LA INNOVACIÓN Y EL ESPEJO

Manuel Jesús Fernández Naranjo Lienciado en geografía e Historia (1983). Profesor secundario desde 1987 y desde 2003 director del IES Virgen del Castillo de Lebrija

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Nos lo preguntaron en el CITA, en el IV Encuentro de Buenas Prácticas TIC. Fue mi querida amiga Puerto Blázquez. Fue después de mi intervención sobre flipped classroom y darle la vuelta a la educación, que inauguraba el encuentro, y de la de Mª Carmen Devesa sobre ABP en primaria, en el turno de preguntas. La pregunta fue: ¿Cuáles son las disculpas que ponen vuestros y vuestras compas? Disculpas por no desarrollar metodologías activas como nosotros, ya sea flipped classroom o ABP o las dos u otras, y seguir haciendo lo mismo o casi lo mismo de siempre.

Nuestra respuesta fue parecida. Frente a nuestras experiencias de aula, al menos en mi caso, hay indiferencia absoluta o incluso rechazo total. Yo añadí, porque en cuanto me lo estaban preguntando me acordé de lo que, en una ocasión, me dijo mi amigo, Benito García, sobre el rechazo que ofrecía el desarrollo de metodologías distintas y que además tuvieran éxito en resultados y satisfacción:

“Les pones delante un espejo en el que

no quieren mirarse

Porque todo cambio cuesta trabajo y esfuerzo y deja heridas. De lo que se va abandonando para acoger lo nuevo. Y en la Escuela más, porque la Escuela es una institución conservadora, con unas tradiciones e intereses muy fuertes y una estructura muy rígida que no ha cambiado en muchos decenios (por no exagerar, pero podríamos decir siglos). Han cambiado las leyes, demasiado, los objetivos y los recursos, pero sigue habiendo aulas, horarios, materias, libros de texto… Es muy difícil romper con todo eso. Y no sé si de verdad interesa a quienes pueden hacerlo: administración y docentes. Al menos, a la gran mayoría de los responsables de las administraciones y a la gran mayoría de los docentes.

Por eso, cuando surgen experiencias de países (Finlandia), de organizaciones (jesuitas), de centros (nuestros “centros Finladia” en feliz expresión acuñada por mi amigo Fernando Trujillo) o de docentes, miran para otro lado o buscan excusas variopintas para no mirarse en el espejo. En ese espejo que los deja en evidencia porque hay formas de cambiar la educación y no son capaces. Algunas de esas experiencias son originales, casi únicas, pero otras son reproducibles en otros contextos y situaciones. Sólo hay que tener voluntad y visión de futuro para enfocar el proceso de aprendizaje como requiere el siglo XXI y no como demandaba el siglo pasado o, incluso, el anterior. Pero, puede ser peor, pueden intentar desprestigiar y ningunear a quien lo hace e incluso a quien lo intenta. No vaya a ser que funcione y queden todavía más en evidencia. Y esa no es más que otra muestra de su incapacidad para entender la sociedad que les rodea y los cambios que está produciendo en las formas de aprendizaje en red y gracias al entorno personal de aprendizaje por el que la red es el soporte de nuestras experiencias. Entonces, se aferran a lo conocido, aunque estén convencidos de que no funciona, antes que intentar algo diferente.

Todo cambio cuesta trabajo y esfuerzo y

deja heridas

Porque la innovación asusta, los cambios dan miedo. Nos sacan de nuestra zona de confort, que para mí es más bien la zona del miedo, y prefieren hacer lo de siempre y quejarse de lo de siempre. Y lo que más preocupa a quienes tienen catoptrofobia, o miedo a los espejos de la innovación, es que esa innovación es cada vez más sólida, ofrece buenos resultados y satisfacción en los docentes, los alumnos y las familias, es replicable o exportable, se extiende de manera viral por la red y por el mundo digital. Pero, también por los centros educativos donde se miran al espejo sin miedo y sin vergüenza, aceptando los retos que nos ofrecen las nuevas formas de aprendizaje y las metodologías activas

Y para finalizar, queridos lectores, os haría dos preguntas: ¿Tenéis miedo al espejo de la innovación?

  Cuando os miráis en él,

¿qué veis?

 

 

 

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