Hoy 26 de agosto recordamos 8 años de haberse concluido y entregado el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Muchos recuerdos, muchas querencias que ya no están, muchas caras que del espanto pasaron al llanto, que miran al país de manera diferente al de hoy. Muchos niños en el aula que no recuerdan lo sucedido, oyeron hablar, pero no se acuerdan. Sólo los apagones, las sirenas, el silencio.
Quiero prestarme algunos versos de la canción La memoria de León Gieco, para escribir sobre lo que todos en el Perú vivimos, nos informamos y hoy recordamos a 8 años de la entrega de un documento que contiene todo aquello que fue y es parte de nuestra historia oficial y oficiosa.
“Los viejos amores que no están…” Sí los años de infancia y juventud que se fueron al traste por voluntad de quienes se levantaron como redentores de la patria y no fueron sino siervos de ideologías que trataban de imponerse a quienes no pensaran como ellos. Y de ambos bandos: los terroristas de uno y el Estado con sus fuerzas armadas de otro fueron imponiendo el terror.
Muchos amigos, amigas, conocidos ya no están. De manera especial un intelectual lúcido que permitió con su conocimiento y análisis aclarar muchas versiones torcidas de lo sucedido: el recordado Carlos Iván Degregori quien nos dejó este mayo pasado y que fue uno de los principales redactores del material recogido. Nueve tomos constituyen este Informe que sin duda ha suscitado reacciones pues recoge lo que durante 20 años sufrió el Perú con miles de muertos, la mayoría de ellos campesinos quechuahablantes y también civiles de nuestras ciudades y militares.
Todo lo sucedido está “guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia”, a pesar de que existen compatriotas que se resisten a aceptar. Inconcebible hoy, cuando se habla de tolerancia, de equidad, de solidaridad. Aceptar nuestra trágica realidad de la que somos sobrevivientes cuesta y por ello algunos prefieren olvidarla y otros satanizar a quiénes perseguimos que se mantenga en la memoria nacional, para que no vuelva a ocurrir.
Cómo enseñarles a nuestros niños y jóvenes en el aula qué es la tolerancia, el respeto al otro, si no somos capaces de mirarnos en una realidad que nos demanda reconocimiento y respeto. No podemos hablarles de San Martín y Bolívar, sin dejar de reconocer el aporte del pueblo a la lucha emancipadora; no podemos dejar de hablar de Grau y Bolognesi, sin dejar de mencionar a Cáceres, a Leoncio Prado y tantos hijos del pueblo que dieron su vida por la defensa nacional. No podemos dejar de recordar a quienes fueron los causantes del derramamiento de sangre para rendir culto al personalismo fanatizado por una ideología, que se trataba de imponer no por la razón sino por la fuerza. Quienes nieguen los hechos ocurridos hace poco, y nieguen homenajes a los anónimos que ofrendaron su vida en una guerra insana, y a las miles de víctimas no conocen y menos aceptan la tragedia que se vivió. «Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí» ( Martin Niemoeller (pastor protestante, 1892-1984. Erróneamente atribuida a Brecht.).
¡Cuánta indiferencia! ¿En nombre de qué y de quiénes? Existe mucha literatura sobre el tema. Por ello no podemos permanecer indiferentes como educadores ante hechos que marcaron a nuestra población. ¿Qué dirán ahora quienes negaron que los 9 campesinos del Santa no fueron asesinados? ¿Quién negará que fueron secuestrados? ¿Dónde estuvo la ley y el derecho a la defensa? ¿Dónde el respeto a la persona? Pero lo negaron, hasta que los acabaron encontrando, hace poco.
8 años han pasado y “el engaño y la complicidad de los genocidas que están sueltos, el indulto …”, rondan en las opiniones, en las reuniones, en las conversaciones. No importa que tengamos recogidos en el libro de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, síntesis de audiencias desde donde se recopilaron testimonios diversos; que el Ministro de Educación Marcial Rubio, en su oportunidad, propuso que sean una lección para el futuro, para que no se silencie lo vivido en esa época. Sugirió que estos hechos formen parte del contenido curricular, para que no se olvide lo vivido y sufrido. Pero no le hicieron caso, amparándose en diversos argumentos mojigatos, que hablan mal de quienes lo sucedieron en el cargo y de los funcionarios que no se atrevieron a rescatar la verdad; por el contrario la ocultaron con mil pretextos en las publicaciones oficiales.
Muchos se desgarran las vestiduras tratando de ignorar lo sucedido. Pero ahí están los hechos, las fotografías, las transcripciones de las audiencias. No se pueden borrar. ¿Qué les diremos a nuestros alumnos cuando pregunten por lo sucedido en esos años? ¿Silencio? ¿No podremos hablar de nuestros muertos? ¿Tampoco de que existió una guerra interna? ¿Tampoco de la agresión a los derechos humanos? Nuestra historia debe ser reescrita desde sus actores y no desde los caudillos. ¿Qué valores se exaltan? ¿Qué enfoque se da a la enseñanza de la historia patria? ¿Qué pasó con la “revisión” de los textos de historia que trataban sobre estos asuntos, denunciados hace poco tiempo? ¿Fue justo el despido de los funcionarios que dieron luz verde a los textos que hacían referencia a estos hechos? ¿Por qué siempre la represión y no el esclarecimiento? ¿Por qué seguir hablando a media voz, cuando el pueblo lo dice a gritos?
Muchos trataron de ocultar lo que la radio y la TV difundían. Se anatematizaba la ideología foránea que perturbaba las mentes de la juventud. Se olvidan que hubo un Ministro de Educación, el Dr. Francisco Miro Quesada que tuvo la osadía de introducir cambios en el currículo en el área de educación religiosa donde se veía en quinto año de secundaria el estudio de ideologías extranjeras, donde se veía las bases de las mismas, ante el escándalo de la sociedad de entonces. Pocos recuerdan este hecho, pero permitió que muchos jóvenes fueran formados de una manera diferente, esclarecedora, que dio un mejoramiento de manera cualitativa a la educación. Al igual que se estudiaba la doctrina social de la iglesia estudiaba los aportes de otras ideologías, sus principios y fundamentos. Libros con reconocimiento oficial se recomendaban para el estudio. Y se hizo bien.
8 años de un informe que para algunos es un libro más en bibliotecas particulares, para otros un importante documento para conocer lo sucedido y tomar conciencia de las causas que produjeron esta guerra. ¿Estará en las bibliotecas de las Escuelas el texto breve editado? ¿No es pedir mucho? ¿Quién sabe? Prohibirlo es negar la realidad y verdad que tanto reclaman los que escriben y luchan por la libertad de expresión. Negar su difusión ¿no atenta también contra esta libertad?
A todos los que se oponen al recuerdo y difusión de este informe hay que recordarles que “La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos que no la dejan vivir libre como el viento.”
Hoy (el viernes) hubo una concentración de ciudadanos y ciudadanas desde las 12 del día en recuerdo de esta fecha que no está en el Calendario Escolar y que bien podría estar. Recordamos y rendimos homenaje a batallas y combates, guerras y levantamientos que marcaron etapas sangrientas desde la Conquista hasta nuestros días. ¿Por qué negarle un reconocimiento a lo que ocurrió hace poco y denunciar a los causantes de lo sucedido?
Nuestra educación cívica, ciudadana, debe no sólo incidir en valores patrios tradicionales, sino además en aquellos que el propio pueblo ha ido construyendo e incrementando. Se nos recomienda que practiquemos en el aula la participación, la solidaridad, el respeto al otro, la equidad. Pero ¿desde qué enfoque y perspectiva? ¿desde qué cultura? También se nos dice que innovemos ¿pero desde qué enfoque?
Entendemos la innovación como un conjunto de ideas, procesos y estrategias, más o menos sistematizados, por las que se trata de introducir y provocar cambios en las prácticas educativas cotidianas. Por ello consideramos que la innovación es un proceso que se nutre de contemplar la vida en el aula, en la escuela, en la dinámica de la comunidad educativa con la finalidad de alterar la realidad, modificando concepciones y actitudes, alterando métodos, intervenciones y mejorando los procesos de enseñanza y aprendizaje. Por eso la innovación va asociada al cambio y tiene un componente cognitivo, ético, afectivo.
Es desde esta concepción que deberíamos ir cambiando los enfoques de los sucesos de nuestra historia, replantearlos desde los verdaderos actores y no enfatizando sólo desde una perspectiva. Esa herencia que recibimos y en la que fuimos educados, vemos que no ha sido la verdadera. Es el momento de cambiar de que el alumno aprenda a conocer, a actuar, a ser, a convivir, como lo dice Delors. Todo ello distinto a los imperativos economicistas, del libre mercado y de una formación ciudadana más competitiva que competente, más individualista que autónoma y más dependiente y sumisa que creativa. Por el contrario debemos impulsar un modelo de escuela más cercana a lo cotidiano, más creativo y que integre las distintas culturas.
Este tipo de escuela demanda un sistema educativo más abierto, innovador, creativo, que se nutra de la propia cultura diversa y que por lo tanto los contenidos históricos sociales se nutran de los verdaderos actores de la historia. En la historia del Perú no puede ignorarse quién fue Sendero Luminoso, quién el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, sus dirigentes, cuáles fueron sus planteamientos, su ideología, por qué decidieron optar por la lucha armada. ¿No existían otras vías? Tampoco la forma cómo el Estado Peruano se defendió y el rol que cumplieron las fuerzas armadas. Menos ignorar que en medio de esa lucha se cometieron por ambos lados transgresiones a los derechos humanos causando las víctimas que el Informe da a conocer.
Esta tragedia que hemos vivido durante veinte años en el Perú está recogida en el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Lima CVR, 2003. Puede consultarse en la siguiente página web: http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php.
Se dice en el llamado Balance que “La Comisión de la Verdad ha realizado un esfuerzo inédito para obtener un conocimiento exacto y minucioso del proceso de violencia. hemos querido lograr no solamente una gran precisión en nuestras investigaciones. al mismo tiempo, creemos que la presencia de la comisión en lugares históricamente olvidados constituye un acto de justicia y de reconocimiento.” También expresan que los investigadores tomaron testimonios y visitado 129 provincias, 509 distritos del país, aquellos más afectados por la violencia.
Las conclusiones a que llega la Comisión al culminar su mandato se basan en lo que llaman un conocimiento de primera mano de los hechos. Las líneas de trabajo emprendidas requirieron una organización del trabajo exhaustiva orientada a “…investigar la verdad, comprender los hechos que originaron la violencia, elaborar propuestas de reparación y de reformas para afrontar las consecuencias del proceso.”
En este 8º aniversario del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación no olvidemos el lema elegido y que dice mucho en su contenido: LA MEMORIA SE ABRE A LA ESPERANZA, EL TIEMPO ES HOY…. Porque “Todo está escondido en la memoria, refugio de la vida y de la historia. / La memoria estalla hasta vencer a los pueblos que la aplastan/ y que no la dejan ser / libre como el viento”.
El Primer Ministro, en su primera exposición ante el Congreso de la República cerró su discurso con las siguientes palabras “Necesitamos que la tolerancia y el diálogo también se instalen en la sociedad. Se necesita con urgencia que se reconozca al otro, que se asimile la diversidad social y territorial de nuestro país, que se acepte que nuestro Perú debe cambiar y mejorar en democracia y que no basta la lucha contra la pobreza sino también reducir la desigualdad. (Discurso del Primer Ministro ante el Congreso 25.08.11). Sin duda certeras palabras en este momento de recuerdos, de mucho significado histórico y educativo para nuestro país y sobre todo para su juventud. No apañemos el engaño y la complicidad. Valoremos la transparencia y veracidad. (27.08.11)
LA MEMORIA – León Gieco, se puede bajar de la siguiente dirección: