A propósito de la huelga magisterial

1. Palabras, palabras, palabras. Se inició la anunciada : “huelga general indefinida” del sindicato único de trabajadores de la educación del Perú (SUTEP). Medida extrema, sin duda, que se pasó la valla de la tolerancia y respeto a la ciudadanía y a los derechos de quienes son el objeto de la educación: los niños y jóvenes. Se toma esta decisión final al haber agotado las instancias previas que se conocen como paros. ¿Ir a los extremos no es señal de desesperación por que no se tiene un discurso ni propuesta clara, firme? ¿No es estar urgidos por la lucha por una hegemonía que se va perdiendo ante la falta de una democracia sindical que debe tener todo frente organizacional?

En una de las muchas intervenciones de quien es el responsable de la conducción del sindicato, muy tímidamente hizo mención al pliego de reclamos, que resumiría el por qué de la lucha emprendida. No existe un discurso coherente con lo que es la responsabilidad de la profesión docente, todo se reduce a lo salarial. Esa inconsecuencia hace evidente que existen otros intereses, dogmatismo, cierta ortodoxia, para aferrarse a principios ideológicos antes que a principios y responsabilidades profesionales.

Esto nos lleva nuevamente a pensar sobre la profesión docente y la manera como se fue construyendo a pesar que la sociedad y quienes la dicen defender hacen poco por darle prestancia.

2. De la profesión docente. Es bueno recordarle a quienes hoy hablan en nombre de ella que aún estamos en una época que considera la profesión docente como una semiprofesión. Muchos dicen que es un oficio pues no reúne las características que los teóricos de las profesiones consideran como rasgos profesionales. Sin embargo es cierto que ha habido una evolución: la asunción de estudios universitarios, la captación de determinadas personas, el aumento de los rasgos que van caracterizando las profesiones del siglo XXI ha ido cambiando las consideraciones de la profesión docente.

Sin embargo no podemos hablar de la profesión docente sin considerar lo que sucede fuera de las aulas y de las instituciones educativas, sin analizar los grandes cambios sociales que se vienen dando en los últimos decenios tanto en el conocimiento científico, tecnológico, como en las estructuras familiares y otras instancias de socialización primaria, en las asociaciones, en los movimientos a favor y en contra de la mundialización y la globalización.

¿Respondemos a lo descrito? ¿Somos los docentes actuales capaces de preocuparnos por este sinnúmero de tareas que debemos asumir? ¿Por esto debemos acaso solicitar un reconocimiento pecuniario? ¿No es parte de nuestra responsabilidad? Por eso refugiar la demanda en el pago de los derechos adquiridos del 30% por preparación de clases no nos parece pertinente. ¿No fue acaso esta una estratagema planteada para hacernos creer que se reconocía algo que debe ser parte inherente a nuestra profesión? ¿Qué ocurriría en otras profesiones -abogados por ejemplo- si debieran cobrar un porcentaje por la lectura del expediente de un caso que deben defender?

Una profesión devaluada por la sociedad no puede ni debe seguir siendo debilitada por quienes tienen la obligación de fortalecerla y hacerla respetar. ¿Nos damos cuenta que estamos con argumentos del siglo pasado defendiendo algo que no es un derecho sino un deber profesional? No podemos seguir levantando paradigmas obsoletos y levantando expectativas falsas, sabiendo que ello no podría ser realidad, pues existen muchas vallas que salvar previamente. Esta herencia la utilizan desde siempre los políticos y dirigentes tradicionales que manejan información y no la comparten por dudosas intenciones políticas, intereses particulares, intereses ideológicos. Pero de otro lado se nos exige el desarrollo de una profesión más educativa y social, que técnica, para el desarrollo de los aprendizajes básicos. Esto debería llevarnos a ver nuevas maneras de la profesión docente. Es decir un docente como sujeto activo, con emociones, actitudes y no como un objeto perteneciente a una profesión subsidiaria.

3. Nuevas perspectivas. Los tiempos que vivimos, con viejos lastres como la inequidad, expresiones racistas y faltas contra la ética, que por avatares políticos son minimizados, creando un caldo de cultivo para resentimientos profundos y la permanencia de dilemas y problemas sociales, no permiten ver con claridad el significado del ser docente.. En el magisterio esto es pernicioso. No se ha llegado a establecer un nuevo pacto social en el tratamiento de las relaciones laborales y profesionales, que no requieran de un ajuste permanente mediante un devaluado pliego de reclamos.

Sería conveniente tener en cuenta y analizar nuevas perspectivas que se abren: las relaciones que se vienen dando entre los docentes, las emociones y actitudes, la complejidad docente, el cambio de relaciones de poder en las instituciones educativas, la autoformación, la comunicación, la formación en la comunidad. Todo ello viene influyendo en la profesión, ya que cada vez es más difícil separar las partes del todo y analizar lo que está pasando sin generar desasosiego en los docentes. La formación para entender esa complejidad ha de formar parte también de la profesión docente. Tampoco puede olvidarse el papel de la educación en la sociedad de la información y la comunicación, en esa sociedad llamada del conocimiento o postindustrial.

Y todo ello se realiza en un contexto democrático, pero que a la vez se da entre valores contradictorios entre los individuos y el progreso social, el aumento de la desigualdad y la exclusión social (e informativa) de grandes capas de la población
Los nuevos acontecimientos que se vienen desarrollando estos días nos deberían llevar a volver a pensar la profesión y enmarcarla en lo anteriormente descrito. Deberíamos realizar una verdadera deconstrucción de lo que ha sido nuestra profesión para diseñarla de nuevo. Hoy el cambio se ha convertido en un nuevo paradigma. El cambio es constante y vertiginoso.

Por ello cuando vemos el contenido de la denominada plataforma de lucha del SUTEP y nos encontramos con conceptos y frases que corresponden a décadas pasadas, no podemos sino pensar que no se ha cambiado nada en la organización, el contenido y sentido de lo que significan reivindicaciones profesionales y laborales.

Todo sigue quieto, se repiten estereotipos tanto en imágenes como en lemas. ¿Se acabó la creatividad? ¿No se piensa que los cambios se dan en contextos diversos? Tampoco existen cambios epistemológicos en el conocimiento, en las formas de enseñar y aprender, en la tecnología.

¿Por qué declarar una huelga nacional indefinida si el sustento de la plataforma es deleznable? ¿Acaso nos acostumbramos a recibir los cambios sólo con gobiernos militares? ¿Por qué nos comportamos así en democracia? Sabemos de las respuestas referidas al imperialismo y no a una autocrítica del quehacer de nuestra profesión docente.

Mientras tanto el decurso social sigue avanzando y el compromiso de los que piensan en que la educación debe ser diferente, debe aportar a los procesos de desarrollo que se vienen dando en las regiones del país. El Consejo Nacional de Educación comparte, al respecto, un estudio denominado REPORTE NACIONAL – SISTEMA DE SEGUIMIENTO E INFORMACIÓN A LA IMPLEMENTACIÓN DE LOS PROYECTOS EDUCATIVOS REGIONAL (SSII-PER) 2011 de agosto 2012. Este Reporte proporciona la información periódica y rigurosa sobre los progresos en el proceso de implementación de cada uno de los proyectos educativos regionales (PER). Es indicador que algo se mueve en el interior del país, de lo que algunos dirigentes capitalinos y locales no se dan por enterados. Este Reporte del CNE invita a la reflexión profesional sobre los avances, dificultades y retos en la implementación de los PER, deberá ayudar a una toma de decisiones informada por parte de las autoridades regionales y, a su vez, a la labor de vigilancia que deben desarrollar los actores sociales de la región, buscando que todos aporten en la mejora de la educación.

¿No es parte de nuestra responsabilidad profesional como educadores responder a esta situación? Debe romperse la tensión entre un pliego de reclamos anacrónico y la invitación de poner el esfuerzo en el desarrollo de los PER. El profesional docente es protagonista y no sólo seguidor de consignas. (15.09.12).

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