, utiliza la misma noción de calidad de la educación. Posteriormente hacia 1983 Estados Unidos en el libro Una nación en riesgo, habla de manera explícita de un lineamiento de política de un Estado y le denomina calidad educativa y tenía los siguientes objetivos como nos recuerda Carlos Arturo Torres: evaluar la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje en las escuelas, colleges y universidades; comparar esas escuelas y colleges con los de otras naciones industrializadas; “estudiar las vinculaciones existentes entre los requerimientos para la admisión de los estudiantes de ‘High School” y universidades y el desempeño académico de quienes se gradúan”; identificas aquellos programas educativos que hayan generado éxitos notorios en los colleges; evaluar la forma como los cambios sociales que se habían presentado en los Estados Unidos en los 25 años anteriores habían afectado el desempeño de los estudiantes; y definir con claridad los problemas a enfrentar y superarlos con decisión en busca de la excelencia educativa (“Nation at Risk”. La educación neoconservadora”, en Nueva Sociedad, No. 84, 1986, nota 6.)

Dócil y sumisamente aceptamos el concepto y su significado, que ningún pedagogo en la historia de la educación utilizó. Hoy vamos poco a poco dándole base a lo que es calidad en educación cuando acudimos a los llamados factores asociados y se elaboran planteamientos para explicar los problemas que se dan en el proceso educativo. Caemos poco a poco en que la motivación por la educación requiere de ciertos “soportes” para “llamar la atención” y la palabra motivación se fue al desván. Se ha renunciado a la palabra ambientación pedagógica y se la reemplaza por carteles, lemas, campañas. Los concursos de matemáticas, de percentil ortográfico, se han reemplazado por pruebas estandarizadas. Sin duda tienen su razón y fundamento. Pero no confundamos. ¿El aprendizaje de niños y jóvenes en un país diverso e intercultural puede medirse con las pruebas estandarizadas?

Una prueba de que no a todos cae bien la imposición de términos nos la da Hargreaves cuando en una entrevista dice “Los resultados de diversas investigaciones en las naciones angloamericanas, entre ellas la que he realizado, reflejan el descontento del campo profesional y del público en general por las limitaciones que estos modelos presentan a gran escala. Entre las limitaciones que básicamente se identifican es posible señalar el excesivo énfasis otorgado a la estandarización de contenidos básicos en lengua y matemática, la enseñanza para los exámenes –concentrada de modo cínico sólo en aquellos estudiantes que ofrecen la esperanza de alcanzar rápidamente las mejores puntuaciones–, los problemas de contratación y retención de los profesores y líderes educativos y la tendencia de que las mejoras iniciales en los resultados de las pruebas experimentan un amesetamiento con prontitud (Hargreaves, 2003; Day y Smethem, 2009).”

Hemos jugado muchos roles en educación y todos dirigidos a que el maestro aprenda técnicas –que son bienvenidas- pero que no son el meollo de lo educativo y de lo que debe tener como sustento teórico profesional. El maestro juega hoy el rol de facilitador en el proceso del aprendizaje. ¿Por qué no lo llamamos pedagogo? No sabemos, pero resulta más fácil tratarlo como facilitador en la escuela, así como al director se le quiere llamar gerente, gestor. La sociedad mercantilista quiere dejar su sello en todo el proceso del desarrollo de la persona, por ello la masifica y la vuelve propicia a todo y de todo, menos del cambio. El maestro se ha vuelto un todo terreno pues no sólo enseña, también hace de tutor, de nutricionista, de consejero de padres de familia, de líder de la comunidad, de diseñador de encuestas, de laboralista, promotor de emprendedores y de cuanto requerimiento tengan los alumnos, el aula, la escuela. ¿Existe una profesión tan dispersa a causa de la política educativa?

Asumimos y desarrollamos una reforma educativa enfatizando lo que “recomiendan” expertos de otras latitudes, pero no se responsabilizan de los resultados. Proporcionan recursos económicos -vía crédito que la nación debe honrar- pero también imponen el cartabón a desarrollar. Los resultados corren por cuenta del país. No existe una corresponsabilidad. Basta ver la suma de reformas realizadas y los magros resultados.

Hargreaves en una entrevista dice: “Muchos de estos elementos de la reforma fueron exportados a los Estados nacionales de América Latina y a otros lugares, a través del Banco Mundial y otras organizaciones similares promoviendo el desarrollo de estándares normativos, evaluaciones educativas estandarizadas, una creciente competencia entre los países y dentro de cada sistema público a través de la publicación de las posiciones de cada institución educativa en función de los resultados de las evaluaciones y el patrocinio de opciones por afuera del sistema público, a fin de aumentar la flexibilidad y reducir los costos fiscales.” (Espacios en Blanco – Serie indagaciones – Nº 19 – Junio 2009 (181-195) Esto ¿acaso no ha sido la semilla de la moda de las privatizaciones en educación, para demostrar que todo lo privado es mejor que lo estatal? Sin comentarios y a los hechos nos remitimos. ¿Cuántos recursos se han invertido? ¿Cuántas reformas en nombre de distintas denominaciones se les ha dado? Nos “vendieron” el concepto de calidad, pero desde perspectivas mercantilistas que no encajan en un país diverso, bilingüe. Intercultural. ¿Resultados? Hasta hoy se sigue bregando para que se acepte que somos culturalmente diferentes y que debemos pensar desde la perspectiva pedagógica qué es lo que se debe hacer. Tenemos un referente en el caso de la experiencia y propuesta del maestro Encinas, seguido por el maestro Portugal Catacora.

Se ha bebido de esas fuentes, pero muy poco se hizo para enriquecerla, recrearla. ¿Por qué? Sería bueno averiguar. ¿Más pudieron los compromisos firmados con los préstamos?

3. Rescatar conceptos y enfoques. En el actual enfoque del sistema educativo, debe cuidarse el uso del lenguaje pedagógico para no desnaturalizar el discurso educativo. Más si se tiene como marco el Proyecto Educativo Nacional que promueve una educación crítica e integral y no el llamado darwinismo pedagógico. Antonio Bolívar, citado por Renán Vega Cantor, expresa que “El discurso de la calidad en educación funciona como una ‘práctica discursiva’, al tiempo que contribuye a dar credibilidad y legitimación a las nuevas acciones que declaren retóricamente pretender incrementarla. ‘Calidad’ se convierte… en un término ‘fetiche’ que permite dar un ‘barniz’ de excelencia a las prácticas cobijadas. ‘Calidad’… tiene el don de la ubicuidad: la podemos colocar ante los más diversos objetos, acciones, o productos; al tiempo que entenderla de múltiples formas (resultados, innovación, valores intrínsecos, satisfacción del cliente, etc.)”. (La educación no es un mercado. Crítica de la “gestión de calidad total”, en Aula de la Innovación Educativa, Nos 83-84, julio-agosto de 1999, p.80).

En el discurso pedagógico debe empezarse a emplear otras palabras cuando nos referimos a la propuesta que contiene el PEN. Ellas deben guardar relación con la educación que se promueve y tiene que ver con el desarrollo humano, la solidaridad, el respeto al otro, la diversidad, la interculturalidad, que “debe interactuar con la sociedad de forma consciente y no como quien está llamado a concretar un legado natural” como expresa Gerardo Bianchetti. (Educación de calidad: uno de los dilemas fundamentales para las políticas educativas que se propongan demostrar, que “otro mundo es posible”, en http://www.foro-latino.org/flape/boletines/boletin_referencias/…/2.pdf)

Debemos tener claro que el discurso sobre la calidad de la educación tiene dos finalidades expresas como dice Vega Cantor: por una parte trata de ocultar los problemas centrales, estructurales de la educación (financiación por ejemplo) y cubrirlos con el velo ideológico representado por la eficacia y eficiencia del sistema educativo, como si ello dependiera de sí mismo; y de otro, tratando de individualizar los problemas generales de la educación, echándole la culpa al profesor y a la gestión de las escuelas del buen o mal funcionamiento de las mismas. Ahora el tema ya no es de lograr mejoras, sino de la manera cómo se consiguen más alumnos. Y por ello se ha empezado a hablar del “desbande” de la escuela pública, o de la migración de alumnos de la escuela pública a la privada. ( Antonio Bolívar, “La calidad en la educación. ¿Qué alternativas tiene la izquierda?”, en Revista Electrónica ESCUELA PÚBLICA, de la Asociación para la Mejora y Defensa de la Escuela Pública en la Región de Murcia, v. 1, No. 2. ) Y ya salieron como hace tres décadas los abogados y promotores de los vouchers como una suerte de “huachitos” de la suerte.

No creamos en el espejismo de la calidad, pues ese mensaje ha producido donde se la ha aplicado muy malos resultados y generado confusión académica.

El problema es ideológico y eso hace tiempo que no se quiere afrontar. Las palabras se gastan y hasta les cambian el significado con tal de alcanzar el objetivo mercantilista en aras de una educación para el empleo, para la competitividad, para la meritocracia, y demás calificativos. ¿Qué sociedad queremos? ¿la que el mercado impone o la que apuesta por el desarrollo humano? ¿Será que tiene más valor la consigna que se utiliza en los casinos para cautivar incautos? ¡Hagan juego señores!? La ideología que subyace viene imponiendo sus condiciones y viene generando una tendencia mundial que piensa que la educación es un servicio comercializable y no un derecho.

La Organización Mundial de Comercio (OMC) hoy empieza a querer regular el sector servicios en general y dentro de ellos convertir a la educación como un servicio y por ello se dice que se está empezando a intervenir la llamada “joyas de la corona”: la educación. Ella forma parte de la negociación y por ellos los alfiles en el mundo empezaron una cruzada. Ya el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios va indicando el camino a seguir en el comercio de algo tan delicado y vital como la forma de entender la educación: como servicio social o como mero negocio lucrativo. Por ello como dice Guillermo López: «La voracidad del liberalismo, pone en la misma balanza conceptos tan complejo y cognitivos como el proceso de trabajo del ser humano o el contenido de la educación del individuo. Se pretende que ambos, se comporten como simple mercancía y obedezcan las leyes de la oferta y la demanda. De esta manera se ignora la naturaleza trascendente y peculiar de ambos conceptos: trabajo y cultura, dos instituciones básicas de la estructura social del hombre.» Cuidado con las palabras. No le hagamos el juego a quienes predican ingenuamente sobre calidad educativa y detrás está el afán de lucro. Lo estamos viendo en la educación superior y en algunas instituciones educativas con modelos y franquicias como si fueran marcas que debemos adquirir para estar a la moda. No queremos ese tipo de educación en un país pluricultural, bilingüe, diverso como el nuestro. (20.06.13)

Jugar con los libros para estimular la lectura

8 marzo 2013

NOTA: Este artículo es tomado de la siguiente dirección digital:
(http://www.guiainfantil.com/libros/Lectura/libroJuguete.htm). Esperamos que sirva en este año escolar que recién se incia. No se trata de «obligar» a leer, sino inducir, estimular la lectura y la creatividad en los niños. Es una invitación a ser creativos en función de nuestros alumnos y alumnas.
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El libro es un juego desde el nacimiento del bebé
Un libro en manos de un niño lo puede llevar a volar por mundos de fantasía, de imaginación, de magia… y llegar a transformar este encuentro en un verdadero torbellino de sensaciones, de voces y ruidos. Es que un libro es también una gran herramienta de juego, y como tal, tiene que estar presente en la vida de un niño desde su nacimiento. Un gesto tan sencillo como leer un cuento a un niño puede eternizar una afición enriquecedora durante toda su vida.
GuíaInfantil.com encontró un material importante sobre cómo convertir el libro en un juguete.

CINCO IDEAS PARA JUGAR CON UN LIBRO
EL JUEGO DE LAS VOCES
Cualquier cuento por pequeño que sea puede trasformarse en un juego de voces y ruidos. A los más pequeños les encanta escuchar los cambios de tono: las voces agudas, las graves, las que imitan a los niños, a una bruja, los sonidos del agua, del viento, de los animales… Así aprenden a identificar a los distintos personajes: los buenos, los malos, los más jóvenes o los más ancianitos. ¡Lo cierto es que cualquier elemento creativo captará su atención!

Nota: Para niños y niñas de 0 a 8 años.

DIBUJA LA HISTORIA
Sólo se necesitan lápices de colores, cartulinas y un narrador. El juego consiste en que los niños y niñas representen las distintas secuencias del cuento: el principio, el nudo y el desenlace. Pueden hacer tantos dibujos como quieran, lo importante es dejar libre su creatividad. Además, observando sus dibujos se pueden aprender cientos de cosas: lo que más llama su atención será lo más grande, lo que menos le gusta lo omitirá o será muy pequeñito… ¡Les encantará tener sus propias ilustraciones de los cuentos!
Nota: Para niños y niñas de 3 a 8 años. A partir de los 6 años también se puede proponer que escriban pequeños textos al pie de los dibujos, así fabricarán sus propios cuentos clásicos.

HACIENDO TEATRO
Es hora de sacar del baúl de los recuerdos: un sombrero, unos guantes, collares de plástico, cinturones o un chaleco. Cualquier ropa antigua será el perfecto disfraz, también ayudará un set de maquillaje infantil para caracterizar unos bigotes, una cicatriz o unos coloretes. ¡Representarán su cuento favorito!

Nota: Para niños y niñas de 5 a 8 años. A partir de los 7 años también se puede proponer que escriban un pequeño guión para adaptar la historia del libro.

EL SUPER DETECTIVE
Si lo que se quiere es desarrollar su atención, sólo hay que proponerles que sean un «Súper detective». El juego consiste en buscar pistas secretas: pueden ser colores, palabras que empiecen por la «A», la «B», palabras en plural, en femenino, en masculino, palabras que se escriben con «H». Puede establecerse un límite de tiempo o de palabras y al final pensar en una gran recompensa… ¿Qué tal su postre favorito? ¡Es fantástico para la ortografía, el vocabulario y el lenguaje!

Nota: Para niños y niñas de 7 a 12 años. Cada detective tiene que tener su propia libreta de detective y un bolígrafo para poder anotar todas las pistas. Si participan varios niños, cada uno puede utilizar un bolígrafo de un color diferente.

INVENTANDO OTRO FINAL
Seguro que hay algún libro con un final poco divertido, así que la solución es tratar de inventar entre toda la familia el desenlace perfecto. Cada uno aporta su idea y entre toda la familia se decide que «trocito de historia» es el mejor. Es una forma de conversar sobre un libro: los personajes, el contexto, las distintas situaciones, etc. El juego se puede complicar en función de la edad de los participantes.

Nota: Para niños y niñas de 5 años en adelante. Este juego no tiene edad y seguro que hay cientos de finales para modificar.
Fuente: http://www.imaginarium.es