El resultado de la poca acogida que ha tenido la inscripción a la CPM sin duda ha producido “remezones” en las altas esferas del Ministerio de Educación y en instituciones acólitas. A estas alturas en lugar de buscar “culpables” debe centrar sus esfuerzos en hacer una revisión de la política educativa que tiene el sector con relación al magisterio nacional.
Hoy se quiere “satanizar” al sindicato de profesores, que más allá de su tendencia ideológica opuesta a la del gobierno, en esencia es una institución que debe ser respetada, quiérase o no. Está de por medio el respeto que se merecen las instituciones y no su destrucción por el desprestigio. En este caso se objetiviza aquel dicho “miente, miente, que algo queda” (Joseph Goebbels).
Sin una razón técnico-pedagógica se impuso una Ley de Carrera Pública Magisterial propuesta por una maniobra del gobierno en el Congreso de la República dejando de lado el texto consensuado entre partidos políticos en la Comisión de Educación, en el que se recogió también una propuesta del Ministerio de Educación.
En este marco fue dada la Resolución Ministerial que norma el programa de incorporación a las áreas de gestión pedagógica e institucional de la carrera pública magisterial para profesores con título pedagógico nombrados según la Ley del Profesorado. Es bueno recordar esta secuencia, pues nos da la suma de formas cómo es tratado quien es el actor principal del proceso educativo: el maestro.
Quienes hoy se preocupan por esta poca acogida a la convocatoria del Ministerio para que los docentes se inscriban para ingresar a la Carrera Pública Magisterial y ven al Sindicato como una fuerza retrógrada, no se ponen en la piel del maestro y los maltratos recibidos.
Cuidado que nos estamos acercando como antes (sólo unas décadas atrás) a una confrontación ideológica y que pude llevar a una lucha de posiciones que lleve a decir que los maestros pertenecen a una clase social a la que debe imponerse lo que se debe hacer, estudiar y realizar si quiere desarrollarse profesionalmente. La forma cómo se agrede al magisterio por pertenecer a su Sindicato es agresiva y se le ataca con medias verdades. Decir por ejemplo que la campaña de “miedo” en contra de la CPM, realizada por algunos dirigentes del SUTEP (EL PERUANO. 30.05.09), es poco más que perniciosa y tendenciosa.
Desde el siglo pasado en los años 70 el Sindicato de maestros (SUTEP) aglutinando a los docentes más allá de las tendencias y facciones ideológicas y políticas, logró la unidad de los docentes. Es notable el esfuerzo de entonces. Es bueno reconocer la larga trayectoria de lucha en la preservación de los derechos de los docentes. Luego las tendencias y ambiciones políticas plantearon la hegemonía de una tendencia política perdiéndose la democracia en el concepto en que se forjó el sindicato. Sin embargo en un juego democrático, es necesario respetar la opción y replantear desde sus miembros una nueva manera de defender sus derechos acorde con las tendencias que existen a nivel regional.
Lo que no se puede olvidar es que un sindicato es una institución que representa política y laboralmente a los trabajadores asalariados dentro de la trama de contrapoderes y que por ello se conforman desde la sociedad civil en los sistemas democráticos, frente al Estado y al poder de los empresarios. La historia del sindicalismo peruano está jalonada por muchas luchas y muchos pliegos forjados en los cambios de modelo económico, en los cambios de estrategias del aparato productivo. El sindicato surge así por la concurrencia de diferentes factores como fueron la industrialización, la escolarización, la interculturalidad, etc.
En el caso de la denuncia del Ministro de Educación en la conferencia de prensa en que daba cuenta de las inscripciones de docentes denunció “la campaña de «miedo» en contra de la CPM realizada por algunos dirigentes del SUTEP puede haber influido en que la cifra finalmente resultara menor” (LA REPÚBLICA. 29.05.09). La dirigencia del SUTEP lo que hizo fue tratar de esclarecer a los docentes sobre lo que significaba la CPM ante el silencio de las autoridades educativas. Ellos dieron una norma y había que cumplirla. Tratar así a los docentes y luego denostar contra sus dirigentes sindicales ha sido una provocación. Si los propios maestros no defienden a su institución gremial, por más contradicciones que se tengan al interior de la misma, es tener un comportamiento patronal. ¿Así se quiere revalorar al docente?
Las instituciones de la sociedad civil han tratado por todos los medios de sugerir, de recomendar, que era necesario hacer una mayor difusión, una mayor explicación, sobre los alcances de la CPM. Las acciones llevadas a cabo las semanas anteriores al cierre de la inscripción demuestran que la reacción del Ministerio fue tardía y desesperada.
Buscar culpables de la no inscripción de los docentes en el bosque de confusiones que es la política educativa nacional es evidenciar una vez más que quienes la dirigen no tienen dedos de organistas. Como dicen los chicos, no tienen talla para desempeñar la función. Antes, cualquiera podía ser Ministro de Educación, hoy no. Los tiempos y el avance de la ciencia y tecnología nos dicen que hoy se requieren otras capacidades y cualidades para ejercer la función de Ministro de Educación. No puede ser que la comunicación sea sólo para indicar, ordenar, no para discutir, proponer, poner en debate, consensuar. Todo lo contrario. Cuando se pone una valla entre el Ministro y los docentes, es mal síntoma. Poco se avanzará en la mejora de la educación, y menos en aspirar a la calidad educativa que tanto se pregona.
No es el momento de seguir con bravatas, debe asumirse que se ha perdido la confianza en quien dirige la educación nacional porque lo hizo mal a pesar de contar con un Proyecto Educativo Nacional, a pesar de las advertencias, a pesar de la buena voluntad que muchos docentes y académicos aportaron.
El momento demanda pensar que es necesario transitar en búsqueda de soluciones de fondo para la educación nacional. La crisis educativa en la que nos encontramos requiere un proceso de integralidad y simultaneidad entre lo económico, lo político y lo social y también liderazgo. ¿Se podrá?
La historia continúa y la ideología de dominación neoliberal tiene su expresión en educación con usos y costumbres excluyentes que se ha demostrado en la forma cómo se ha tratado y se trata al docente, por ello debe ser reemplazada por construcciones plurales, a partir del consenso social, apoyadas en la democracia real, la participación, la equidad y el conocimiento.
(01.06.09)
Etiquetas: Carrera Pública Magisterial, ideología, Ministerio de Educ ación, neoliberalismo, sindicato
Deja una respuesta