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Una de las brechas pendientes

14 enero 2013

1. Dakar y nuestras miserias. En estos días de euforia, post fiestas de navidad y de año nuevo se produjo un hecho que es la punta del ovillo de una larga pita que se enrosca en los vericuetos de nuestra sociedad y que sin embargo es tan antigua que ya nos acostumbramos a convivir con ella: la fuga de unos adolescentes que se encuentran recluidos en el Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima.

Mientras los medios publicitaban el inicio de la carrera Dakar 2013 – Perú-Argentina-Chile, en dicho centro se planificaba, la fuga de 27 adolescentes, de la manera más inverosímil. Nadie ha explicado aún qué sucedió, cómo fue y quiénes tienen la responsabilidad. Difícil tarea. Lo que si ha abundado han sido las opiniones, los epítetos como el que exhaló el Presidente de la República al paso, como para huir del hecho y sin reclamar por lo que la ley no permite: fotografiar al adolescente infractor “visualizar la cara de este miserable (…) pero sí se visualiza la cara de todas sus víctimas que somos la sociedad en su conjunto”. Sin duda la falta será muy grande, pero no justifica ese desprecio. Ponderación, seriedad, magnanimidad cuando se trata del caído.

El chico causante de la fuga (¿será posible que él haya podido liderar a los otros 26 adolecentes para fugarse?), es un adolescente acusado de sicariato, inducido por un familiar desde que cumplió los 15 años. Pobreza, promiscuidad, hogares desintegrados. La calle de su barrio ha sido su escuela, las conversaciones de los adultos que lo rodearon han sido las lecciones mejor aprendidas para poder crecer y sobrevivir en medio de la miseria. Experto en el manejo de armas, de cuchillos, de otras letales para segar la vida. Sin duda empezamos a vivir una historia como la de los niños de Medellín, sicarios que vivieron de la emulación de y que hoy una televisora sin ningún problema lo ha empezado a propalar.

Olvida el señor presidente que el Código del Niño y el Adolescente señala que no se publicarán en medios de comunicación la identidad ni la imagen de los menores de edad que “se encuentren involucrados como víctimas, autores, partícipes o testigos de una infracción, falta o delito”. La ley es la ley. Qué poco observantes somos cuando ella perturba nuestra tranquilidad.

Contradictoria la realidad de estos días. Unos gratamente impresionados por la tecnología de las máquinas que están compitiendo en Dakar y otros, levantando la mirada inquisidora frente a una realidad que este personaje adolescente planteó desde su primera detención allá por el mes de septiembre de 2009 cuando ingresó al Centro Juvenil de Rehabilitación y Diagnóstico de Trujillo. Sobre él pesan denuncias de secuestro y homicidio. Dos meses después es liberado al no encontrarse pruebas que lo incriminen. Luego en febrero de 2011 vuelve a ser detenido por disparar y asesinar a 3 personas. El presente año es sentenciado a seis años de cárcel. Pero fuga del centro de reclusión junto con otros tres adolescentes. Es capturado y sentenciado a cinco años y medio de reclusión. Vuelve a fugar y vuelve a ser detenido hace pocos días.

La reacción de los medios ha sido sancionadora al punto que se ha puesto en duda lo que expresa el Código del Niño y del Adolescente de manera que dicen algunos periodistas que con este récord, parece razonable hacer caso omiso de la privacidad de este menor de edad, para dar a conocer su rostro, su nombre y apellidos y los hechos que ha realizado.

2. Cuando no somos capaces de respetar al otro. Estas reacciones e historias y demás opiniones (sólo escuchamos algo atinado sobre el tratamiento de este adolescente al director del INPE, sobre el tema de readaptación y los casos de los adolescentes que lindan con hechos delictivos), llevan a tratar el tema de los niños y jóvenes abandonados de una manera sancionadora y no reconstructiva. Merecen respeto no por lo que lo diga el Código sino por ser personas.

¿Es que sólo existe este caso para exacerbar y convocar a jueces, oficiales y demás caza delincuentes y no a profesionales que saben sobre estas personas que empiezan a delinquir?

El jueves la revista Caretas, semanario tradicional del país, nos advierte que no es el único sicario adolescente en el país. Publica la foto a todo color en la carátula. Las historias que se vienen contando y recogiendo en la prensa son diversas y no justifican transgresiones legales. Ninguna nota profundiza sobre el por qué de tanta crueldad. Tampoco por qué un niño se convierte en sicario. El escándalo vende. Fotos videos, interpretaciones, suposiciones van tejiendo en la memoria popular y su imaginario historias de personajes truculentos que poco aportan a la sociedad.

Hacer escarnio del caído y peor si éste es un adolescente con problemas, tal vez no sólo económicos sino psicológicos, familiares, etc. habla bien poco de lo que somos como sociedad. Se ha llegado a burlas ofensivas de personajes que dicen tener cierta formación y merecen respeto por su opinión. Pero debemos ser ponderados en nuestros juicios. No debemos caer en excesos que llevan no sólo a denigrar a la persona, sino todo lo contrario. Podríamos preguntarnos ¿qué está pasando que empezamos la ruta de contar con menores sicarios? ¿Quién los está llevando a ese recodo de la delincuencia para evadir una pena mayor, por ser inimputables?

Sin duda una responsabilidad que debemos asumir los educadores. ¿Cómo conocer a nuestros educandos? ¿cómo saber diferenciar su desarrollo psicológico? ¿cómo tratar las diversas personalidades en formación que tenemos en el aula? ¿cómo trabajar en equipo no sólo en el aula sino en toda la institución educativa?

Contar con un Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación, como los que cuenta el Ministerio de Justicia, es trabajar con casos terminales de niños y adolescentes. La escuela debería ser la institución educativa que prevenga posibles desviaciones en la formación personal de niños y jóvenes y el docente estar capacitado para tratarlo. Esto implica saber trabajar en equipo de manera interdisciplinaria, realizar trabajos de investigación, confrontar casos y diseñar alternativas de tratamiento.

¿Cómo cultivar el afecto en los niños? ¿cómo tratar el temor y la inseguridad cuando llegan a la escuela? En un estudio sobre experiencias y propuestas educativas para los niños de la calle, encontramos estas afirmaciones fruto del trabajo con estos niños: “…hallamos expresiones culturales sorprendentes, si no nuevas, poco divulgadas. Así, paso a paso, las respuestas obtenidas han perfilado la dramática figura de unos niños azorados y tajantes, sin noción de proyecto de vida, sin expectativa en el futuro. Las respuestas a su existencia son de perturbante inmediatez. No tienen ni un espacio ni tiempo planificado. Combinan necesidad con posibilidad y “ganas” de satisfacerlas. En su vida en un día, no hay mañana a la vista.” (CHIBOLOS. Experiencia y Propuestas de Trabajo con niños de la calle. Asociación Germinal. Lima, 1991)

A diferencia de esta manera de percibir la realidad de estos niños, la crónica publicada por Caretas los describe con juicios sancionadores “…Es mentiroso, frío y calculador. Cínico, inmisericorde y sin remordimientos. Detesta la vida ajena y su sola presencia causa temor. Puede tornarse agresivo o emplear la agresividad para hacer frente a dificultades. No tiene sentimientos intensos”. El perfil psicológico que obra en el Quinto Juzgado de Familia de la Corte Superior de La Libertad describe con singular frialdad a ese asesino adolescente. La crónica sigue dando cuenta del historial del sujeto, sin importarle la edad y menos el Código del Niño y Adolescente. Se trata de mostrar una historia de vida (¿?) de una persona. No se han puesto a pensar el daño que le hacen no sólo a él sino a otros niños y jóvenes.

Una brecha enorme que tenemos en la sociedad, que es necesario trabajar desde la educación para irla cerrando. Ello invita a reinventar la escuela, capacitar a los docentes, realizar investigación a partir de los actores que la componen. Leyendo estas historias recuerdo el libro El Diario Educar, de Constantino Carvallo y sus preocupaciones por la educación de los niños y los jóvenes. Cuanta falta nos hace su pluma y lo que Luis Jaime Cisneros refiriéndose a su obra decía: que estaba impregnada del eros pedagógicus, que tanto deben cultivar no sólo los docentes sino también los que tienen responsabilidad de dirigir y escribir en los medios de comunicación masivos.

Respeto al otro, respeto por su historia, demandan los derechos humanos y la democracia que se dice que vivimos. Es bueno que lo practiquemos de rey a paje, es decir desde el Presidente hasta el redactor de comisiones. (12.01.13).

Educación y Tolerancia

23 octubre 2010

Nuestra cultura ciudadana está plagada de términos importantes para construir lo que llamamos convivencia, sin embargo cuando ocurren hechos en donde suceden situaciones contrarias, somos reacios a aceptarlas. ¿Por qué? Muchos reclamamos tolerancia, pero pocos la practicamos. ¿Por qué?

Respuestas varias pueden darse a las dos preguntas así como justificaciones no hay argumentos ante hechos cotidianos que indican intolerancia en el ejercicio ciudadano. De tanto repetir el término tolerancia, se ha vuelto en nuestra cultura ciudadana un comodín, que sirve para “salvar las apariencias” olvidándose lo que dice la canción “En el juego de la vida juega el grande y juega el chico juega el blanco y juega el negro juega el pobre y juega el rico.”

Para reflexionar sobre el tema en primer lugar iremos a documentos que firmaron los Estados, entre ellos el nuestro y sabemos que esta firma obliga. Veamos, por si no se recuerda: Art. 18º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos expresa: «Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión..”; ¿Cuántos hemos leído y comprendido y puesto en práctica es este derecho? Pocos hemos reparado que este artículo conlleva el ejercicio de las libertades en una sociedad democrática para hacerlo efectivo. Se ajusta en la puesta en práctica que se funda en la pluralidad sin discriminación ni coacción para con el que disiente de los principios ciudadanos que implica vivir en democracia.

No entraremos en análisis del concepto tolerancia, sino a su conocimiento, a través del texto aprobado en 1995 y divulgado en 1996 y su implicancia en nuestra sociedad civil, en la práctica de la ciudadanía democrática. Se habla y se pide tolerancia entre dirigentes y dirigidos, entre autoridades y ciudadanos, y entre afines. Sin embargo qué poco se ha avanzado del dicho al hecho.

Hagamos un poco de historia: el año 1995 en la 28.ª reunión París, 25 de octubre -16 de noviembre de 1995, se aprobó la Declaración de Principios sobre la Tolerancia. Allí se llega a definir la tolerancia como “.., la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz.”( Principios sobre la Tolerancia, Artículo 1 / 1.1Significado de la Tolerancia. UNESCO, 1996).

Tolerancia no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia. Es una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás. En ningún caso puede utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos valores fundamentales. La tolerancia han de practicarla los individuos, los grupos y los Estados. (1.2)

También es responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo (comprendido el pluralismo cultural), la democracia y el Estado de derecho. Asimismo supone el rechazo del dogmatismo, del absolutismo y afirma las normas establecidas por los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos. (1.3)

Por ello, prosigue la Declaración, practicar la tolerancia no significa soportar la injusticia social ni renunciar a las convicciones personales o suavizarlas. Significa que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y acepta que los demás lo hagan y se adhieran a las suyas Significa aceptar el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son. También enuncia que uno no ha de imponer sus opiniones a los demás. (1.4)

La tolerancia hoy se desplaza en medio de la mundialización de la economía, de las innovaciones tecnológicas, la integración y la interdependencia, la urbanización y los cambios en los modelos sociales. Nada justifica no tenerla en cuenta. Es necesaria tanto entre individuos como dentro de la familia y la comunidad. Fomentar e infundir actitudes de apertura, solidaridad, respeto al otro, saber escuchar deben ser inculcados desde la escuela, desde el aula, como un eje transversal. Además los medios de comunicación pueden desempeñar una función constructiva, promoviendo el diálogo y debates libres y abiertos, difundiendo sus valores y poniendo de relieve el peligro que representa la indiferencia al ascenso de grupos e ideologías intolerantes, autoritarios, autócratas. Con ello se garantizará la igualdad en dignidad y derechos de los individuos. (Extracto de Dimensiones del Art. 3 Dimensiones Sociales de la Tolerancia: 3.1, 3.2 y 3.3)

En el campo educativo la Conferencia considera la tolerancia como un imperativo urgente. Para ello recomienda enseñar a las personas derechos y libertades que comparten para que puedan ser respetados y fomentar la voluntad de protegerlos de los demás. También promover métodos sistemáticos y racionales de su enseñanza que aborden motivos culturales, sociales, económicos, políticos y religiosos, raíces principales de la violencia y exclusión. Se exhorta, además, que las políticas y los programas educativos contribuyan al desarrollo del entendimiento, la solidaridad entre las personas y los grupos sociales, culturales, religiosos y lingüísticos. (Extracto Art. 4 Educación: 4.1; 4.2)

El objetivo de la educación para la tolerancia debe ser contrarrestar influencias que fomentan el temor y la exclusión de los demás; asimismo ayudar a los jóvenes a desarrollar sus capacidades de juicio independiente, pensamiento crítico y razonamiento ético (4.3)

También recomiendan apoyar y realizar programas de investigación sobre las ciencias sociales, de educación para la tolerancia, los derechos humanos y la no violencia. Esto implica de manera especial un mejoramiento de la formación del personal docente, los currículos, los textos de estudio y otros materiales pedagógicos que involucren las nuevas tecnologías de la educación, con la finalidad de formar ciudadanos preocupados por los demás y responsables, abiertos a otras culturas, que valoren la libertad, respetuosos de la dignidad y de las diferencias de los seres humanos capaces de evitar los conflictos o resolverlos (4.4)

Frente a lo esencial expresado por el referido documento es preocupante constatar que la tolerancia, a pesar de los catorce años transcurridos desde la dación y aceptación de la Resolución no se ha convertido en la actualidad en clave para la convivencia pacífica entre los ciudadanos de un país y entre todos los países. Existe el reto de aceptar el pluralismo cultural o el multiculturalismo, que en la práctica educativa tiene que asumir la denominada educación intercultural y cuya base no es otra que los derechos humanos. Haber querido legitimar en la escuela, en el aula y fuera de ella la llamada «educación en derechos humanos; «la educación para la paz» es un esfuerzo notable. Sin embargo los resultados preocupan.

La última campaña electoral y el haber otorgado el premio Nobel a Mario Vargas Llosa, han suscitado en unos acogida, aceptación, levantamiento de la autoestima y en otros recurrir a viejas querellas, querer encontrar una justificación para la crítica, para devaluar las decisiones tomadas. Sin duda muchos no están de acuerdo y se respeta la posición. Del mismo modo el otorgamiento del premio nobel de la paz a Liu Xiaobo y las reacciones de su propio país, nos permite apreciar la ausencia de la práctica de la tolerancia, se hace patente.

Esta contradicción es un indicador de cuánto nos falta aún por conocer y recorrer en este campo del respeto a las ideas de los demás. La tolerancia no es un curso, es una actitud que se cultiva desde el hogar, se reafirma en la escuela, en el aula y en la interacción y respeto al otro. Se ha dicho que es difícil de practicar, pero aún más difícil de explicar. En el Diseño Curricular Nacional (DCN)se hace hincapié sobre la palabra tolerancia (se menciona 17 veces), pero de allí a los hechos existe un silencio o vacío que lo podemos comprobar por los comportamientos que apreciamos en nuestra sociedad. Sin embargo habría que revisar la formación docente para ver cómo es el tratamiento del tema desde la práctica docente y cómo se revisa la práctica de valores.

“La educación para la ciudadanía debería centrarse, pues, en la enseñanza de los conocimientos y las competencias necesarias para llevar una vida basada en la tolerancia y el reconocimiento de la igualdad de derechos para todos.” (We i d e n f e l d We r n e r H.C. E L A P R E N D I Z A J E DE LA TOLERANCIA COMO FUNDAMENTO DE LA DEMOCRAC I A, en Perspectivas, vol. XXXII, n° 1, marzo 2002). Una reflexión muy pertinente que debe invitar a una práctica innovadora en la educación ciudadana. Formando en tolerancia se garantiza los fundamentos de la democracia que decimos vivir. Es necesario enseñar no sólo los conocimientos sino también las competencias necesarias. ¿Existe una preocupación o manera de interesarse por las actividades concurrentes en la formación más allá del cumplimiento de las recomendaciones del DCN?

Sin duda lejos de este conocimiento y sentir de la tolerancia, el autor de la canción expresó una emoción que el pueblo la tiene al escribir: “Juega con tus cartas limpias /en el juego de la vida/ al morir nada te llevas/ vive y deja que otros vivaaan.” (Daniel Santos). Pero debemos tener optimismo pues vendrán días mejores pues “Todo pasa y todo queda,/pero lo nuestro es pasar,/ pasar haciendo caminos,/ caminos sobre el mar”. La nueva generación se nutre de sus clásicos que también son nuestros, como John Lennon que en Imagine nos dice y se canta: “Imagina que no hay posesiones, / Me pregunto si puedes,/ Ninguna necesidad de codicia o hambre, / Una hermandad del hombre, / Imagina a toda la gente / Compartiendo todo el mundo…// Tu puedes decir que soy un soñador, / Pero no soy el único, / Espero que algún día te nos unas,/ Y el mundo vivirá como uno solo.”

¿Será posible sembrar la esperanza y la tolerancia y mirar más allá de las mezquindades? (16.10.10)