Institución Educativa Escuela Normal Superior De Medellín
MaestrosInvestigadores: Gustavo Alzate Ramírez Carmenza Tobón Lopera.
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Las puertas de mi escuela
Relato de un profesor (2006)
“Los de nivel alto, caracterizado por un excelente desempeño toda vez que no solo cumplen con lo asignado, sino que amplían temas mediante la indagación, comparten con el maestro hallazgos, comunican inquietudes de tipo académico”
Desde las pedagogías tradicionales, que Mockus et al (1995) identifican con las pedagogías ascéticas, una voluntad débil perece ante la inclinación a la pereza y a la irresponsabilidad ¿Cómo poner a dialogar la voluntad y la inclinación?, ¿cómo trasformar una naturaleza inclinada a la pereza, en un ser humano que integre el deseo y la voluntad de saber?
Trazar rutas sobre estas preguntas nos pone en el camino hacia la reflexión de la acción pedagógica, para que ella no afiance la voluntad a costa de silenciar el deseo, pues según el psicoanálisis, no puede formarse sin vincular a los impulsos internos. “El saber es un objeto de deseo (y de voluntad) sui géneris” (Mockus, 1995, p. 56). En un extremo estaría el deseo de saber y en el otro la voluntad de saber entendida como proyecto.
Los de nivel bajo, nos dice finalmente el mismo maestro
Las puertas de mi escuela
Relato de un profesor (2006)
“… no se evidencia un esfuerzo máximo por mejorar, inconstantes frente a los compromisos de cambio de aptitud asumidos en el dialogo con el docente y los padres de familia, muestran indiferencia ante su situación a pesar de la preocupación de sus mayores involucrados en el proceso de desarrollo”
En “Vigilar y Castigar”, Foucault realiza un análisis genealógico de las formas actuales en que el poder se ejerce en las instituciones de saber. El trayecto que recorre el texto va desde el momento histórico en que el cuerpo del condenado era sometido a suplicio.
Como un espectáculo público, hasta la aparición de la constitución de las sociedades disciplinaria en el siglo XIX, “El castigo tenderá a convertirse en la parte más oculta del proceso penal lo cual lleva consigo varias consecuencias: la que abandona el dominio de la percepción cotidiana para entrar en la conciencia abstracta” (Foucault, 1976, p.17).
En una síntesis extraordinaria Foucault lo expresa así: “Es feo ser digno de castigo pero poco glorioso castigar” En este contexto se considera “el castigo como una función social compleja”
A partir de estas afirmaciones el autor va mostrando, a través de sus análisis históricos, como el cuerpo se convierte en un objeto de intervención sin recurrir al castigo violento. Se busca la docilidad y la perfección a través de unos dispositivos espaciales y temporales que hacen visible las capacidades del cuerpo, su sumisión al reglamento es decir el hombre máquina
… es a la vez una reducción materialista del alma y una TEORÍA GENERAL DE LA EDUCACION , en el centro de las cuales domina la noción de “docilidad” que une al cuerpo analizable el cuerpo manipulable. Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser trasformado y perfeccionado. (Foucault, 1976, p. 140)
Para Foucault el cuerpo está imbuido en las relaciones de poder, en los sistemas de sujeción, como fuerza de producción;
…pero en cambio, su constitución como fuerza de trabajo solo es posible si se halla prendido a un sistema de sujeción (en que la necesidad es también un instrumento político cuidadosamente dispuesto, calculado y utilizado). El cuerpo solo se convierte en fuerza útil cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido. (Foucault, 1976, pp. 32-33)
A este saber y a este dominio sobre el cuerpo, Foucault propone llamarlo tecnología política del cuerpo. Se trata de una microfísica del poder que los aparatos y que las instituciones ponen en juego. Desde estos planteamientos de Vigilar Y Castigar, el educador se coloca en línea de continuidad con el verdugo: “Como efecto de esta nueva circunspección, un ejército entero de técnicos ha venido a relevar el verdugo, los médicos, los capellanes, los siquiatras, los sicólogos, los educadores ” (Foucault, 1976, p. 19).
El Manual de Convivencia y el Observador del Estudiante se miraron desde esta perspectiva, como un análisis genealógico o sea un análisis histórico de las formas actuales de ejercer el control, el castigo y la sanción tanto en las instituciones carcelarias como en los centros educativos, que guardan una estrecha relación desde su génesis histórica.
Las formas actuales convierten a cada sujeto en un sujeto dócil para el funcionamiento del poder. Un manual es algo que está puesto ahí, en la evidencia que lo enuncia, pero él tiene una historicidad constitutiva como todos los objetos de conocimiento de la pedagogía. Manual, un volumen cruzado por saberes, discursos “científicos” decisiones fundamentadas en el discurso político o bien en las prácticas del Estado sobre la institución educativa. Para abordar el Manual de Convivencia quizás haya que renunciar a una tradición que separa las exigencias del saber, de los intereses del poder. Hay que suponer que saber y poder se implican mutuamente. No existe pues un sujeto de conocimiento libre del sistema de poder. Hay que considerar, por el contrario, que el sujeto que conoce y las modalidades de conocimiento son otros tantos efectos de las implicaciones fundamentales del poder del saber y sus formaciones históricas.
Otra consideración que afina nuestra lectura del Manual de Convivencia es la suposición de Foucault sobre el poder no como una propiedad sino como una estrategia, cuyos efectos de dominación se deben a maniobras, tácticas, técnicas y a unos funcionamientos.
En este caso podemos detenernos en algunos de estos enunciados estratégicos de la institución consignados en la MISIÓN:
Manual de Convivencia
“La Institución Educativa Escuela Normal Superior de Medellín tiene como Misión la formación de MAESTROS
Y MAESTRAS que valoren y amen su profesión con gran
solvencia intelectual, pedagógica, ética e investigativa, que
les permita proyectarse comunitariamente e influir en su
medio dotados de una visión humanista del mundo, de una
visión política de la realidad y condiciones de su existencia,
para que se desenvuelvan con versatilidad en el campo
y la ciudad con sentido crítico y constructivo del sistema
escolar y social.”
Desde nuestras lecturas tanto arqueológicas como genealógicas, ampliamos
lo enunciado allí en dos preguntas: Si los humanismos están vinculados a los antropologismos y los humanismos, en último caso, han enmascarado los intereses de los poderes políticos y económicos en esa “visón política de la realidad” expresada en la misión, ¿sí estarán formando maestros que sospechen que el humanismo puede enmascarar el más deshumanizado neoliberalismo? y ¿si estamos formando un maestro anfibio cultural que tenga movilidad conceptual en un sistema escolar rural y en un sistema escolar urbano? Para Mockus el anfibio cultural se mueve solventemente en diferentes contextos posibilitando la comunicación entre ellos y al servir de intérprete transporta fragmentos de verdad o de moralidad de un contexto a otro.
Estas dos preguntas, sobre todo la segunda, deben articularse a la visión, pues ésta también contiene los enunciados estratégicos de la Institución. Al respecto encontramos que la VISIÓN está enunciada de la siguiente forma:
Manual de Convivencia
“La Institución Educativa Escuela Normal Superior de
Medellín, se consolidará como institución piloto, líder
en la prestación de un servicio educativo con calidad y
proyección a la comunidad, configurada dentro de un
Proyecto Educativo Institucional que responda a las demandas
y exigencias de la sociedad actual y retos del siglo
XXI en la formación de maestros, con un alto nivel de
sensibilidad, compromiso y responsabilidad social.”
Los comportamientos están agrupados en el Manual de Convivencia en cinco clases:
1. Comportamientos académicos…
2. Comportamientos sociales…
3. Comportamientos familiares…
4. Comportamientos sicológicos…
5. Comportamientos institucionales…
La Matemática, la Geografía, la Historia, entre otras asignaturas, antes de ser ciencias fueron pensadas como disciplinas para ser enseñadas. Esto quiere decir que la Pedagogía actuaba como ordenadora de los saberes producidos para ser enseñados. De esta forma tenemos que los saberes para ser enseñados y los saberes para disciplinar la mente estaban articulados por la pedagogía antes de que la psicología invadiera su territorio con la proliferación de discursos sobre el aprendizaje.
¿Qué más encontramos en nuestro Manual de Convivencia? Encontramos que es un “contrato social” basado en los deberes y derechos. Igualmente encontramos interdicciones, coacciones y sanciones.
En nuestro caso, el Manual vincula, de una manera predominante, las normas a la formación y no a los conceptos de educabilidad y enseñabilidad lo que genera ausencia de reflexión y autopercepción del maestro como formador de formadores, herramientas indispensables para que nuestras prácticas construyan saber pedagógico.
Nos percatamos que se trata de un Manual, pero sin que se nos diga expresamente que es eso de convivencia, planteado con mucha pertinencia en el texto de Mockus (2002) “convivir es llegar a vivir juntos entre distintos sin los riegos de la violencia y con las expectativas de aprovechar fértilmente nuestras diferencias” (p. 20).
Después de examinar el Manual, que es la herramienta de registro en el observador, encontramos que el docente lee el aula y a sus alumnos desde los códigos legales vigentes sin referencia a los conceptos de la pedagogía, ni a la apropiación de las investigaciones que en las últimas décadas se han realizado sobre contextos y culturas escolares en Colombia, pues nos dice Mockus (2002): “En la investigación, la convivencia fue inicialmente descrita como combinación de obediencia y reglas, capacidad de celebrar y cumplir acuerdos y confianza” (p. 27).
El Manual no define qué son las estrategias pedagógicas y esto se ve reflejado en el espacio del observador dedicado a este campo, pues en la mayoría de las veces no aparece ningún registro del profesor, y cuando se hace, éste se vale de un enunciado simple, “diálogo”, pero sobre ¿qué se dialoga?: ¿sobre lo que somos en la relación pedagógica maestro alumno? o ¿sobre la necesidad de resignificar el esfuerzo y la voluntad?
En el Manual de Convivencia Otro derecho del estudiante que enfatiza la relación norma-formación, se encuentra en el título: LOS DERECHOS DE LOS ALUMNOS: “1. Recibir información clara y oportuna sobre las diferentes normas que corresponden a su formación por parte de directivos y docentes”.
La lectura que hemos aplicado al Manual apoyados en “Vigilar Y Castigar”, nos evidencia otra vez más, que las fuerzas y los discursos que soportan el Manual son lo jurídico y lo disciplinario, y si los referentes conceptuales de la Pedagogía son débiles o casi inexistente podemos concluir con Foucault que las disciplinas están encaminadas a una especie de ecuación algebraica entre obediencia y utilidad.
El momento histórico de las disciplinas es el momento en que nace un arte del cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a hacer más pesada su sujeción, sino a la formación de un vinculo que, en el mismo mecanismo, lo hace tanto más obediente cuanto más útil, y al revés. (Foucault, 1976, p. 141)
Los registros nos evidencian una intención y una finalidad en esta dirección: