DON SANTIAGO Un sabio singular

1. El nombre y el hombre. Corría el año 2001. Pasadizo del Pabellón B del antiguo local del Ministerio de Educación, en la calle Van de Velde 170 de San Borja, distrito limeño, donde fue trasladada esta institución que tiene bajo su responsabilidad la educación peruana. Una figura grande, terno oscuro, mirada de abuelo de ojos juguetones. Caminaba lento, hurgando en la pared, en una puerta una oficina.

Ese fue mi primer encuentro con este señor. No sabía quién era, qué buscaba. Le pregunté y me respondió que quería conversar sobre la educación que el Perú necesita en esos años (empezando el siglo XXI); que se estaba enseñando mal, que los docentes salían preparados para una escuela que no valoraba lo nuestro, expertos sí en técnicas, pero conocían poco de lo que el país requería.

Lo acompañé por el pasadizo y curioso porque quería hablar nos sentamos en una banca y empezó a decirme que él se interesaba mucho por la educación, por la formación de los futuros docentes, pero nadie lo quería escuchar. Por eso iba de vez en cuando con ideas, con preocupaciones, para compartirlas con quien quisiera. Nunca me dijo quién era, ni qué buscaba en concreto.

Realmente me dio pena que a su edad estuviera persistiendo para que alguien lo escuchara. Se sentía defraudado, pero insistía. Alto, pelo blanco, sonrisa y paso lento, los años lo estaban encorvando, pero ahí seguía caminando.

Al preguntarle con quién estaba conversando me dijo “Yo soy Santiago Antúnez de Mayolo”. Algo sabía que un sabio llevaba su nombre y le pregunté si era él mismo o un pariente. Me miró y me dijo que era el hijo, que su padre había fallecido hacía tiempo. Y fue desgranando una biografía paterna que no esperaba escuchar, pero lo hacía de una manera tan tierna y con arrebato, que me cautivó esa conversación que se volvía monólogo.

Tierno, claro, sencillo, amable, informado, crítico, inquieto, mirada profunda, respiración pausada, pensado cada palabra de manera que el interlocutor lo entendiera, lo comprendiera, siempre con una sonrisa pícara, complaciente. Tratando de dar a entender que los problemas tendrían solución si le poníamos empeño, si dejábamos de lado ciertos egoísmos y miráramos mejor nuestra historia, nuestra cultura, nuestro saber.

Terminada esta conversación sobre diversos tópicos, la realidad educativa, la realidad de nuestro país lleno de contradicciones, la poca valoración que se le daba a lo nuestro, de cómo costaba ser escuchado y comprendido por tener la edad que tenía. Arrebatado, pero comprensivo, inquieto por el tiempo que pasa y no se responde. Tantas cosas que me vienen en el recuerdo ahora que me entero que falleció, casi a los 100 de edad.

Otras veces lo vi transitar por el pasillo en busca de un funcionario, con temas y problemas, pero siempre tratando que lo escuchen, que se haga algo frente a los problemas que planteaba. Otras tareas lo llevaban al Ministerio. Nunca supe si lo escucharon, si logró lo que buscaba. Pero me encantó conocerlo y haber conversado con el hijo de nuestro sabio Santiago Antúnez de Mayolo Gomero ingeniero, físico y matemático. Tal vez no dejó huella, sino fue un testigo de nuestro tiempo, de nuestra cultura, supo estudiarla y sacar lecciones que buscaba compartir. Por eso pedía ser escuchado, que se tome conciencia de la riqueza de nuestra cultura nutricional que nos legaron nuestros antepasados. Pienso ahora que fue uno de los últimos que nos quedaban preocupados por la educación, por la identidad nacional, por la biodiversidad.

2. Vida y aporte. Trataré de dar una pincelada sobre este hombre convencido de que la educación era la palanca del crecimiento y desarrollo del país. Nació en Aija, Ancash (1913). Estudió en Huaraz y en Lima. Los estudios profesionales los realizó en la Universidad Mayor de San Marcos: Derecho y se graduó en Historia. En esa casa de estudios ejerció la docencia. Fue también Diputado de la República por Ancash desde 1939 hasta 1948.

Se dedicó al estudio de las plantas nativas y su valor nutricional. Fue uno de los pioneros en la defensa de la biodiversidad y el respeto al entorno físico y natural. En la última entrevista brindada en mayo de este año expresó “Si no investigamos nuestra biodiversidad, la vamos a perder” (EL COMERCIO. 04.04.12) “Mientras más aprendamos, más sabemos y, por lo tanto, más grandes son nuestros deberes hacia la patria y la humanidad”.

Hurgando entre papeles, encontré un libro para maestros donde Don Santiago había escrito un ensayo titulado Saber popular y nutrición en el Perú donde proponía un conjunto de contenidos y de líneas de trabajo que debían asimilarse en el trabajo cotidiano del aula (El libro publicado por el Instituto de Pedagogía Popular se titula Educación y Sobrevivencia Popular. Colección Autoeducación Docente 4. 1ª edición Lima, junio 1989). Empezaba Don Santiago su texto con las siguientes palabras con un mensaje que nos indica el propósito de su persistencia y preocupación sobre la alimentación de nuestra población. “Al leer los papeles viejos e interrogar a nuestros campesinos, encontramos testimonios tácitos y explícitos que revelan el producto dominio que de la naturaleza tuvo el poblador del antiguo Perú y con la mentalidad apriorística y machista del conquistador aún hoy seguimos menospreciando y contribuimos con nuestro falso relumbrón de doctos y civilizados a permitir que se extigan, en la noche de los tiempos, valiosos conocimientos.” (Saber Popular y Nutrición en el Perú, op.cit). Así prosiguió reflexionado sobre los altos conocimientos sobre las características y usos de los recursos a su disposición que tuvieron los Incas, cuando hoy con la ayuda de la nueva tecnología se analizan sus técnicas y prácticas y dice “nos hallamos con conocimientos muy avanzados. ¿Cómo lo supieron?, ¿Cómo llegaron a descubrir que para evitar estados carenciales en el organismo, el poblador debía consumir diariamente las más variadas mezclas de hortalizas, cereales, menestras, frutas y carnes? ¿Cómo descubrieron que para prevenir las enfermedades transmitidas por el agua el medio ácido de la chicha ayudaría? ¿Cómo? Prosigue explicando que “Revisando, se irán encontrando creencias y procedimientos que plantean interrogantes perspicaces a endocrinólogos, nutricionistas, químicos, agrónomos, zootecnistas, etc. a fin de encontrar las relaciones causa-efecto que fueran establecidas, no con el afán de dar relieves a la cultura, sino para que ellas vuelvan a ser empleadas y puedan ser útiles para mejorar la salud de un pueblo desnutrido y enfermizo, como es el peruano de hoy.

Sin duda una gran pérdida ha sufrido la ciencia y el magisterio peruano con la muerte de don Santiago. Pero sus aportes quedan como un gran reto para los profesionales jóvenes que quieren desde la investigación y la práctica aportar a la nutrición en el país. El mercado nos ha invadido con la comida chatarra, simplificada, que “entretiene” el estómago, pero no nutre. Engaña, pero no alimenta. Rescatar las palabras y reflexiones de Antúnez de Mayolo hoy es importante y necesario. Teniendo un rico acervo alimentario nutricional las transnacionales imponen marcas, sabores artificiales que lejos de proporcionar lo que el cuerpo humano requiere lo llena de sustancias que hoy preocupa ver que los niños desde tiernos son obesos y que no bastan los tratamientos que se les den sino un cambio en la dieta nutricional. Si don Santiago viviera, otro sería el mensaje.

Volviendo al reportaje mencionado anteriormente Don Santiago habló de un universo de temas que a él gustaba tratar y además contar lo que había encontrado con sus estudios. Así nos enteramos de que la práctica alimentaria incaica estuvo basada en el sacha inchi, el cuy, la chicha. En el sacha inchi y el cuy, se encuentran los aceites que requiere el cerebro y la chicha los nutrientes para una mejor asimilación. Se mostraba orgulloso de haber sido el descubridor del sacha inchi y de la maca, dos alimentos que no conocíamos y que deben ser el aporte del Perú a la nutrición del mundo.

Al hablar sobre la biodiversidad expresa que se le ha dado poca importancia y la han dejado de lado. Y expresa en la entrevista “…es la responsabilidad de cada persona respetar y proteger el futuro de la riqueza biológica de la tierra de nuestros hijos, nietos y bisnietos. Si no investigamos y estudiamos nuestra biodiversidad, la vamos a perder.”

Gustaba decir que era maestro, que mediante su vida trató de modelar un ejemplo para las futuras generaciones. Advertía que las cosas no llegan con la facilidad que se cree. Es necesario luchar y dedicarse a aprender, tener una curiosidad por entender, investigar, preguntar, y esta es la labor del estudiante. El maestro debe guiar y fomentar un ambiente en el que la mente joven pueda crecer.

De manera premonitoria esperaba haber dejado una huella en las personas con las que ha trabajado.

El entrevistador le pregunta — ¿Cómo hacemos para que los niños no retrocedan en su desarrollo cognitivo? Respondía “La mente humana tiene un potencial inmenso de aprender y desarrollar. Va a ser mediante la enseñanza temprana y buena alimentación que los niños del Perú van a crecer fuertes y alcanzar un nivel cognitivo superior, ello nos permitirá competir en el mundo. (EL COMERCIO. 04.04.12).

Al preguntársele por el futuro del Perú, sin duda ha dejado un mensaje que debemos valorarlo, difundirlo, hacerlo nuestro en nuestro afán educativo: “El futuro es lo que construimos en el presente. Tenemos que nutrir a los niños en cuerpo y alma. Una nutrición balanceada les da la capacidad de crecer. Un niño bien alimentado puede concentrarse mejor en sus estudios, un niño que estudia es nuestro futuro. Solo mediante la educación los peruanos podrán dar lo mejor de sí para nuestra patria. El Perú es un país del cual debemos sentirnos orgullosos, pero ese orgullo se tiene que enseñar y se tiene que sentir.”

Estas reflexiones extraídas del ensayo escrito, de la entrevista última nos dejan un testimonio e imagen de un hombre peruano que nació en los andes y supo valorar lo que bebió en el seno familiar, en la convicción, en su entrega a su tierra, su paisaje, en la valoración de lo nuestro y la búsqueda de lo que él llamaba la sabiduría inca, al servicio de los peruanos de hoy.

3. Mensaje final. He escogido de la entrevista citada lo que Don Santiago expresó sobre las lecciones o enseñanzas que le legó su padre. Su recuerdo y la articulación que hace del legado familiar traslapado con nuestra patria hablan de la dimensión de la persona y de lo que siempre lo nutrió: “Me enseñó desde muy temprana edad la importancia de trabajar. Fue mediante su ejemplo diario de dedicación que me dio la lección más vital de mi vida: levantarse temprano y dar lo mejor de mi cada día para mejorar el futuro de nuestro Perú. Con admiración a mis padres y a todos sus logros aprendí que todo puede mejorar. Siempre se puede aprender más para mejorarse a uno mismo y a su vez mejorar nuestro trabajo y nuestro país.”

No lo volveremos a ver, tampoco escuchar su pausado relato. Queda su legado que ojalá el Ministerio de Educación pueda compilar, para la lectura de nuestros estudiantes. Un testimonio así, como el de tantos otros peruanos notables que nos dejaron, debe ser conocido. Es parte de nuestro acervo cultural. No dejemos que el silencio lo relegue en el olvido. Hoy necesitamos prototipos nuestros para revalorar nuestra educación, que es posible educar si descubrimos temprano las capacidades que tienen nuestros alumnos y las acompañemos en su desarrollo. La calidad de la educación no debe ser sólo nuevas tecnologías, estándares, evaluaciones, debemos recuperar parte de lo que se ha ido perdiendo, la educación del sentimiento, la valoración de la persona, el diálogo y el saber escuchar a otro. Vivimos momentos de tensión que no debe ser retroalimentada por la exacerbación como se hace hoy del bullying, la denuncias de maltrato infantil… Don Santiago con su vida y testimonio nos da una pauta, cómo debemos enfrentar los temas y problemas y hurgar en nuestra cultura. Allí existen saberes que son necesarios hoy recuperarlos. (09.06.12)

PD. El 03 de junio se publicó el suplemento El Dominical del diario El Comercio dedicado a Santiago Antúnez de Mayolo. La dirección digital donde se puede acceder al suplemento es:
http://elcomercio.quioscodigital.pe/epaper/epaper.html?tpu=elcomercio&edi=dominical%20&pub=03_06_2012?ref=qdm

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